Inside Deep Throat (Dentro de Garganta profunda)

Documental sobre la película pornográfica “Deep Throat” (1972) y sus efectos en la sociedad estadounidense, filmada en seis días a un costo de 25 mil dólares, aunque fue prohibida en 23 estados, recaudado más de 600 millones de dólares, siendo la película más rentable de la historia del cine.

“Deep Throat” (1972) atrajo la atención por su manera desprejuiciada de abordar la sexualidad y sobre todo el sexo oral. Son las aventuras de una joven que por una mutación genética, tiene el clítoris en la garganta. Este tema consiguió atraer a un público que no solía visitar las salas de cine pornográfico.

El documental nos presenta la gran repercusión que tuvo “Deep Throat” (1972) en la sociedad norteamericana de su tiempo, la trasformación de la actriz principal, Linda Lovelance, en detractora del porno, la vinculación de alguno de los responsables del film con la mafia, el proceso judicial al actor protagonista y las trabas que pusieron al largometraje los grupos más conservadores.

Este interesante documental, más que ser un largometraje sobre una película porno, supone una radiografía de unos Estados Unidos que se convertía poco a poco en el país ultraconservador que es ahora.

El documental tuvo un presupuesto $2 millones y generó por venta de taquillas la cantidad de $691,880 en EEUU solamente, además recibió una nominación al “Adult Video News Awards”.

Interesante e instructivo documental, sobre la génesis y posterior filmación de la inefable y famosa Garganta profunda, mostrándonos la sordidez justificada como performance artística.
Paseando por la Cuesta de Moyano de Madrid, (casetas de libros nuevos y usados), me encontré con un librito editado el 1974, titulado: Diario intimo de Linda Lovelace, escrito por la malograda actriz, y que después de leer la clase de gentuza implicada en el film y las barrabasadas que soporto esta mujer, cualquier simpatía que pudieras sentir por esta película, (que siempre nos han vendido como arty/cool), queda automáticamente anulada, despertando un fuerte rechazo, casi sintiéndote culpable de haberte excitado en su día con dicha película.

"Inside Deep Throat" es mucho antes que una oda al porno, un magnífico retrato de época que bucea en la efervescencia cultural de principios de los 70 y se sumerge en la profunda división social que generó la irrupción del cine guarro, inicialmente atacado por la derecha y posteriormente por todo el mundo.

Sin obviar el ambiente sórdido y el destino trágico de los implicados en el rodaje, consigue trasmitir un amor por la libertad sólo comparable al desprecio que merece la banda de siniestros mojigatos -ese asqueroso abogado que en pleno siglo XXI aplicaría la Ley de Obscenidad- que se arrogan el derecho de decidir por los demás porque piensan que todos deberíamos ser tan reprimidos como ellos.

Es además un documento imprescindible para esos frikis que sienten nostalgia por aquel porno añejo cargado de humor, irreverencia y miembros sexuales sin depilar, o visto de otra manera, de aquel cine X que se rodaba con guión y no como mera sucesión de casquetes filmados.

Certero documental de sabor agridulce, certera su descripción de la época, e interesante la trayectoria e inquietudes de todos los implicados en la realización, distribución y persecución del film. Buen retrato de una sociedad amerícana en época de cambios, descrita de forma ácida y transgresora y una duda final de si el cine porno podría haber seguido unos derroteros diferentes a los actuales. Interesante, curiosa.

Con las primeras notas de "Crime of the Century" de Supertramp empieza este féroz documental producido por la cadena HBO y que pretende disseccionar sobre la actitud liberal de la conciencia americana ante unos patrones establecidos basados en el conservadurismo y la moralidad. El eje de discordia se produce cuando en 1972 se estrenó en los cines para adultos "Garganta Profunda", película dirigida por Gerard Damiano, ex-peluquero de profesión y fotógrafo por ambición. Rodada con un presupuesto de 25.000 dólares sus actores principales, Linda Lovelace y Harry Reems percibieron solo la miserable cantidad de 1.200$ y 250$ respectivamente. Pero la maquinaria de la taquilla empezó a funcionar mientras que Nixon y los suyos pretendian obstaculizar el fenómeno cerrando cines y organizando batidas policiales. La Ley Seca del Porno empezó, curiosamente, con los orígenes de éste género. Predicadores como Larry Parrish, altos funcionarios como Charles Keating, o jueces como William Purcell ordenaron e hicieron lo posible por retirarlo. Todavía actualmente se condena en algunos estados la exhibición de este genésis del cine X, que ha pasado a mejor vida y, que en sus peores momentos de mayor gloria debido a las cruzadas en que fue sometido, fue a para a manos de la Mafia. La Ley Seca del Porno había empezado mientras EEUU despertaba sexualmente a través del apoyo de actores de Hollywood o círculos incluso feministas que reivindicaban la liberación de la mujer pero que unos años después aprovecharían el arrepentimiento de Linda Lovelace para cargar contra el film por ser una apología del machismo antes que una cómica oda a la felación.

"Garganta Profunda" trata del drama de una mujer que de tanto practicar sexo, el clítoris se le sube a la garganta. Sigue los consejos de un médico para que practique el sexo oral para que le vuelva a puesto, siendo él el primer afortunado para que la paciente se pruebe. Con esta premisa divertida, el cine porno empezaba a andar a su edad de oro hasta la comercialización del video y el desinterés de dudosos inversores (como así lo fueron algunos mafiosos de la familia Colombo), relegando la popularidad de sus protagonistas al olvido. Linda Lovelace acabaría odiando su interpretación y Harry Reems seguiría con la profesión unos años después achacado de alcohol y drogas, y con una condena del Tribunal Supremo que le condenaba a cinco años de cárcel por su intervención en "Garganta Profunda".

Directores como Wes Craven (Pesadilla en Elm Street), John Waters (Los Sexoadictos) dan su testimonio de juventud. Intelectuales de la talla de Norman Mailer o Ralph Blumenthal también exponen su visión positiva del fenómeno. Blumenthal fue uno de los instigadores, gracias a un artículo que publico, que las gentes acudieran en masa a ver la película que le hizo más daño a Richard Nixon, con nombre del famoso apodo de un entonces desconocido miembro del FBI que lo delató y así poner fin a su carrera presidencial.