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Críticas 315
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
3 de febrero de 2019
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Green Book" es una historia real de amistad muy conmovedora de dos personas totalmente diferentes, algo que hubiese sido improbable de no ser por la relación que se formó entre un virtuoso pianista negro y el portero de un club de Nueva York, que fue contratado como chofer para llevarlo a una serie de conciertos, a través de un territorio hostil que es el sur de los Estados Unidos en los años 60.

El título de la cinta es una referencia a "El Libro Verde de los viajeros negros". Publicada de 1936 a 1966, una guía que ayudaba a los viajeros afroamericanos a encontrar alojamiento, restaurantes y otros lugares donde no tuviesen problemas.
El racismo que imperaba en aquellos años, contrasta con la personalidad de este gran pianista que da conciertos muy exclusivos a gente muy adinerada, teniendo que soportar continuos ataques humillantes a su persona por el color de su piel.

Es una historia que de una forma u otra, ha sido contada en el cine muchísimas veces. Pero ya no importa lo que se cuente, importa el cómo, y para muchos, es posible que el final sea predecible, pero creo que como he dicho antes, lo importante es como se desarrolla la trama, como te conducen hacía ese final.
Y han sabido hacerlo de maravilla.

Las actuaciones son sencillamente espectaculares, Viggo Mortensen está sublime interpretando a Tony Lip, (personaje visto en Los Sopranos y que ha tenido papeles en varias películas de Martin Scorsese) Italoamericano, chulo, rechoncho, parlanchín, rudo, pero de buen corazón. Mahershala Ali como el compositor y músico Don Shirley, un hombre muy culto y solitario. Lo borda.

En definitiva, Green Book es de esas historias que te hacen sentir bien, sobre dos mundos diferentes que se unen ante las dificultades, superando los prejuicios y consagrando una buena amistad. Maravillosa película.
24 de enero de 2018
21 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Tres Anuncios en las Afueras" es una interesante y brillante tragicomedia, dirigida por Martin McDonagh y protagonizada por Frances McDormand. Un drama sobre el dolor y la ira con mucho humor, todo se mezcla en simbiosis fabulosa, deriva en un fresco punzante de la América profunda. Una magistral (Frances McDormand) en su mejor papel en pantalla, interpreta a Mildred, una madre que acaba tomando una actitud inusitada tras meses de espera y de ver como la investigación por la muerte de su hija no avanza y todavía no hay rastro del culpable. Siete meses atrás, Mildred perdió a su hija víctima de un brutal crimen que sacudió la ciudad. Como el caso estaba siendo dejado de lado tanto por los medios de comunicación como por la propia policía, ella decide alquilar tres vallas publicitarias para presionar al sheriff (Woody Harrelson), que aparentemente parece estar demasiado relajado y poco involucrado en la resolución del asesinato. Sin embargo, el Sheriff Willoughby reacciona y se reúne con Mildred para explicarle que lo ha intentado todo, además de pedirle que retire los carteles. Mildred se niega, una decisión que, en un principio, pudiera verse como de una mujer sin corazón, fría, enseguida comprenderemos que la realidad es muy diferente, simplemente no puede permitirse el lujo de ser amable.

Vemos a una mujer que lo ha perdido todo, a su hija, a su marido, (ahora saliendo con una adolescente de 19 años) y, a su hijo, enojado, porque las vallas le han vuelto a reabrir las heridas por el recuerdo de su hermana. De ahí que, a nuestra anti heroína Mildred, solo le quede la ira y mantener el asesinato de su hija públicamente. Sin embargo, la venganza puede traer consecuencias inesperadas. Mildred Hayes ha sido violentada y debe ser expiada. No utiliza armas para castigar a los perpetradores, sino tres grandes vallas publicitarias. Ella no utiliza las balas para combatir sino las palabras. El director intenta transmitir en esta cinta un sentido de la venganza diferente a lo acostumbrado en películas sobre este género. Durante mucho tiempo, el cine estadounidense nos ha enseñado que la violencia es la mejor arma para hacer justicia. McDonagh no está muy convencido de ello y encontró una manera magistral de compartir sus dudas. Al mismo tiempo, hace una sutil crítica al abuso de poder de las fuerzas policiales estadounidenses, las cuales parecen demasiado ocupadas haciendo la vida imposible e insoportable a las personas de color, en lugar de preocuparse por mantener la ley y el orden. El personaje que mejor encarna la ambigüedad de la relación de los estadounidenses con su fuerza policial es el interpretado por (Sam Rockwell) que aparece como un individuo particularmente detestable.

Una historia abrasiva, en la que se entrecruzan personajes desgarrados y amargados, salpicada de humor cáustico y de momentos de ternura profunda, y en la que asistimos a ciertos pasajes de lucidez extrema. Diálogos secos, sin ninguna concesión a envoltorios suavizantes. El film se mueve en dos planos. Uno individual, en el que se deslizan las historias de los personajes y otro más coral, en el que el director satiriza la parte más reaccionaria no solo de la América profunda, sino de todo el mundo. Y en medio de toda esa rabia y estulticia, asistimos a la evolución de un personaje que, en cierta forma, abre un atisbo de inteligencia y redención de la que tan necesitado está a veces el ser humano. La Banda sonora es fundamentalmente country de gran nivel y que enlaza perfectamente con ese pueblo sureño, con vestigios de racismo, homofobia y violencia. Todos los aspectos de la cinta tienen una factura exquisita pero me gustaría destacar especialmente su fotografía. Ben Davis hace un magnífico trabajo en el trato del color oscureciendo los momentos tristes, llenando de luz los alegres o incomodándonos con esos sutiles toques rojos cuando algo malo amenaza con ocurrir. Todo, en cada plano, acompaña el sentido y sensaciones de la historia y, en consecuencia, el espectador lo toma como suyo viviendo todo como si realmente fuera un habitante más de ese pueblo.

Las actuaciones son inmejorables, los personajes están maravillosamente dibujados, incluso los secundarios, son ambivalentes y van más allá de los clichés con los que inicialmente fueron creados. A través de diálogos absolutamente magníficos y dolorosamente honestos, atrapando al espectador desde un inicio por su impecable desarrollo narrativo. Apenas se siente el peso de la película en las espaldas de Frances McDormand, a pesar de que acapara cada plano, cada escena con su espectacular interpretación. Alejada de lo políticamente correcto, Mildred Hayes es todo un ejemplo de mujer batalladora que cree en sus convicciones y no teme nada. Woody Harrelson, interpreta al "poli bueno" el jefe de policía Willoughby, una figura incorruptible de Ebbing, ciudad pequeña perteneciente a Missouri. Sam Rockwell es el (poli malo) ayudante de Willoughby, encarna al oficial Dixon, con una interpretación extraordinaria. Dixon es un sujeto torpe, racista, homófogo y completamente inmaduro. Sin embargo, McDonagh consigue realizar un increíble ejercicio de contorsionismo en el guion para jugar de manera prodigiosa con la evolución y el desarrollo de este personaje, como si se tratara de un fascinante truco de magia. La presencia de Sam Rockwell centra toda la atención de la pantalla cuando McDormand no aparece en escena.

En definitiva, es una película que toca varios palos a la vez, no sólo el tema de la violencia dentro de la familia, sino también habla de racismo, de amistad, del amor... Un film irónico, mordaz e incluso con escenas que provocan risas, mostrando el ser bondadoso de los habitantes de Ebbing. Posteriormente, se convierte en el pensamiento lógico de la inutilidad de la violencia. Para llegar al final, donde varios personajes soportan un dolor emocional y físico extremo. En el desagradable y sangriento desenlace donde hay momentos de expiación y redención.
4 de febrero de 2021
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Posesión" es un sorprendente y perturbador film de terror psicológico, dirigido por el controvertido director polaco Andrzej Żuławski. Berlín, años 80. Cuando Marc regreso de su trabajo como espía internacional, encuentra muy cambiada, perturbada y hostil a su esposa Anna. Luego de que la relación se vuelva insostenible y violenta y ésta le confiese que tiene un amante, Marc se embarcará en buscar respuestas que lo llevarán a descubrir una verdad monstruosa. A principios de los 80s, el polémico director Andrzej Żuławski encontraría finalmente cierta lucidez para expulsar sus demonios y embarcarse en su próximo proyecto cinematográfico, la cual terminaría por convertirse no sólo en su mejor película, sino en una de las experiencias de horror más impresionantes, angustiantes y subversivas de la segunda mitad del siglo XX. Żuławski se vería envuelto en un tormentuoso quiebre amoroso con la actriz Malgorzata Braunek, quien había protagonizado su legendario y prohibido film “Diabeł” y de quien se divorciaría en 1976. Durante este tiempo, la relación entre ambos se había deteriorado a tal punto de llevar a episodios de violencia física y psicológica que el director resumiría en la dramática experiencia de haber encontrado a su hijo de 5 años abandonado por su ex mujer y un estado de higiene deplorable, cubierto de mugre y mermelada.

No obstante, no es exagerado señalar que la concepción de la cinta se convirtiera en un verdadero exorcismo para el director, quien durante este difícil periodo no abandonaría sus pensamientos suicidas. De esta forma, sumergido en su propio infierno, Żuławski comenzó a escribir el guión basándose principalmente en su quiebre matrimonial e incorporando una serie de elementos narrativos, psicosociales y subtextos políticos que bien vale la pena detallar. En primer lugar, advertimos una ruptura inusual y especialmente violenta, que adopta un giro extremadamente desagradable hacia un colapso psicológico que recuerda a “Repulsion” de Roman Polanski y que se intensifica hacia alguno tipo de representación de surrealismo y horror biológico en la línea de “Eraserhead” de David Lynch. En segundo lugar, nos encontramos con la entidad diabólica que posee a Anna y Marc, la que se trata de una cruda metáfora de varios estados psicológicos alterados, en la forma de un monstruo pulpoide, que claramente remite al mundo pesadillesco de H.P. Lovecraft. De esta forma, está la psicosis de Anna, la conciencia inquisidora de Marc que no acepta la traición de su esposa y las tóxicas relaciones que estos tienen con personajes secundarios como Margie y Heinrich, amiga y amante bisexual de Anna respectivamente.

En tercer lugar, en tanto, es por eso que ambos crean un doppelgänger ideal de su pareja para tratar de escapar de la descafeinada y esteril relación amorosa que viven, ella creando un amante incansable que siempre está a su lado y él haciendo lo propio con una profesora que, además de amable y no pedirle cuestas de nada, asume mucho mejor sus triples labores de madre, esposa y trabajadora. En cuarto lugar, es posible identificar un ataque tan frontal como entre líneas a dos de las instituciones consideradas más sagradas por el Cristianismo Occidental: La Iglesia Católica y la familia, lo que le sumaría otro punto a su controversial estructura y mensajería narrativa. Żuławski recalca su emblemático ateísmo dejando una vez claro que Dios no existe que se refleja en la construcción y consolidación de esta deidad monstruosa a la cual Anna rinde culto en cuerpo y alma pero que no es más que el fruto de la brutal crisis matrimonial con Marc que bebe directamente de “The Brood” de David Cronenberg e inspira a la futura “Antichrist” de Lars von Trier. Por otra parte, el director enrostra a esta sociedad cínica y amoral la evidente vulnerabilidad moral y valórica de la familia como ente social, a través de la violencia intrafamiliar, pero especialmente el abandono a Bob.

Las actuaciones son extraordinarias e impactantes de la mano de una inmensa Isabelle Adjani y un eficiente Sam Neill. La talentosa actriz francesa nos regala una impresionante, desgarradora y perturbadora interpretación donde se refleja en varias secuencias notables de histrionismo y manejo de contención y liberación de emociones, De hecho, gracias a su doble interpretación de Anna y Helen, obtendría el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes de 1981 y al César en la misma categoría, sin embargo, se traduciría en una experiencia traumática y agotadora. Por su parte, el joven y desconocido actor neozelandés Sam Neill ofrece uno de sus mejores trabajos interpretativos como Marc, esposo de Annam. Neill interpreta a un personaje que lejos de parecer una víctima ante la infidelidad de Anna, se muestra tan obsesivo, manipulador y violento, tan alterado e inestable como su esposa y que no encuentra, a pesar de sus poco acertados intentos, el camino que le permita acercarse nuevamente a su esposa. El resto del reparto lo completaron Heinz Bennet como el drogadicto y bisexual amante de Anna. Margit Carstensen encarna a Margit Gluckmeister como la mejor amiga de la mujer. Johanna Hofer como la madre de Heinrich. Carl Duering es el Detective. Y Shaun Lawton como Zimmermann.

En definitiva, una verdadera experiencia tan grotesca y enfermiza como fascinante y surrealista que debe estar entre las más honestas, poéticas y extremistas formas de horrorizar y perturbar. La diversidad de géneros que la película abraza, desde el horror y el terror, pasando por el suspenso y el drama, hasta la fantasía y el surrealismo más extremo la convierten decididamente en una experiencia tan alucinante como perturbadora. Donde dentro de todo simbolismo, habrá espacio para explorar la literalidad de la muerte del amor en la metáfora de la infección de la locura como principal vehículo narrativo de esta experiencia cinematográfica que incluye varias señales inequívocas de estados emocionales enfermizos y convalecientes.

FilmeClub.com
11 de julio de 2018
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Barry Seal: El Traficante", es una cinta basada en hechos reales. En la década de los años 80s, después de haber trabajado como piloto de la TWA ( Trans World Airlines), la mayor aerolínea estadounidense, Barry Seal se convierte en narcotraficante del Cartel de Medellín, al lado de Pablo Escobar y Carlos Lehder. Más adelante es reclutado por la CIA como mercenario para realizar labores de inteligencia para ellos. Además se convierte en un informante de la DEA, debido a sus conocimientos en la materia. Cuenta de una manera correcta la vida del hombre que engaño a todos, sus influencias en el narcotrafico, con la CIA, la DEA y la casa blanca, incluso esta película se rodó en Medellin, lo cuál es un grandísimo acierto ya que casi toda la trama tiene lugar en Colombia y tambien en varios países de América, Guatemala, etc.

El film cuenta con buen ritmo, nunca aburre y te metes en la trama hasta el final, la ambientación está genial y la recreación de los años ochenta es estupenda, las escenas con la avioneta son geniales y el final es tremendo. Doug Liman imprime ritmo trepidante gracias a una de sus marcas habituales como es una labor de edición arrolladora, con cambios constantes de escenarios, con persistentes elipsis, confrontando con personajes iconos de nuestra cultura popular ochentera, con inclusión de imágenes de archivo para reforzar la sensación verité, donde la información nos llega en torrente, sin apenas tiempo para procesarla, quizás con la intención de no verle las enormes costuras que se deshilachan por su nula hondura, esto deriva en falta de intensidad, pero potencia su humor, hace que llegue a una mayor gama de público, en detrimento de entrar con bisturí en la verdadera personalidad de este controvertido protagonista. Ello con un enfoque ambiguo sobre el Sueño Americano a través del delito, enmascarado de patriotismo.

Una superficial sátira sobre unos convulsos tiempos donde la era Reagan mezcló en un totum revolutum inquietante, guerra contra las drogas, tráfico ilegal internacional de armas orquestado por la CIA. Una radiografía demasiado trivial de una era y un entorno geosocial emponzoñado de intereses tóxicos, la historia oculta de una nación que predicaba con algo que en la trastienda pervertía, siendo epítome de estas maquinaciones el personaje encarnado por Donhnall Gleason del burócrata de la CIA que trabaja en un cubículo, y que desde allí pergeña estrafalarios planes en las cloacas de los estados. En una urbanización, todo lineal, sin apenas sobresaltos en su devenir, un esbozo sarcástico, narrado con nervio, pero sin entrar en la complejidad que se haya tras lo narrado.

Las actuaciones son notables, Tom Cruise que no es santo de mi devoción, siempre ha sido un actor que no me transmitido, exceptuando alguna que otra película. Aquí tengo que decir que me ha sorprendido, carga con todo el peso de la trama e interpreta un personaje que le queda como anillo al dedo, se nota que se siente bastante cómodo. El resto de reparto cabe decir que están correctos, aunque tengo una gran queja con respecto a los actores que interpretan a Pablo Escobar y a Carlos Lehder, sobretodo con el de Escobar, Mauricio Mejía, un actor de la tierra (Colombia) al cual, y en mi opinión, le queda muy grande el personaje de Pablo Escobar.

En definitiva, me he encontrado con una agradable sorpresa. Una película muy bien rodada, con una historia interesante y bien contada, acompañada por un actor principal que está muy bien y que dura lo justo para mantener un gran ritmo durante todo el metraje. El trabajo de dirección se complementa con un magnífico guión, para dar como resultado una cinta bastante entretenida e ilustrativa, puesto que a pesar de exponer situaciones graves como el intervencionismo y el narcotráfico, la historia se trabajó de forma que el mensaje pudiera transmitirse de forma ligera, aminorando la carga con elementos cómicos muy atinados y sobre todo planteando los hechos de forma imparcial para que sea el público quien tenga la última palabra al realizar sus juicios acerca de la vida del polémico piloto.
3 de junio de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"13 Fantasmas" es un entretenido remake del film homónimo de 1960 de William Castle, dirigido por Steve Beck. Una familia que acaba de sufrir la pérdida de la madre y su hogar a causa de un incendio, recibirá como herencia una extraña y moderna casa que guarda espantosos secretos. De esta forma, el propietario Cyrus Kriticos deja en herencia la mansión a su sobrino Arthur, lo hará en realidad con la intención de utilizarlo para fines diabólicos que luego conoceremos y en donde el abogado tiene un rol absolutamente secundario al incluir a dos videntes y expertos psíquicos que trabajan para el cazador de fantasmas. El film propone un maquiavélico cazador de fantasmas y ambicioso plan diabólico que consiste en capturar y encerrar a violentos fantasmas en una especie de zodíaco negro para conjurar al diablo y un poder sobrenatural. Se trata de un villano inteligente y cruel que no tiene escrupulos en involucrar a su sobrino e hijos y así reunir y esclavizar en la máquina de Basilio a los 13 fantasmas que necesita para cumplir con su objetivo. Y a propósito de la máquina de Basilio, el complejo dispositivo medieval constituye otra de las claves narrativas para la evidente efectividad del filme. Construida en el siglo XVI, la máquina metálica tiene un mecanismo giratorio que va alineándose a medida que los fantasmas aparecen y les permite desplazarse libre e impunemente por la casa.

La máquina está alojada en el interior de la casona fabricada por Cyrus Kriticos a partir de un material ficticio conocido como ectobar, de apariencia transparente y de alta durabilidad, que incluye un complejo sistema de paredes transparentes y movibles que forman una especie de laberinto. Estas paredes contienen una serie de conjuros escritos en latín que sirven de protección contra los fantasmas cuando las paredes se mueven y permiten el ingreso de los espectros. El punto anterior nos lleva a un narrativo que la cinta sabe explotar de una forma interesante y morbosa. Me refiero a los espíritus atrapados, los cuales tienen un trasfondo bastante violento y están dispuestos en orden desde el menos al más dañino y peligroso. De esta forma, el primero es el Hijo Primogénito, el fantasma de Billy Michaels, un niño malcriado que gustaba jugar a los vaqueros y resultó muerto accidentalmente por una flecha metálica. Le sigue el Torso, el espeluznante espectro de Jimmy Gambino, un apostador que termina descuartizado por la mafia. La Mujer Amarrada, es el fantasma de Susan LeGrow, una adolescente asesinada por un pretendiente en su noche de graduación. Luego, tenemos a la Amante Marchita, que no es otra que el fantasma de Jean Kriticos, la esposa de Arthur Kriticos, el heredero de la mansión, que murió lastimosamente en el incendio que los dejó en la calle y que no constituye ningún peligro.

El quinto espectro es el Príncipe Desterrado, en vida Royce Clayton, talentoso ex jugador de béisbol que murió en un accidente de tránsito y que suele atacar con un bate de béisbol. La siguiente es la Princesa Enojada, el fantasma de Dana Newman, una hermosa joven obsesionada con la belleza y defectos físicos que sólo ella veía y que luego de abusar de las cirugías plásticas y sufrir una accidental operación ocular, decide suicidarse con un cuchillo. Por otra parte, el fantasma de Isabella Smith, colona inglesa del siglo XVII conocida como la Peregrina, que luego de ser acusada de brujería y salvarse de un incendio intencional, es condenada a morir de hambre en el cepo. Les siguen la pareja del Niño Deforme y la Madre Hiriente, que tienen uno de los más espeluznantes trasfondos. Margaret y Harold Shelburne fueron dos fenómenos circenses, madre e hijo producto de la violación que la enana mujer sufrió en el circo donde trabajaba y vivía. Los últimos tres son los más peligrosos y letales. El Martillo fue alguna vez George Markeley, un herrero que fue acusado injustamente de robo. Luego de negarse a exiliarse y ver el linchamiento de su familia, mató a los responsables y fue capturado, se le mutiló un brazo y se le encadenó para luego clavarle decenas de clavos de ferrocarril en el cuerpo. Le sigue el Chacal, el fantasma de Ryan Khun, implacable violador y asesino de mujeres que tras intentar recuperarse en un manicomio, empeoró al punto de suicidarse en un incendio en el inmueble, tiene una jaula en la cabeza y una camisa de fuerza desamarrada. Finalmente, el Aniquilador o el espectro de Horace Mahoney, fue un desequilibrado desfigurado que desarrolló una carrera como chatarrero debido a su descomunal fuerza y como asesino en serie de autopista.

Las actuaciones son más bien flojas, el único que realmente destaca en el reparto es F. Murray Abraham, que interpreta a un Cyrus Kriticos villano maquiavélico, inteligente y elegante, pero al que el director pudo incluso sacar más provecho. Tony Shalhoub, que personifica al protagónico Arthur Kriticos, en tanto, no logra nunca acomodarse y, por tanto, ofrecer la actuación empática de un personaje que obligatoriamente lo exigía, sobre todo por su rol en la completación de los 13 fantasmas. El trío juvenil secundario queda un tanto al debe empezando por Embeth Davidtz y Shannon Elizabeth, que interpretan a la médium Kalina Oretzia y a Kathy Kriticos, la hija de Arthur, en gran parte porque sus personajes no tienen profundidad. Un poco mejor, aunque muy hiperventilado, está el histriónico Matthew Lillard que encarna al médium Dennis Rafkin y resulta tener mayor carisma que el personaje de Shalhoub.

En definitiva, una cinta entretenida, sin grandes pretensiones de guión y con unos actores bastante planos. Que tiene su mayor mérito en un cuidadoso diseño de producción, decorados y maquillaje y un tratamiento más oscuro de los fantasmas, que le entregan una frescura un interés inusual. No es una película de terror adolescente al uso, es original, con un estilo visual diferente e intentando montar una historia excéntrica a más no poder y que puede resultar atractiva al espectador.
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