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Vasil

Drama Vasil es inteligente, carismático y un número uno jugando al bridge y al ajedrez, pero duerme en las calles valencianas desde que llegó de Bulgaria. Alfredo, un arquitecto jubilado, lo acoge en su casa durante un tiempo ante la mirada atónita de su hija Luisa. Los dos hombres no tienen nada en común, excepto su pasión por el ajedrez. A pesar de sus diferencias, poco a poco Vasil conseguirá romper las barreras construidas por Alfredo. Y ... [+]
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
17 de noviembre de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avelina Prat debuta con un film sensible, delicado y respetuoso que suscita una reflexión acerca de la situación actual con la inmigración pero sin caer en moralina política. De hecho, la película funciona gracias a los vínculos de sus personajes y sus transformaciones y no tanto por su discurso.

No obstante, sí que pone sobre la mesa varios temas sobre los que se puede profundizar, como la convivencia de mundos opuestos o la relación padre e hija. Aunque el largometraje gira alrededor de la historia de un búlgaro con mucho talento que no puede hacer nada en España debido a la burocracia, explora otras materias en subtramas que también tienen gran interés.

Una de las virtudes más destacadas de esta cinta es, sin duda, la interpretación del dúo protagonista (galardonada con el premio a mejor actor “ex aequo” en SEMINCI): natural, sin estridencias, entrañable e incluso cómica. Parte del encanto, quizá, se encuentra en que Ivan Barnev no sabía castellano al empezar a rodar y sus expresiones son genuinas y enternecedoras. Asimismo, Karra Elejalde es la pareja perfecta, en un registro al que no tiene acostumbrado al público.

En definitiva, Vasil es una propuesta cálida, muy humana y con toques de humor. Se hace lenta por momentos, pero deja una historia amable y sencilla.

www.contraste.info
Revista Contraste
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5 de marzo de 2023
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que sea una cierta tendencia del cine español, dirigido básicamente por mujeres, y que despliegan en pantalla historias verdaderas, del día a día, que cualquiera puede conocer y experimentar. Nada de ficciones enrevesadas, de puro entretenimiento, sino cine realista, pegado a la calle. Stendhal decía que la novela era como un espejo plantado al borde del camino. Siguiendo esta estrategia, las jóvenes directoras como Avelina Prat plantan su cámara al borde de las calles, en los soportales, en los parques y ahí en las barandillas junto al río, para asomarse a una realidad que muchos no quieren ver. Basándose en una experiencia que le contó su padre, decide recrear esta conmovedora historia entre un inmigrante búlgaro, Vasil (estupendo Ivan Barnev), y un arquitecto jubilado, Alfredo (no menos maravilloso Karra Elejalde, en un papel que se aleja de los habituales en su filmografía). Ya otras críticas han hablado del argumento, así que no insistiré en ello. La película cuenta el devenir de este hombre, perdido en un país ajeno, inteligente y callado, apenas capaz de chapurrear algo de castellano, que se tiene que buscar la vida, ya a su edad. Lo que importa aquí es el choque entre su sencillez natal y la complejidad casi viperina de las gentes de acá, que desconfían del extraño. La directora muestra ese choque con suma sutileza, sin crear drama en ningún momento. La historia avanza a golpe de elipsis, con secuencias rápidas, diálogos justos, una ligereza que encierra bastante drama y tristeza.

La película se sustenta en el trabajo de estos dos excelentes actores, que dan vida de manera brillante a estos dos hombres que son polos opuestos. Junto a ellos, coloca a un buen puñado de secundarios, gente que se relaciona tangencialmente con Vasil, usándolo para sus conveniencias..., ya sea en el salón de bridge o en reparaciones caseras. Vasil entra en ese club elitista gracias a su habilidad con el bridge, y esto sirve para que veamos el enorme contraste entre su persona y las pijas que asisten a las partidas. Aunque para unos días en su casa, Alfredo no mueve ficha, no se hace amigo de él, sólo lo soporta. Juegan al ajedrez (la gran pasión de nuestro hombre), con la misma imperturbabilidad del juego. Siempre hay una distancia, siempre el recelo. Sólo la irlandesa Maureen (Sue Flack) parece romper esa barrera que se crea entre los nativos y el extranjero. Luego, está el personaje de Luisa (también estupenda Alexandra Jiménez), al principio muy extrañada de la "amistad" de su padre con este inmigrante (poco menos que mendigo), y que poco a poco... Ella, que tiene su vida construida de forma rutinaria, va poco a poco interesándose por el desconocido, que parece haber llegado para ponerlo todo patas arriba. Se insinúa, y ésta es la maravilla de la cinta, un esbozo de historia de amor. ¿Cómo? ¿una qué?

La historia discurre como un riachuelo, sopla como el viento, por donde le place; Vasil se mueve, viene y va, prueba cosas nuevas, es un tipo inquieto. Con sólo una mirada, la cámara nos dice muchísimo (por ejemplo, esa escena en casa de Carmen (Susi Sánchez, qué actriz, qué estilazo el de esta mujer; en cada película que la veo, me gusta más). Todas las escenas en las que sale Luisa son también muy elocuentes: menos es más. El mejor ejemplo de esa sutileza expresiva, de esa música callada, es la banda sonora, el clarinete solista, la música de Vincent Barrière, con ecos de Stravinski; me hizo pensar en La leyenda del santo bebedor, obra maestra. ¿Un clarinete he dicho?
Lukas
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6 de marzo de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia que es cara a la literatura y con leve acento pasoliniano, cómo un personaje entra en un universo y lo modifica en mayor o menor medida. Es casi una ópera prima de Avelina Prat, una valenciana que filma en su tierra con una fotografía reseñable y algunos desajustes de primeriza.

Entre estos se encuentra una floja actuación del siempre efectivo Karra Elejalde, sobre todo en las escenas de bronca a su compañero de reparto, que están mal escritas y peor filmadas. Este, el búlgaro de la historia, está espléndido y se acaba comiendo al gazteiztarra con patatas fritas.

Un búlgaro ronda sin hogar ni oficio por Valencia y es acogido por un jubilado con el que comparte pasión por el ajedrez y, como es natural en ambos, por los yogures. Y le cambiará la vida, de forma sutil pero determinante. Y aparece el bridge en pantalla, algo insólito, porque como bien dice Karra, "ahí hay mucha caspa".

Se trata de una de esas películas sencillas, frescas y agradables, tan difíciles de ver en las pantallas de este montuno país, tan costumbrista y casposo en su cine, ahora feminista por decreto ministerial y regido por el manchego siniestro y su tribu de actores y amiguetes amaestrados.

A disfrutarla sin moderación en Filmin, que trata inútilmente de abrasarnos con series, cine para adolescentes encelados-, más zafias y pesadas que el Boletín Oficial del Estado... búlgaro.

Que además, está escrito en cirílico.
alfonso
Minke
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25 de septiembre de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una comedia ligera con algunos atractivos personajes que abordan la vida cotidiana con los incidentes habituales del común de los mortales, y aquí tratando los problemas de la inmigración y la relación entre un padre y una hija y una agradable amistad . Karra Elejalde (La Vida Padre), Alexandra Jiménez (Supernormal) y el actor búlgaro Ivan Barnev protagonizan esta historia en la que dos hombres, opuestos entre sí, consiguen romper sus barreras para construir una amistad muy especial basada en la tolerancia y el respeto por otros. La idea de que Vasil fuera a casa de Alfredo surgió de Maureen, una amiga irlandesa que lleva muchos años en España. Vasil es un gran jugador de Bridge y muchas de las mujeres pijas que van al club donde juega se lo rifan para jugar con ellas. Aquí un inmigrante aporta su diferente visión de la vida a cuatro personajes con los que se encuentra durante dos meses en España. Vasil es inteligente, carismático y un jugador número uno en bridge y ajedrez, pero duerme en la calle desde que llegó de Bulgaria. Alfredo, un arquitecto jubilado, le acoge en su casa ante la mirada atónita de su hija Luisa. Los dos hombres no tienen nada en común excepto su pasión por el ajedrez. A pesar de sus diferencias, poco a poco Vasil logrará romper las barreras construidas por Alfredo. Y Vasil tiene este don: transformar para siempre a aquellas personas con las que interactúa.

Ivan Barney da una buena actuación interpretando a Vasil, un hombre pensativo, inteligente y una eminencia en el ajedrez, que sin embargo duerme en la calle desde que llegó de Bulgaria, mientras que Elejalde está bastante bien, actuando en su usual estilo, como Alfredo, un arquitecto jubilado que recibe a Vasil en su casa. Alfredo acoge en su casa a Vasil, un inmigrante búlgaro que vive en la calle, durante un tiempo, hasta que pueda conseguir los necesarios papeles y encontrar trabajo. En sus roles cerrados, carentes de largos diálogos, pero con muchos matices, interpretando eficientemente dos personas que son completamente opuestas. Vasil no es el típico extranjero desesperado, acude pidiendo ayuda a diferentes organizaciones, pero tampoco se desespera y no sacrifica su juego diario en el club para participar en los cursos para los desempleados. La tranquilidad de Vasil lleva a Alfredo a la desesperación, y todavía pasa las tardes jugando al ajedrez con él. Alfredo no le da mucha importancia, pero su hija considera que no lo tiene todo bajo control y comienza a investigar el pasado del joven búlgaro.

¨Vasil¨ aborda temas interesantes como la tolerancia, el respeto al otro, la exclusión social, la identidad cultural o los movimientos migratorios. Vasil es la ópera prima de la directora Avelina Pratt quien anteriormente había realizado Cortometrajes. Como explica la directora: “La gente quiere ayudar un poco, pero hasta ciertos límites, sin que toquen nuestra zona de confort, a partir de ahí nos sentimos un poco amenazados¨. El director utiliza muchas tomas de interiores y cinematografía con colores cálidos y brillantes fotografiados por camarógrafo Santiago Racaj para darle a la película un tono de fábula y una atmósfera íntima, añadiendo aun atmosférico y atractiva música por compositor Vincent Barrière. En su ópera prima Avelina Prat nos muestra una radiografía de las relaciones humanas, pues la directora escribió el guión a partir de una historia que le contó su padre, sobre la acogida en su casa de un inmigrante. La película tuvo su presentación en el Festival de Cine de Varsovia, y aquí en nuestro país la hemos podido ver en la Sección Oficial del Festival de Cine de Valladolid, donde obtuvo el premio al mejor actor para sus dos protagonistas. Ganando varias nominaciones y premios, tales como: Premios Feroz, Premio Miriam Porté 2023 Nominado Feroz Mejor Película: Comedia, Nominado Premio Feroz Mejor Actor Protagónico Karra Elejalde. Premios Gaudí 2023 Nominado Premio Gaudí Mejor Dirección Revelación Avelina Prat. Premios Círculo de Escritores de Cine, 2023 Ganador Medalla Solidaria Ficción Avelina Prat .Festival Internacional de Cine Golden Linden 2023 Nominada The Golden Linden Award Mejor Película Avelina Prat, entre otros.
miguelan
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8 de noviembre de 2022
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una filigrana de película de la que retengo ya el nombre de su buena directora (y voy a rastrear sus cortos). Aúna inteligencia y sensibilidad pero para nada sensiblería, a la hora de mostrarnos la relación entre estos dos personajes: un arquitecto jubilado, más bien huraño la verdad, y un búlgaro a quien acoge de modo provisional y que intenta buscarse la vida lejos de su país natal pero con el firme propósito de mejorarla aquí, tarea bastante ardua en general. Y eso que él es un dechado de modales -solo hay que verle destapar un yogur o arreglarse la cama/sofá- a la vez que un prodigio jugando al ajedrez, o incluso también al bridge en compañía de unas damas muy compuestas y señoriales entre las que destaca, como siempre, Susi Sánchez junto a Sue Flack. Alexandra Jiménez, en el papel de la hija, pone el punto preciso de buen sentido común y conciliador a la vez.

Me gustan mucho sus frases a medio acabar pero suficientes siempre para que las rematemos por nuestra cuenta, también el reflejo de esa Valencia tan cosmopolita en pantalla (podría ser cualquier otra ciudad destacada), la música -con gag final- y ese buen criterio esbozando personajes, cada uno con trasfondo y que suman entre todos. También su elegante y cuidadosa escenografía, no en vano su directora ha sido arquitecta antes además de buena script junto a talentosos directores durante varios años. Ojalá esta película obtenga pues el reconocimiento que merece. De momento ya premiaron en la Seminci de Valladolid a sus dos protagonistas principales y acertaron de lleno. En cuanto al título de mi comentario queda un poco enigmático, lo siento, pero hay que ver la película para que Vasil nos lo explique ;)
Rebeca
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