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Críticas de esquizofran
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
10
15 de enero de 2008
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuándo sobre fondo negro, en letras romanas de poca patilla blancas (me gustaría saber cuál, por cierto), empiezan a sucederse los créditos del inicio ya es evidente qe estamos ante un film de Woody Allen. Por la característica tipografía, sí, y porque tras ella, tras el típico fondo negro, suena una música excelente.
Este falso documental versa sobre el mundo de El jazz y sobre un músico egocéntrico y genial, el segundo mejor guitarrista del mundo y el tercer jugador de billar del país, entregado a Euterpe y a Baco, un personaje intensísimo qe encuentra en ver pasar trenes y hacer diana en ratas (y en tocar jazz, claro) las fuentes de El placer de vivir.
Y también es cleptómano. Se dice y es un topicazo qe el cine de Woody Allen supera a toda terapia psicoanalista... desde luego el de la estatua en Oviedo lanza en varias de sus películas dardos contra la ciencia de las almas. También en Acordes y desacuerdos, a través de una escritora interpretada por la muy sensual Uma Thurman que trata de entender cómo es El ego de un genio. Ella pregunta, con profundo interés, si lo que le atrae de los trenes es la sensación de poder, de virilidad, qe representan. El genio, extrañado, pregunta y se pregunta si la rubia quiere acostarse con una locomotora.
Esa es, más o menos, la sencillez de los relatos de Allen, que no busca metafísicas ni subconsciencias ni las necesita para construir guiones llenos de simple y llana extravagancia... Cuando, estos, se hacen acompañar de una música maravillosa, se llevan a la pantalla mediante interpretaciones como la de Samantha Morton, tan dulces, tan enternecedoras, tan grandiosamente expresivas, y en el medio del potingue se coloca a Sean Penn, en su propio universo a lo largo y ancho de la historia, se consiguen películas de esas que se pueden ver una y otra y otra vez y otra vez más desde que los créditos del principio empiezan hasta que los del final terminan.
esquizofran
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8
24 de junio de 2009
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un regreso a Calabuch no lo puede hacer ni Berlanga. Ni si quiera él, que es tan grande, puede igualarse a sí mismo. Con estar a su propia altura es suficiente empero para hacer pasar un gran rato, para hacer una buena película.

Dicen que dicen que dicen que no es la mejor obra del artífice de algunas de las mejores comedias que nuestro rojigualda espíritu ha parido, y es cierto. Del mismo que las sonatas de Beethoven no son la novena sinfonía o El padrino III puede apartarse de nuestra filmoteca... pero si valoramos esta película por sí misma, es grandiosa; si la tratamos de encajar entre tanto tonto, penoso y vano intento de comedia que se ha hecho en nuestra nación de nacionalidades y naciones en los últimos años, sobresale; y si somos capaces de leerla entrelineas reiremos con la obra de un director que no tiene por qué dar explicaciones a nadie de sacar en un plano las hermosísimas tetas de Concha Velasco, en una obra llena de guiños a sus propias óperas que quedará muy bien despreciar (bien armados de referencias) en las facultades de Comunicación audiovisual.

Quítense las gafas de pasta, véanla o revéanla... y disfruten.
esquizofran
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9
11 de julio de 2008
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Nacemos pecadores? ¿Tan malo fue morder la manzana?
Si hay algo que nos une a los animales es nuestra capacidad de empatizar con su dolor físico. Con las personas, también en el dolor del alma.
Hay quien tiene el corazón como una piedra pero quien esté libre de pecado que tire la primera. La ternura hacia el semejante, la fraternidad... qué bellos sentimientos. La insumisión al instinto que practicamos los humanos nos ha dotado de razón y distinguimos bueno y malo, justo e injusto; pero, aun así, a lo largo del día nuestras reacciones, muchas, son instintivas: nos acercamos a lo agradable, evitamos lo asqueroso, sentimos el peligro y nos alejamos de él...
La racionalización de todo lleva a la misantropía, la desesperación y el ateismo. O quizá sea al revés, y la misogina (o cualquier otra suerte de sentimiento misántropo) y la incredulidad lleven a la racionalización de todo.
De alguna manera existen los mesías, claro está. Para bien, para mal, o para salvarnos.
esquizofran
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8
6 de septiembre de 2008
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Mujeres engañadas que prefieren negarse la evidencia, divorcios, cuernos, engaños, sexo anal explícito, familias que se rompen y violencia de género. Accidentes de tráfico, tensión emocional en la cena de acción de gracias. Corbatitas tejanas, grandes viajes entre lágrimas por la interestatal y las palabras precisas frente al reflejo de dos cuerpos abrazados en un lago.
Lentos planos de largos paisajes montañosos, con ovejas, verdes, reposados. Una banda sonora de cine y una interpretación sobresaliente que casi no luce entre la omnipresencia del estilo narrativo (y estético) del director, que impregna toda la película.
Una ópera de la soap-opera, pero una historia de amor como cualquier otra, a fin de cuentas.
esquizofran
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2
27 de mayo de 2008
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película para soportar acarameladamente en pareja, para adolescentes que pongan la foto de Hugh Grant en la carpeta, o para alimentar los sueñecillos de quien espere que aparezca un principe azul a acabar con las miserias de su vida.

Como ver esta película es como comerse a cucharadas un paquete de quilo de azúcar, la recomendaría a afectados de diabetes; también puede ser muy positiva en estados de extrema sensibilidad como por ejemplo un embarazo.
esquizofran
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