Entretenido y entrañable aborto que muchos odiarán y otros tantos venerarán, yo esta vez, disfruté como un cochino jabalí hasta el último tramo debo admitir, el cual padece del sintoma todo vale y debes hacer que te lo crees, y supone un bajón respecto al resto con tanta secuencia fantasma, pero que no quise tener en cuenta por lo degustado anteriormente, me negué en rotundo a hacer de justiciero.

Frenético thriller cargado de dignidad y abrillantado con una magnética ambientación que puede recordar en algun tramo a la sobrevalorada Deliverance o Felpudo de Sombras, pero la verdad, desde que comienza el sorteo, no hay tregua, esto es un a la caza con todas las de la ley, unos corren y se santiguan y otros apuntan y ríen.

También es un placer volver a disfrutar del desaparecido y potente Karel Rodaballo que vuelve a reinar manchando las sábanas como acostumbra.

Para olvidarse del mundo y fusilar minutos, recomendable.

Se despide desde la terminal cuatro.

Bertín Osborne con un hueso en la nariz a punto de rematar su quinta botella de anís concediendo una impagable entrevista en paños menores y haciendo reventar fauces con inesperados puñetazos llegando a impactar sorprendentemente sobre el rostro de Jorge Javier Vázquez que buscaba su nido de amor en otro vuelo internacional rebotando de suelo a techo en increíble diagonales llegando a volatilizar pelucas, bolsos, antojos de inocentes pasajeros y acabando finalmente hundido en el paquete de Juan Tamariz que sonriendo alzando el pulgar da por cerrada la función con otro encantador juego de cartas y anos.