Rojo

Tengo la sensación que la discusión sobre si todo es político/ideológico o no, no tiene ningún tipo de solución mas que la exaltación de la mirada o creencia de cada uno. Ni siquiera siento que desde ahí el debate tenga sentido sino nos referimos a casos puntuales. Entramos en enarbolaciones y justificaciones personales que rozan lo demagogo. ¿La cuestión es si "Rojo" es política? Pues claro que si lo es. El que lo dude tiene un problema con su concepción de la política o frecuentemente la invisibiliza para réditos personales o placebo existencial. ¿Rojo se preocupa por la forma? También ¿Y? Lumet lo hizo hace mas de cuarenta años con "Network", Coppola con "Apocalipsis Ahora" y "El Padrino", hasta Spielberg con "La Lista de Schindler". ¿O me van a decir que no es política hacer una oda sobre el holocausto judío en plena guerra del golfo con el Estado de Israel pugnando territorialmente a sangre y fuego la zona con la reciente caída de la URSS como apoyo casi único a los países árabes? No tiene ningún sentido posicionarnos desde ahí porque podemos dar mil ejemplos e irnos por las ramas. Ahora ¿Que sucede con el mensaje político en Rojo? ¿Se vuelve la forma y la sátira parasitaria a ese mensaje político? ¿Queda este subordinado a un tono en el que por su carácter ficticio y su estilo CLASE B todo puede expresarlo sin importarle mas que el fin folclórico de la obra? A mi personalmente me gusta pensar que hay una cierta moralidad en el cine. Y creo que un poco todos lo somos. Sino no criticaríamos a hollywood con sus mensajes subliminales (actualmente podríamos llamar superliminales) y su doble standard. El suyo o el de disney. Siento que tomar un tema histórico tan sensible y deformarlo de tal manera, alegorizarlo descaradamente con personajes que se vuelven utilitarios para un tono inmersos en una realidad tan densa y pesada como esa, es un acto de cierta irresponsabilidad, que en último caso no estaría mal (Tarantino lo hizo con "Bastardos sin Gloria" y a muchos les gusto, me incluyo. Incluso el amigo Benigni con "La Vida es Bella" se llevó unos cuantos oscars a casa y gran parte de la dádiva de la crítica internacional). El problema no me parece que esté ahí sino en lo que se busca generar o impregnar en el imaginario del espectador con esa irresponsabilidad. Siento que Rojo se ubica demasiado arriba, demasiado aleccionadora, dedo acusador de los personajes que ella misma (la película) ha creado y desde ahí es donde siento que se vuelve inmoral. Desde su propia posición moralista y a la vez irresponsable. Ni siquiera centro mi análisis en las fechas o referencias como marcó Gustavo Noriega, me parece que creer que eso se vuelve una cárcel referencial simplifica burdamente un posicionamiento que tiene recursos mucho mas amplios que un graph con números del calendario al inicio. Sino en su creencia de poder enaltecerse como radiografía social, cuadro de esos días con todo ese ridículo, con esos personajes caricaturizados, con esas situaciones formalmente adulteradas por el director pero sobre todo con esa mirada sobrevolando como águila condenatoria para con sus propios personajes. ¿Es mala? Para nada, al contrario, me pareció de buena para arriba. ¿Es tramposa? Bastante. Usa el lenguaje y las posibilidades cinematográficas para dar una mirada de época desde un lugar que siempre va a ser incompleto, pero que aquí parece olvidarlo en la conjunción realidad-irrealidad de la forma misma y sus postulados ideológicos. "Bastardos..." era irreal e irresponsable, nunca quiso ser real y responsable. Se reía con sus personajes, no de ellos. No los juzgaba, no sentenciaba con sus acciones porque todo era un gran recital de rock en medio de la matanza de la guerra. En el que hasta el mismísimo Adolph podía ser parte del pogo.

En un pueblo interior argentino la convivencia y la normalidad se van alterando progresivamente mientras el protagonista trata de comprender lo que sucede a su alrededor. Brillante parábola de la convulsa Argentina de los 70s que analiza la tibieza y la cobardía de muchos argentinos frente a la violencia. El rojo del título - y no es el único simbolismo en esta película - hace referencia a la sangre y la muerte, en todo momento presentes y amenazantes.

Con la paciencia de un narrador marcadamente estilista y con unas ansias de esclarecer todos los tópicos de la sociedad argentina, vemos que el director reproduce con sonrojo lo que muchas sociedades intentan ocultar, pero con una clara intencionalidad de destacar la falsa moral que sobrevuela a todos los estamentos de una putrefacta sociedad. No descubre una doble moneda con sus dos caras pero con tono sarcástico y vehemente asistimos a la colorista descripción de todos esos males endémicos. La calidad de los planos, lentos y pausados, coloristas y acalorados, vemos con estupor un recital magníficos de interpretaciones y personajes que rebuscan entre lo 'kitsch' y lo anormal, pero que suelen reproducirse por doquier. La banda sonora ejerce de engranaje del ritmo, añadiendo textura a cada secuencia.

"Y te compadezco. Es tu naturaleza. Tu vida va a ser siempre un desastre. Una suma de momentos tan incómodos como este en los que te desesperás con tan solo ver como el resto de la gente es capaz de vivir en armonía, cosa que a ti no te va a pasar nunca porque sencillamente, está fuera de tus posibilidades. En definitiva, no sos culpable. Sos una víctima."

"¿Se imagina usted una tierra sin ley, sin Dios? Mire toda esta llanura de alrededor, abogado. Mire este cielo que nos cubre. Mire todo esto y tiemble, porque esto es obra de Dios.Tiemble abogado, tiemble, porque es él el que nos guía."

Lo que sucede entremedias de estos dos impresionantes monólogos se puede tildar de confuso, pues la línea narrativa se ve afectada por constantes saltos temporales en los que no resulta difícil perderse. Sin embargo, de fondo se puede entrever algo, líneas sueltas. Parece la historia de una venganza. Hubo un acto ominoso en un pasado lejano que ahora trae inestabilidad y consecuencias. El régimen político del pasado como pretexto y contexto, no se trata de un thriller en el que se busque culpar y vengarse a un sujeto, sino que los tintes de esta película son más bien ambiguos, diría que se pretende ilustrar la impotencia de hacer algo con ese colectivo que tanto daño provocó en ese tiempo.

Lo que pasa es que eso ni siquiera importa. Admito que resulta verdaderamente aburrido. Lo que sé que nunca olvidaré esta película por los dos momentos que he reproducido arriba, estoy convencido de que por ello recordaré esta película incluso más que otras que me hayan gustado más.

“Proceso de reorganización nacional” es el eufemismo con el que la dictadura cívico-militar argentina al mando de diversos tripartitos de las Fuerzas Armadas ejerció el terrorismo de Estado desde el 76 al 83 del siglo pasado. “La dictadura contó con el apoyo o la tolerancia de los principales medios de comunicación privados y grupos económicos, la Iglesia católica y la mayor parte de los países democráticos del mundo.” Argentina se sumó así al “club” de dictaduras militares de su entorno (Chile, Bolivia, Brasil, Uruguay y Paraguay) mantenidas por los USA dentro de su Doctrina de Seguridad Nacional. Tiempos de horror (“La dictadura produjo cerca de 30 0007​ desapariciones, asesinatos, torturas, violaciones, apropiación de menores, exilios forzosos, etc, que ha sido judicialmente calificado como genocidio.”) donde el olvido y el recuerdo deben convivir obligatoriamente.

El impresionante y sobrecogedor plano fijo con el que Naishtat da comienzo a la película nos advierte que el huevo de la serpiente ha comenzado a resquebrajarse. A partir de este momento la fealdad moral de aquellos que miran para otro lado, callan, otorgan y se aprovechan en una constante cíclica en la historia de la humanidad justificada por el miedo, la impotencia o incluso la connivencia da impulso a estratosférico a una historia que se queda ahí, en el despegue y que a medio camino de un viaje prometedor cambia el rumbo para convertirse en un thriller desigual de marcadas referencias visuales y que funciona razonablemente justificando el precio de la entrada pero que nos deja con el regusto agridulce de lo que es y pudiera haber sido.

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