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España España · Jerez de la frontera
Voto de DavidFilme:
7
Terror. Drama Un hombre llega a la mansión de su amigo Usher y la esposa de éste, Madelaine. Usher está pintando un retrato de su esposa, pero, al tiempo que transmite la esencia vital al lienzo, la mujer va desfalleciendo. Cuando perece, será enterrada en la cripta familiar, pero Usher no cree en verdad en la condición mortal de su amada... Adaptación libre de la historia de Poe. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Caída de la casa Usher" (El hundimiento de la casa Usher) es una notable adaptación poética del clásico literario de E.A. Poe, dirigido por Jean Epstein. (“Coeur fidèle”, 1923). Roderick Usher manda a llamar a uno de sus amigos apesadumbrado por un sentimiento de incertidumbre y horror sobre él y su esposa. Obsesionado con terminar una pintura que está haciendo de ella, Usher se sumirá en una espiral de locura que le imposibilitará diferenciar ficción de realidad. Jean Epstein se embarca en la que se convertiría en su película más destacada y uno de los filmes más poéticos y visualmente atractivos del horror silente europeo. Basada en la obra del legendario escritor Edgar Allan Poe, Epstein reclutaría para ello a dos de sus más importantes colaboradores en el último tiempo, el cineasta español Luis Buñuel y el actor galo Abel Gance. Buñuel, sería clave para la estructuración del guión y para varios de los aspectos plásticos de la obra, mientras que Gance sería determinante en el aspecto interpretativo al imponer a su esposa Marguerite Gance como protagonista femenina. A la larga, la tensión entre Buñuel y Gance, determinaría el término de la colaboración entre Epstein y Buñuel en el futuro.

El film reunirá los aspectos narrativos claves de la literatura poeiana, a valorar la exploración de sentimientos de extrema nostalgia y depresión, algunas de las metafóras de horror más complejas desarrolladas por el genio estadounidense, como es la transposición de energía vitales y las temáticas asociadas a la obsesión con la muerte y el pánico al entierro prematuro, respectivamente. Así, en términos narrativos, el director y el guionista realizan una notable tarea de síntesis de la obra de Poe en un solo guión, adoptando algunos aspectos secundarios de la obra original en función de un relato esencialmente poderoso en imágenes pragmáticas. Introduciendo un elemento ominosamente maligno en torno a la Mansión Usher, a la cual los aldeanos se rehúsan a acercarse en el viaje del amigo de Roderick, que recuerda la negativa de los aldeanos de Transilvania de acercarse al castillo del Conde Orlock. Otro elemento narrativo que la dupla guionista altera es todo rastro del rasgo incestuoso de los hermanos Usher, convirtiéndolos en marido y mujer, decisión que hay que decirlo puede mermar un tanto el carácter sórdido de la relación de Roderick y Madelaine, pero que la trama termina por enfocarla en otro aspecto. Y ese aspecto no es más que la concentración del horror del entierro prematuro en la obsesión del marido por no creer en la muerte de su esposa, a diferencia de la insana tendencia psicológica de Usher de acabar con su estirpe por una cuestión de demencia.

Así, Epstein nos cuenta la historia del pintor obsesionado con terminar el retrato de su esposa sin percatarse que mientras más vida le da al lienzo, más fuerza emocional y vital parece robarle, a partir de un viaje visual surrealista y pesadillesco que claramente sumergió al espectador de entonces, y el actual, en una verdadera vorágine de postales oníricas y que sirvió de base artística para otros clásicos silentes expresionistas posteriores. De hecho, la cinta regala algunas de las postales góticas más destacadas del silente europeo de la mano de los fotógrafos Georges y Jean Lucas, como la impresionante secuencia en que trasladan el ataúd de Madelaine a través de un bosque, un lago y finalmente la cripta familiar circundados por un bosque de velas gigantes. Otro aspecto sobresaliente es el potente lenguaje simbólico del reloj de péndulo, la invasión del viento a través de los pasillos de la Mansión Usher, la presencia continúa de velas y velos que remiten a la muerte y al espíritu fantasmagórico de Madelaine y, por supuesto, la brutal batalla que Roderick sostiene con su cordura. Sin embargo, todo estas escenas y secuencias no son meros ejemplos de la inteligencia fotográfica del film, sino del concepto de montaje de Epstein. Tomando como base el enfoque vanguardista del montaje del cine soviético, el director no escatima en explorar todo tipo de estrategias de edición como ralentización, ingeniosos travellings a ras de suelo, primeros planos cerrados y claroscuros para construir su pesadilla gótica.

Las actuaciones son correctas, tiene en Jean Debucourt que interpreta a Roderick Usher, a su gran pilar interpretativo. Es cierto que puede resultar demasiado teatral, incluso para la época en que se estrenó el film, pero no cabe la menor duda que su histrionismo logra imponer un estado de nostalgia, tristeza y locura. La escena en la que Roderick no quiere que sellen con clavos el ataúd de su esposa es un buen ejemplo de ello, su impotente y horrorizada mirada mientras ve como el médico y su amigo ponen los clavos, es sobrecogedora. También, su trabajo gestual facial es destacable, aunque sea en definitiva la técnica de contrapicado de los Lucas la que refuerce y logre transmitir la idea de locura en su personaje. Marguerite Gance encarnó a Madelaine Usher, que en esta versión es la esposa de Roderick. Si bien es cierto su vínculo directo con el amigo y colaborador de Epstein, la actriz francesa demuestra ser la musa que tanto Roderick como el propio director requieren para este poema visual, siendo su descomposición emocional y sus apariciones fantasmales interesantes. Completan el reparto Charles Lamy como Allan, el amigo que visita a Roderick. Fournez -Goffard como el médico. Y el mismo Abel Gance como uno de los clientes del bar.

En definitiva, una onírica y, a la vez, perturbadora, pero no por eso menos interesante y reivindicable versión del clásico literario de Poe, que brilla con luces propias y que requiere con total urgencia ser descubierta por más cinéfilos. Un terror sutil pero continuamente presente en esa atmósfera siniestra, fantasmagórica y sobrenatural. Ese terror que no se ve pero se siente, ya que solo basta ver las cortinas ondeando por el viento, con esa niebla en todas partes, para sentir el terror mas auténtico.
DavidFilme
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