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Bésame, tonto

Comedia Un famoso cantante, conocido por su reputación de conquistador empedernido (Dean Martin), llega con su lujoso coche a un tranquilo pueblecito llamado Clímax. Allí viven dos amigos: un fracasado profesor de piano, casado con una bella mujer, y el encargado de la gasolinera. Cuando reconocen al cantante, conciben la esperanza de que pueda ofrecerles una oportunidad para entrar en el mundo de la música. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
29 de enero de 2008
50 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film nº 20 de Billy Wilder. El guión, de Wilder y Diamond, se basa en la obra de teatro "L'ora della fantasia" (1944), de Anna Bonacci. Se rueda en exteriores de LA y en estudio. Producido por Wilder, se estrena el 16-XII-1964 (LA).

La acción tiene lugar el 30 de septiembre de 1964, en Climax (Nevada). Allá llega accidentalmente el famoso cantante Dino Latino (Dean Martin), que es abordado por Barney Millsap (Osmond), empleado de la gasolinera, y Orville J. Spooner (Walston), profesor de piano y organista dominical. Ambos le presentan a la exuberante Polly (Novak).

El film es una comedia de humor, enredos y denuncia, con elementos de musical. El guión construye una obra chispeante, ingeniosa, ácida e irreverente. Los diálogos son ocurrentes y punzantes. Aborda con ironía demoledora temas como la fama, los celos, la promoción de ventas... Desacredita los estereotipos sobre la fidelidad conyugal, la armonía familiar, la prostitución. El relato avanza a un ritmo implacable, mientras los actores se cruzan infidelidades, engaños, deslealtades y abusos, y obtienen a cambio ventajas tangibles. Se burla del éxito y de los métodos empleados para conseguirlo. Denuncia la doble moral imperante, la hipocresía generalizada, el odio oculto de personas caritativas, etc. Varias escenas alcanzan niveles culminantes: clase de piano, discusión de Orville y Zelda, conversación telefónica con el dentista, cena de Orville, Zelda y Dino. Los personajes están bien caracterizados. El cantante es vanidoso, egoista, pedante, mujeriego y borracho. El profesor de piano presenta un cuadro patológico de celos, aprecia otras cosas mucho más que la música y da clases con desgana. La obra levantó sonoras protestas entre los sectores más conservadores de la sociedad americana. Wilder eliminó un beso de Zelda y Dino, pero no calmó la situación. Critica la televisión (entretiene al loro).

La cinta incluye numerosas constantes del realizador: importancia del azar, tono melancólico, transgresión de estereotipos, confusión o sustitución de identidades. No faltan elementos iconográficos de su imaginería: coches flamantes (descapotable blanco), coches modestos (el 600), televisores, puros, etc. Se incluyen detalles muy propios de Wilder: extraño encendido del mechero (sustituto de la cerilla). Abundan las citas cultas (Shakespeare), cinéfilas ("El enemigo público", Rosano Brazzi) y melómanas (Beethoven, Bach, Porter, Berlin).

La música, de André Previn, aporta una brillante partitura, colorista y elegre, con toques de jazz, swing y chachachá. Incorpora varias canciones de George e Ira Gershwin (" 'S Wonderful", "Sophia", "I'm A Poached Egg"...). Añade fragmentos de "Para Elisa" (Beethoven). La fotografía, de Joseph LaShelle, en B/N y panavisión, subraya el tono melancólico, ralza el potente erotismo de Kim Novak y ofrece "zooms" de aproximación que convierten planos medios en primeros o primerísimos planos (rostro de Felicia Farr cuando dice "Kiss Me, Stupid"). Gran película.
Miquel
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17 de julio de 2006
43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el típico guión de Wilder, con dos amigos como protagonistas, uno tonto y enamorado y el otro un sinvergüenza manipulador, y con una mujer cañón; pero, sin embargo, algo no funciona como otras veces. No sé lo que es, y le he dado vueltas; Kim Novak es tan voluptuosa como Marilyn, pero encima es mejor actriz; Felicia Farr no puede salir más guapa; la elección de Ray Walston y Cliff Osmond es acertada... Quizás sea el protagonismo que se le da a un Dean Martín con poca gracia, que le resta minutos al que suele ser el personaje más cachondo de sus películas: el caradura (no tengo ni que decir que Matthau fue el que mejor lo entendió); quizás sea que Ray Walston no resulta tan simpático como Lemmon (él y Matthau sabían hacer de la sobreactuación un arte); quizás sea que entre los actores no se produce esa química Matthau-Lemmon, Lemmon- MacLaine o Monroe-Lemmon (parece ser que con Lemmon era facilísimo tener química)...

En cualquier caso, es altamente recomendable para pasar una buena tarde o para estudiar un guión que sigue teniendo la calidad de siempre.
jastarloa
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25 de mayo de 2005
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
A todos los que nos gusta el cine, nos gusta Wilder. Paseo su genialidad por casi todos los géneros y dio muestras más que suficientes para ser uno de esos directores a los que te llevarías a una isla desierta para espantar la soledad. Sin embargo, “Bésame, tonto” sigue siendo esa joya desconocida para la mayoría de los que hacen de Wilder el patrón del cine. Quien más quien menos la ha visto hace años, guarda un recuerdo vago que no le lleva a echarla de menos; pero esta gran desconocida es una de sus mejores películas y que merece la pena revisitar. La historia es simple, pero enrevesada, como toda gran comedia. Un crooner (Dean Martín en una magnífica autoparodia) se desvía a un pueblo perdido en el desierto por una avería en su coche, yendo a parar a un taller llevado por unos compositores aficionados sin éxito alguno y con unas ilusiones por las que harán... casi todo. Ese casi todo es retener al cantante con el mejor anzuelo del pueblo: una camarera (irresistible Kim Novak). Esto dará pie a que Wilder pase revista a todo: desde los estereotipos de marido / mujer, al show bussines, el poder de la transformación, los conflictos sentimentales de la creación... pero todo desde el cinismo al que nos tiene acostumbrado este director. Todo el reparto es de altura, como curiosidad parece ser que Wilder pensaba en Peter Sellers para encarnar al protagonista que encarno finalmente Ray Waltson de un modo tan conmovedor que uno no echa de menos a Sellers.
Strhoeimniano
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28 de julio de 2009
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algunos elementos en esta película que apuntan a otros géneros como el drama, el thriller o el mismo terror, géneros, que, como es obvio, desbordan o, en ocasiones, resultan antagónicos a la comedia. Esta es la razón, a mi modo de ver, de que ésta no despegue. Citemos algunos de ellos referidos a los personajes:

-El personaje que interpreta Dean Martin, aparte de que éste no esté nada gracioso en la película, se muestra como un cumpulsivo vividor. El estancamiento del personaje lo convierte en una figura canallesca. Cuando va a la caravana, muy avanzada la noche, borracho y buscando carne fresca, se me hace muy difícil creer que pudiera aceptar una negativa a sus pretensiones.

-El marido es un celoso patológico. A veces se muestra violento. Si no se detiene al personaje con una trama con final feliz, tragoediam habemus.

-La mujer es una amante mujercita de su casa pese a los edulcorados problemas de pareja que le acarrean los celos de su marido. Está buena y se sabe buenorra. Se desquita de la infidelidad de éste emborrachándose en el puticlub del pueblo. Faltan los muchachos de “Acusados” y ya tenemos un problema.

-El mecánico es un egoísta con alegría, dispuesto a que la vida matrimonial, y con ello la felicidad de su "amigo" se vaya al garete con tal de alcanzar sus descarcharrantes objetivos. ¿Acaso no adelanta al funesto mecánico de "Giro al infierno"?

-Kim Novak está muy guapa y su personaje es el más humano de todos. Sin embargo, es una figura en verdad triste, baqueteada por la vida y resignada a cumplir obedientemente su trabajo, sin rechistar y sin mala cara, y que, no obstante, sueña con ser la mujercita perfecta: La puta buena, “La dama de las camelias”, melodrama puro.

¡A reírse todo el mundo!
Talladal
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20 de septiembre de 2006
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra total y absoluta, ubicada en la mejor etapa de su genial autor y que alcanza la altura de las dos más míticas e inmejorables comedias de éste: "Con faldas y a lo loco" y, sobre todo, la insuperable "El apartamento".
Comedia deliciosa y de lo más original es una de las manifestaciones más ingeniosas que el cine haya hecho del sentimiento amoroso al ser una reflexión aglutinadora de todos los elementos que lo componen, incluida la azarosa y recíproca infidelidad (magistral y divertidamente plasmada). Comedia irónica, ácida y divertida pero a la vez romántica, sentimental y sentida, lo cual la convierten en un film irresistible y en una cima de su género.
"Bésame, tonto" es además una desmitificación de Dean Martin (quien tuvo otras muchas) y, especialmente, de una sensual y adorable Kim Novak como despeinada y romántica prostituta (el modelito inicial es un monumento a lo erótico).
A recordar momentos geniales: el camionero que rellena su mechero en la gasolinera; los jerseys de Waltson; todos los momentos del celosísimo Waltson también. A reivindicar.
kafka
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