
También sorprende por su escala, intimista, en la que la mayor parte del tiempo sólo vemos a dos personajes en pantalla: una mujer, interpretada en diferentes lapsos de tiempo por actrices distintas y 'madre', el robot que le dio vida. Con un montaje que condensa "Boyhood" en pocos minutos, llegamos a la actualidad: la Tierra ha sido azotada por un virus y 'Madre' cuida de 'Hija' en una suerte de bunker hermético, libre de peligro. Clara Rugaard interpreta este último papel, y lo hace con cierta convicción. No tiene un nombre, sólo es "Hija", y como persona que nunca ha coexistido con otras no se plantea que existan otras alternativas hasta que algo despierta su curiosidad. ¿Por qué no puede salir? ¿No hay más gente en el exterior? ¿Qué ha ocurrido realmente? La llegada de una segunda mujer al recinto (la interpretada por Hilary Swank) hará saltar las alarmas. ¿Y si lo que se nos contó no fuera del todo real?
Cuando llegamos a este punto, "I Am Mother" serpentea entre varios géneros y lo hace moderadamente bien o, como poco, con corrección. Pasamos del drama íntimo al thriller, se introducen en el guión varios giros y se juega con el espectador, con pequeños desvíos en los que nunca se sabe quién miente y quién dice la verdad. 'Hija' está igual de perdida que nosotros, eso sí, lo que ayuda a empatizar con sus dudas. Pero entonces, ocurre algo que lleva a lo evidente, a lo obvio, a lo simplista. Cuando la película podría haber seguido aprovechando sus aciertos, cae de lleno en uno de los grandes errores de estas obras. Su ambición no está a la altura de la habilidad de sus responsables para narrar y lo que podría haber sido, no un magnífico pero sí estimable film de sci-fi, se convierte en algo rutinario.

Es una pena, la verdad. Pero queda la duda de lo que pueda llegar a hacer Grant Sputore en el futuro. La realización del film es estupenda, apoyándose en una sobria fotografía de Steve Annis para construir una ambientación más que decente, con detalles cromáticos (los exteriores pesadillescos, el uso de los colores) que se agradecen. Y claro, suma el tener a una empresa como Weta a cargo de los efectos visuales para dar convicción a ese robot con instinto maternal. Quitando los aciertos en el plano técnico, al terminar la película queda una sensación algo agria, porque aquí había material para algo mejor, pero tampoco se echa un mal rato viéndola.
Sintetizando, "I Am Mother" es una película interesante. Tiene algunas buenas ideas, está bien facturada y la interpretación de Rugaard es convincente. Es una lástima que termine cediendo a algunos malos vicios del género y no se mantenga fiel a sus ideas iniciales, pero verla no supone un gran esfuerzo y dentro de los 'Originales de Netflix', destaca porque al menos tiene algunas cosas interesantes que decir. Vamos, que con el desolador panorama apocalíptico de un catálogo en el que la calidad está en peligro de extinción, se agradece algo que al menos no insulte la inteligencia del espectador.
