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Alexander Nevsky

Drama. Aventuras Siglo XIII. Relato épico sobre el príncipe Alexander Nevsky, que defendió victoriosamente el norte de Rusia del ataque de los teutones: la batalla se libró sobre la superficie helada del lago Peipus. También tuvo que hacer frente a la invasión de Rusia por el ejército mongol dirigido por Gengis Khan. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
5 de octubre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una de las mas sobrevaloradas películas que me ha tocado en ver, donde el prestigio y fama de su director, parecieran suficientes para motivar en forma instantánea las mas altas calificaciones, todas a mi entender sin fundamento alguno. Sobrevaloración que no solo le alcanza al film propiamente dicho, sino a su partitura, de mi muy admirado Sergei Prokofiev, la que me parece absolutamente fuera de tono de la película en su totalidad.
Digo todo esto fundamentalmente porque si bien la película arranca contando una buena historia, y lo que podría haber sido un film épico de proporciones propagandísticas notables, y atendiendo a la capacidad de su director para llevar a la postre un resultado fructífero, termina arruinándose sin más por situaciones que rozan la hilaridad.
Las actuaciones son extremadamente malas, los personajes están construidos como si fueran sacados de dibujos animados, y las escenas de batalla, además de ser extremadamente aburridas, parecen coreografiadas en forma improvisada en un club barrial cercano. Solo parecería quedar ese tono amenazador dirigido ya a la Alemania nazi que amenazaba en esa época con invadir la URSS, pero absolutamente nada más. Para el olvido más absoluto. Envejeció y muy mal.
Fritz Lang
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24 de enero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es mi película favorita de Eisenstein, aunque se le deben reconocer muchos méritos. No merece la pena extenderse en el tono panfletario de la peli, que a día de hoy resulta casi ingenuo, pero sí es cierto que ese afán por adoctrinar a las masas hace que esta obra pierda parte de su fuerza dramática, y que su tono deliberadamente épico nos suene muy edulcorado. Y ello a pesar de que Eisenstein busca impresionar al espectador mediante escenas explícitamente dramáticas (matanza de niños). La dirección de actores deja bastante que desear. Es obvio que Eisenstein se sentía más cómodo rodando escenas de masas que desarrollando un personaje de modo tradicional, haciéndolo evolucionar a lo largo de un argumento. Los diálogos son planos y excesivamente artificiales, casi ampulosos en busca de ese tono grandilocuente que lo invade todo.

Dicho ello, no puede negarse la belleza de la mayoría de sus planos. A día de hoy puede parecer una tontería, pero me parece increíble que en el año 1938 se pudiese rodar una película con tantas escenas de multitudes, nada menos que batallando de un modo sangriento, y que resulten dramáticas incluso a día de hoy. Actualmente, las escenas de multitudes siguen siendo una asignatura pendiente para muchos directores, y Eisenstein ya se movía como pez en el agua hace 75 años. En ese sentido, la película marca una cota muy difícil de superar. Aquella generación de cineastas soviéticos no se ha vuelto a repetir, quizá no se repita nunca. Es otro modo de concebir el cine. Destaco también la fuerza impactante de los escenarios (la ciudad, el lago helado...) y el juego constante de los símbolos (las imágenes religiosas, el clero, los trajes de los soldados, los cascos...). También destaca el ejército entendido no como instrumento del poderoso o del gobernante, sino como un gran ente colectivo con alma propia (materialización de la voluntad del pueblo), compuesto por los pequeños seres que se sacrifican y luchan de un modo gregario en pos de un objetivo común y superior: la defensa de su identidad.

En otros sentidos, la película ha envejecido peor. El recurso a la cámara rápida repele al espectador de hoy, aunque en su época, seguramente, sería la repera. La música de Prokofiev es una obra maestra por sí sola, aunque no siempre casa bien con las escenas. Al menos, ésa es mi opinión, que quizá pueda estar condicionada con la calidad de la copia que he visto...

En fin, "Alexander Nevsky" es una película que debe verse si se quiere entender el cine en su conjunto. Es muy disfrutable en buena parte de su metraje, pero está demasiado condicionada por su vocación de adoctrinamiento a un público casi analfabeto en la URSS de los años 30, y que por ello no ha aguantado del todo bien el paso del tiempo.
rober
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10 de febrero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es ningún secreto que las películas que realizó el director soviético Eisenstein como Oktyabr (Octubre, 1928) o Bronenosets Potyomkin (El Acorazado Potemkin, 1925) ensalzaban las virtudes del nuevo régimen formado a partir de la revolución de 1917. Todas ellas sirvieron como filmes de propaganda para mostrar las virtudes y necesidades del nuevo gobierno. Le sucede igual a Alexander Nevsky (Alexander Nevsky, 1938) que sin embargo cruza la línea del maniqueísmo más torpe para ofrecernos una historia que a pesar de estar ubicada en el siglo XIII, tiene claras alusiones al momento en que se realizó, justo sólo un año antes de que los alemanes decidieran invadir Polonia.

Efectivamente, Alexander Nevsky es un filme basado en hechos reales. La trama de la película se centra en la figura del personaje histórico que da título a la obra. Alexander Nevsky fue un gobernante que dirigió las tropas contra la invasión de los pueblos extranjeros que amenazaban “Rusia” en aquellos años. Lo cierto es que Rusia aún no existía como entidad política (en lo que era la región más occidental había diversos principados y reinos y en su parte oriental estaba prácticamente despoblada o regida por pueblos asiáticos), hecho que el filme elude para poder favorecer el mensaje de propaganda. La cuestión es mostrarnos a Alexander Nevski como un doble del propio Stalin, un héroe capaz de derrotar al enemigo exterior que se cierne de manera amenazante sobre la nación. El propio director afirmó que se realizó el filme con la intención de combatir al fascismo, una amenaza que se agigantaba sobre Europa, representada en los caballeros teutones[1]. El texto final que introduce el director resulta un verso bastante predictivo “Quienquiera vendrá a nosotros con una espada, de una espada fallecerá”.

En efecto, las órdenes teutónicas que intentaron conquistar en el siglo XIII las provincias de la actual Rusia son una evidente metáfora que emplea el filme para hablarnos de la amenaza nazi. El pueblo ruso pues, deberá defenderse de los germanos, tal y como ya lo hizo en los tiempos de Alexander Nevski. Los buenos y los malos aparecen definidos en un maniqueísmo que no era nuevo en la filmografía de Einsenstein, pero que aparece en el filme de manera muy amplificada. Los teutones son unos monstruos que aparecen definidos con todos los rasgos negativos.

Ya desde el vestuario se puede apreciar la diferencia entre los diversos pueblos. Los Germanos aparecen vestidos prácticamente de manera uniformada (como los Nazis) y mostrando las enormes cruces que adornan sus trajes. La película también nos muestra el choque entre civilizaciones y religiones opuestas. El filme oculta de manera sutil el hecho de que el propio Nevsky fuera canonizado por la iglesia ortodoxa tres siglos más tarde de los hechos que nos muestra el filme (recordemos el Ateísmo de la URSS). Los Teutones, altos y rubios (físicamente muestran claras diferencias con los rusos) son unos carniceros que realizan matanzas con las ciudades que capturan, mientras que los soldados de Nevsky liberan una vez ganada la gran batalla a los prisioneros. Continuamente el filme pretende mostrar las diferencias entre las dos civilizaciones, sin temor por caer en la brocha gorda.

En un momento determinado de la película, la gente de Novgrod acude a Nevsky para pedirle ayuda en defensa de su ciudad. El responde que no está ahí para defender Novgrod, sino a Rusia. Las intenciones de Eisenstein con la película eran claras, refundar el mito de Nevsky convirtiéndole en un héroe nacional, no sólo regional. Poco importa que el verdadero Nevsky poco tuviera que ver con el personaje romántico que nos presenta Einsenstein, porque lo cierto es que sobre el personaje real poco se conoce. Cuando el cineasta soviético decidió encargarse del filme, sabía que hiciera lo que hiciera sería aceptado precisamente por este desconocimiento historiográfico[2]

Si por algo es recordada la película, es por la brillante utilización de la puesta en escena (algo que no sorprende viniendo de un director como Einsenstein). Más de un tercio del filme está destinado a la batalla final entre teutones y los pueblos rusos, que tuvo lugar en el lago Peipus. Realmente épica, la batalla está coreografiada como si fuera un Ballet, de tal manera que los avances y retrocesos de los soldados de un bando y otro no son más que movimientos rítmicos (no hace falta decir que también ayuda sobremanera el montaje del filme) y preparados como una gran danza. A ello se le suma la música del excelente compositor Profokiev, quien realizó la banda sonora que emplea la película, y que alcanza auténticas cumbres artísticas.

[1] TAYLOR,Richard, Film Propaganda: Soviet Russia and Nazi Germany, Ed. I.B Tauris, New York 2006, p. 87

[2] DOBRENKO, A, Stalinist cinema and the production of history : museum of the revolution, Ed. Edinburgh University press, Edinburgh 2008, p. 76

https://neokunst.wordpress.com/2015/02/10/alexander-nevsky-1938/
Kyrios
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22 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso como esta obra de Eisenstein, figura clave en la creación del lenguaje cinematográfico como separado de otras artes sobre todo las escénicas a través del montaje y los planos, sigue teniendo una atmósfera teatral, un buen regusto de ese carácter que cualquiera puede saborear al leer o ver cualquier obra clásico de teatro. No sé, es algo del carácter, la actuación y como se trata, la música tal vez o los diálogos; sea lo que sea me ha recordado a un buen teatro.

Pero la obra de Eisenstein va mucho más allá porque una vez más demuestra el genio creador del director y guionista que no solo es capaz de crear bellas estampas y trepidantes secuencias como la de la batalla en el hielo sino que se adapta de muy buena manera a un cine mucho más convencional en lo narrativo y sonoro, algo totalmente distinto de lo que había hecho antes. Aún así tiene el sello de calidad del bueno de Sergei aunque, como es natural, el tiempo no le ha hecho del todo bien y pese a ser una obra "intelectualmente" estimulante, cojea en cuanto a inmersión, diversión, drama o enganche para un espectador contemporáneo.

No podemos irnos sin hablar del obvio mensaje político que contiene la película, uno de aviso e inspiración de una guerra que se veía venir: la guerra contra los nazis (alemanes). Es "Alexander Nevsky" una obra patriota y militante aunque lejos del ideal socialista que se expresaba en anteriores obras de Eisenstein. Aquí el patriotismo es más tradicional, de rusos contra la amenaza extranjera y política y lo que conlleva como el domino de la religión sobre el pueblo ruso y su razón de hombre nuevo soviético, su libertad, igualdad y sus logros. O algo así diría Stalin.
Pachón
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27 de enero de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En serio? Esa buena nota a una película simplona que hace la mayor demonización de los alemanes de la historia del cine? Ni Hollywood deshumaniza tanto, hasta 300 o Braveheart eran menos maniqueas.
Se nota que Stalin le estaba mostrando los colmillos a Hitler ante la guerra que se avecinaba.
Que sí, que los nazis eran muy hijueputas, pero decir que los cruzados teutones eran peores que los mongoles debería ser un crimen de apreciación histórica.
Yo no tengo ni idea de técnica cinematográfica así que no puedo apreciar ese talento de Eisenstein, pero sí tengo una idea de que se quiere vender, solo veo que es un manipulador nato . En fin, al menos tuvo valor de denunciar al caudillo en la de Iván el terrible 2.
axolotl
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