De lo que puedo extraer de haber visto esta serie es que es realmente un ejercicio de antropología.
Es fascinante poder ver como la ropa, las tecnologías y las modas que se suceden a lo largo de la década de los 90 se plasman en esta serie, de la misma manera que la rotulación del inicio de la serie, que cambia con el tiempo, según las modas de cada momento.

La serie muestra la relación de cuatro amigos totalmente diferentes entre ellos, pero que congenian de una manera sorprendente y simbiótica, y que en muchas ocasiones, da paso a situaciones absurdas y surrealistas.
Todo esto aderezado con el estilo de vida neoyorquino de los 90, en el que las salidas al cine o a cenar eran los planes de ocio habituales. No puede faltar la cafetería como punto de reunión donde encuentran su intimidad para discutir sus planes más banales, hablar de sus citas de una noche y desarrollar algunas de sus más locas ideas.