Et soudain, tout le monde me manque es una tragicomedia típica, y como tal posee aquello que imaginamos en tales películas, un poco de amor, un poco de humor, un poco de llantos... De lo que carece es de imaginación y de innovar. Esto no sería del todo malo, pero es que también carece de la capacidad de emocionar.

La emoción es una de las principales cualidades de este género y esta película la busca, pero de la forma más fácil, tiende al humor fácil y a la lágrima fácil, las relaciones entre los personajes son las esperadas, los diálogos lo de siempre.
Pero pide demasiado al espectador, este ha de rellenar los huecos, la película se limita a pasar de una escena a otra, se pelean, se enamoran,... pero sólo se nos muestra la acción, no lo que lleva a ello, deja lo más dificil al espectador. Los personajes nos son completamente ajenos, sus sentimientos son extraños para nosotros, ni el guión ni la dirección saben contarnos estos sentimientos, un ejemplo, un personaje pierde el trabajo, este recibe la noticia como si estuviese cerrado el estánco, no vuelve a comentarse nada al respecto.

Es completamente anodina. Cada 10 minutos se limita a rellenar la acción con alguna canción de cierta fama para parecer mejor a ojos del espectador.
Guión torpe, dirección mala, aunque realiza buenos movimientos de cámara, aunque no tan buenos pues se notan.
Las actuaciones cumplen, especialmente Michel Blanc, lo mejor de la película, también posee el mejor personaje.

En definitiva, para amantes del género que pidan muy poco, los demás abstenerse.