Mi primer amor

Se ve que el gusto mayoritario no va por lo bueno y sencillo. Si así lo fuera, esta película habría tenido mucho más eco.
Es una historia sencilla, el amor entre dos adolescentes, pero contada tan bien, con tanta atención a los detalles, que resulta una delicia verla.
Todo se potencia con una gran interpretación: la de ella, una espléndida Madeline Carroll; también la de él, Callan McAuliffe, menos intensa, pero de una ingenuidad que atrae.
Por no hablar de los adultos: las madres, Rebecca de Mornay y Penelope Ann Miller; los padres, Anthony Edwards y Aidan Quinn; y el abuelo, el veterano y siempre eficaz John Mahoney.
Nada empalagosa, nada sentimental, pero llena de buenos sentimientos, como la dedicación del padre de Bryce a su hermano discapacitado.
Nadie mata a nadie, nadie tortura a nadie, nadie roba. No hay escenas de sexo. Todo esto también existe.

Una brisa fresca de ternura, en una época en que se recurren a golpes bajos para ganar adeptos, una obra sencilla, de gran pureza de alma. Realmente para disfrutar, si se gusta de la sencillez de la vida, que permite retrotraerse a la niñez y a los primeros pasos de la adolescencia. Trabajos actorales muy buenos. Llega al corazón. ¡¡¡¡¡¡¡Bellísima!!!!!!

A lo largo de su carrera Reiner nos ha regalado películas deliciosas que siempre es agradable revisionsar. Aquí vuelve con una obra algo menor, que si bien no alcanza éxitos pasados, se ve con agrado y nos deja un buen sabor de boca. Adolescentes norteamericanos en los "felices 50" que despiertan a un recorrido vital donde el primer amor confluye con el descubrimiento de que Papa y Mama son seres de carne y hueso con sus aciertos y miserias y que la vida nos guarda nuestra ración amarga que debemos afrontar con dignidad y valentía. Amable, llena de buenas intenciones apuesta por no renunciar a nuestros sueños para no acabar cargados de cosas materiales y frustraciones personales en una sociedad donde lo importante son las apariencias (el padre que tocaba el saxofón, el jardín mal cuidado, etc). Actuación coral adecuada y un estilo narrativo donde las repeticiones de los puntos de vista de los protagonista se torna monótona a medida que avanza el metraje.

Flipped forma parte de ese tipo de películas que tienden a valorarse de forma muy distinta dependiendo el día que tengas. Si tu estado de humor es favorable verás en ella una película pequeña pero de gran corazón que te alegrará aún más el día. Si por el contrario hoy no has estado en tu mejor momento asistirás a una hora y media de romanticismo adolescente empalagoso que conseguirá que tu día siga cuesta abajo.

Yo, por ejemplo, vi esta película en verano, ante una cartelera plagada de Blockbusters de tres horas de duración, efectos especiales, actores famosos y trailers que no representan ni por asomo lo que después ves en pantalla, y agradecí que de vez en cuando se te aparezca una película como esta que permite que el camino hacia la próxima película de tu vida merezca la pena.

Es una película entrañable que tienes que ver sin más pretensiones que pasar un buen rato y emocionarte con las situaciones. Está narrada de forma meridianamente diferente a las películas convencionales por lo que su ritmo puede resultar difícil de llevar al principio pero termina siendo una perita en dulce dentro de un cesto de frutas amargas.