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Voto de Shikigami:
6
5,4
187
Drama
Francia, 1588. El rey Enrique III decide desembarazarse de su encumbrado rival Enrique de Lorena, duque de Guisa. Lo convoca a su castillo de Blois. A pesar de las advertencias de su amante la marquesa de Noirmoutiers, que sabe que se avecina un drama, el duque acepta, seguro de su autoridad. A la hora convenida, en el Cabinet-Vieux, será apuñalado por los guardias del rey. (FILMAFFINITY)
11 de agosto de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las difíciles circunstancias por las que atravesaba el reino de Francia a finales del siglo XVI se agravaron aún más por la muerte del futuro sucesor al trono, Francisco de Anjou, hermano de Enrique III.
Era una época de intrigas palaciegas, de pactos, de complots, de violencia promovida desde la Corte y la nobleza. De luchas de religión (hugonotes contra católicos) y de difíciles equilibrios por la hegemonía en Europa.
En esas, Enrique III había declarado heredero a Enrique de Navarra, hugonote, frente al otro pretendiente, el duque de Guisa, también de nombre Enrique, católico y aliado con Felipe II de España. Se conoce esta época como Guerra de los Tres Enriques.
Enrique III, para acabar con el poder de la Liga Católica, urde el asesinato del duque de Guisa. Esta conspiración es el argumento de la película, que no cuenta las circunstancias anteriores.
Mucho mejor verla acompañada de su música original, y si es en algún festival con música en directo, mejor. Aparte de que se trata de la primera banda sonora creada ex profeso para una proyección cinematográfica, sigue fielmente cada escena y cada movimiento y gestos del reparto. Hay que decir que por sí sóla es una excelente partitura del renombrado compositor Camille Saint-Saëns. Una joya, vaya.
La película es excesivamente teatral y con muy poco seguimiento de cámara. Más agilidad y diversidad de planos la hubieran convertido en una gran película. Todo esto se ve compensado por la ambición de la producción: se quería huir del cine como mero entretenimiento, darle un enfoque mucho más artístico y culto —de hecho, no tuvo una excesiva respuesta popular, pero cosechó excelentes críticas—. Se querían contar historias más elevadas para un público instruido, versado. No sólo eso: la trama tenía que estar perfectamente documentada, para ello se contó con el académico Henri Lavedan, que se documentó profusamente y mostró los detalles biográficos y ambientales muy fieles a la realidad histórica. Las escenografías son magníficas, y las personalidades de los personajes principales están tratadas acorde a lo que de ellos se sabe. Así, el rey Enrique III aparece como una persona intrigante, desconfiada y supersticiosa, con ademanes muy exagerados, mientras que el duque de Guisa se ve como una persona segura de sí misma, apasionada y con cierta arrogancia. Ambos encarnados magistralmente por los reconocidos actores de teatro Charles Le Bargy y Raphael Albert Lambert.
Era una época de intrigas palaciegas, de pactos, de complots, de violencia promovida desde la Corte y la nobleza. De luchas de religión (hugonotes contra católicos) y de difíciles equilibrios por la hegemonía en Europa.
En esas, Enrique III había declarado heredero a Enrique de Navarra, hugonote, frente al otro pretendiente, el duque de Guisa, también de nombre Enrique, católico y aliado con Felipe II de España. Se conoce esta época como Guerra de los Tres Enriques.
Enrique III, para acabar con el poder de la Liga Católica, urde el asesinato del duque de Guisa. Esta conspiración es el argumento de la película, que no cuenta las circunstancias anteriores.
Mucho mejor verla acompañada de su música original, y si es en algún festival con música en directo, mejor. Aparte de que se trata de la primera banda sonora creada ex profeso para una proyección cinematográfica, sigue fielmente cada escena y cada movimiento y gestos del reparto. Hay que decir que por sí sóla es una excelente partitura del renombrado compositor Camille Saint-Saëns. Una joya, vaya.
La película es excesivamente teatral y con muy poco seguimiento de cámara. Más agilidad y diversidad de planos la hubieran convertido en una gran película. Todo esto se ve compensado por la ambición de la producción: se quería huir del cine como mero entretenimiento, darle un enfoque mucho más artístico y culto —de hecho, no tuvo una excesiva respuesta popular, pero cosechó excelentes críticas—. Se querían contar historias más elevadas para un público instruido, versado. No sólo eso: la trama tenía que estar perfectamente documentada, para ello se contó con el académico Henri Lavedan, que se documentó profusamente y mostró los detalles biográficos y ambientales muy fieles a la realidad histórica. Las escenografías son magníficas, y las personalidades de los personajes principales están tratadas acorde a lo que de ellos se sabe. Así, el rey Enrique III aparece como una persona intrigante, desconfiada y supersticiosa, con ademanes muy exagerados, mientras que el duque de Guisa se ve como una persona segura de sí misma, apasionada y con cierta arrogancia. Ambos encarnados magistralmente por los reconocidos actores de teatro Charles Le Bargy y Raphael Albert Lambert.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Las distintas escenas, de encuadre general a modo de cuadros, son los siguientes:
1. En la cámara de la marquesa de Noirmoutier, esposa del duque de Guisa, le informan a ésta con una nota de que mantenga cerca al duque, que se avecina una conspiración contra él. El duque entra y no toma la nota muy en serio: escribe al final “¡No se atreverá!”
2. Vemos al rey Enrique III de Francia preparando con su guardia de gascones el asesinato del duque. Gran actuación de Le Bargy —codirector de la película junto a André Calmettes— encarnando a un meticuloso y ceremonial Enrique III.
3. Estamos en la sala del consejo del castillo de Blois, donde vemos a diversos miembros reunidos. El duque acude a la llamada del rey. Le enseña la nota a su hermano, el cardenal Luis de Guisa, partidario del duque. Se abrazan y el duque entra en los aposentos del rey.
4. En el dormitorio del rey, Louis de Revol, secretario de Estado del Enrique III, guía al duque al gabinete del rey.
5. Pasan por al antecámara, donde Louis le muestra la entrada al gabinete. (¡Qué precioso y logrado ejemplo de racord espacial en esta temprana obra!)
6. El duque de Guisa entra en el gabinete, donde está la guardia real. Muy expresivos los gestos de desconfianza del actor. Los guardias prenden al duque.
7. La guardia lleva al duque hacia el dormitorio, otra vez a través de la antecámara.
8. En el dormitorio apuñalan al duque. Sale el rey, que se asegura de que está realmente muerto. Pronuncia su famosa frase “¡Parece más grande muerto que vivo!” la cual leemos en un intertítulo.
9. En el cuerpo de guardia, los hombres ponen el cadáver sobre una mesa, le ponen una cruz de madera y se santiguan. Inmediatamente, lo arrojan a la chimenea encendida. Entra el rey y el secretario de Estado. Sus hombres muestran al rey el cuerpo consumiéndose en las llamas. Finalmente, entra la marquesa de Noirmoutier, que al ver el cadáver de su esposo, se enfrenta al monarca. Finalmente cae desmayada y se acaba la película.
No se cuenta en la película: el asesinato tuvo lugar el día 23 de diciembre de 1588. Un día después mataron a su hermano, también de la Liga Católica, el cardenal Luis de Guisa. Antes de un año, el papa excomulgó al rey Enrique III, y éste murió a manos de un fraile dominico. Tomó posesión de la corona el hugonote Enrique de Navarra que, ante la dificultad de reinar por las fuertes resistencias, se hizo finalmente católico pronunciando la famosa frase “París bien vale una misa”.
Una película muy interesante sobre el periodo inmediatamente anterior al del asesinato del duque de Guisa, donde se reflejan las convulsiones religiosas, políticas, dinásticas y amatorias del momento, es “La reina Margot”, del director Patrice Chéreau.
1. En la cámara de la marquesa de Noirmoutier, esposa del duque de Guisa, le informan a ésta con una nota de que mantenga cerca al duque, que se avecina una conspiración contra él. El duque entra y no toma la nota muy en serio: escribe al final “¡No se atreverá!”
2. Vemos al rey Enrique III de Francia preparando con su guardia de gascones el asesinato del duque. Gran actuación de Le Bargy —codirector de la película junto a André Calmettes— encarnando a un meticuloso y ceremonial Enrique III.
3. Estamos en la sala del consejo del castillo de Blois, donde vemos a diversos miembros reunidos. El duque acude a la llamada del rey. Le enseña la nota a su hermano, el cardenal Luis de Guisa, partidario del duque. Se abrazan y el duque entra en los aposentos del rey.
4. En el dormitorio del rey, Louis de Revol, secretario de Estado del Enrique III, guía al duque al gabinete del rey.
5. Pasan por al antecámara, donde Louis le muestra la entrada al gabinete. (¡Qué precioso y logrado ejemplo de racord espacial en esta temprana obra!)
6. El duque de Guisa entra en el gabinete, donde está la guardia real. Muy expresivos los gestos de desconfianza del actor. Los guardias prenden al duque.
7. La guardia lleva al duque hacia el dormitorio, otra vez a través de la antecámara.
8. En el dormitorio apuñalan al duque. Sale el rey, que se asegura de que está realmente muerto. Pronuncia su famosa frase “¡Parece más grande muerto que vivo!” la cual leemos en un intertítulo.
9. En el cuerpo de guardia, los hombres ponen el cadáver sobre una mesa, le ponen una cruz de madera y se santiguan. Inmediatamente, lo arrojan a la chimenea encendida. Entra el rey y el secretario de Estado. Sus hombres muestran al rey el cuerpo consumiéndose en las llamas. Finalmente, entra la marquesa de Noirmoutier, que al ver el cadáver de su esposo, se enfrenta al monarca. Finalmente cae desmayada y se acaba la película.
No se cuenta en la película: el asesinato tuvo lugar el día 23 de diciembre de 1588. Un día después mataron a su hermano, también de la Liga Católica, el cardenal Luis de Guisa. Antes de un año, el papa excomulgó al rey Enrique III, y éste murió a manos de un fraile dominico. Tomó posesión de la corona el hugonote Enrique de Navarra que, ante la dificultad de reinar por las fuertes resistencias, se hizo finalmente católico pronunciando la famosa frase “París bien vale una misa”.
Una película muy interesante sobre el periodo inmediatamente anterior al del asesinato del duque de Guisa, donde se reflejan las convulsiones religiosas, políticas, dinásticas y amatorias del momento, es “La reina Margot”, del director Patrice Chéreau.