Con las primeras notas de "Crime of the Century" de Supertramp empieza este féroz documental producido por la cadena HBO y que pretende disseccionar sobre la actitud liberal de la conciencia americana ante unos patrones establecidos basados en el conservadurismo y la moralidad. El eje de discordia se produce cuando en 1972 se estrenó en los cines para adultos "Garganta Profunda", película dirigida por Gerard Damiano, ex-peluquero de profesión y fotógrafo por ambición. Rodada con un presupuesto de 25.000 dólares sus actores principales, Linda Lovelace y Harry Reems percibieron solo la miserable cantidad de 1.200$ y 250$ respectivamente. Pero la maquinaria de la taquilla empezó a funcionar mientras que Nixon y los suyos pretendian obstaculizar el fenómeno cerrando cines y organizando batidas policiales. La Ley Seca del Porno empezó, curiosamente, con los orígenes de éste género. Predicadores como Larry Parrish, altos funcionarios como Charles Keating, o jueces como William Purcell ordenaron e hicieron lo posible por retirarlo. Todavía actualmente se condena en algunos estados la exhibición de este genésis del cine X, que ha pasado a mejor vida y, que en sus peores momentos de mayor gloria debido a las cruzadas en que fue sometido, fue a para a manos de la Mafia. La Ley Seca del Porno había empezado mientras EEUU despertaba sexualmente a través del apoyo de actores de Hollywood o círculos incluso feministas que reivindicaban la liberación de la mujer pero que unos años después aprovecharían el arrepentimiento de Linda Lovelace para cargar contra el film por ser una apología del machismo antes que una cómica oda a la felación.

"Garganta Profunda" trata del drama de una mujer que de tanto practicar sexo, el clítoris se le sube a la garganta. Sigue los consejos de un médico para que practique el sexo oral para que le vuelva a puesto, siendo él el primer afortunado para que la paciente se pruebe. Con esta premisa divertida, el cine porno empezaba a andar a su edad de oro hasta la comercialización del video y el desinterés de dudosos inversores (como así lo fueron algunos mafiosos de la familia Colombo), relegando la popularidad de sus protagonistas al olvido. Linda Lovelace acabaría odiando su interpretación y Harry Reems seguiría con la profesión unos años después achacado de alcohol y drogas, y con una condena del Tribunal Supremo que le condenaba a cinco años de cárcel por su intervención en "Garganta Profunda".

Directores como Wes Craven (Pesadilla en Elm Street), John Waters (Los Sexoadictos) dan su testimonio de juventud. Intelectuales de la talla de Norman Mailer o Ralph Blumenthal también exponen su visión positiva del fenómeno. Blumenthal fue uno de los instigadores, gracias a un artículo que publico, que las gentes acudieran en masa a ver la película que le hizo más daño a Richard Nixon, con nombre del famoso apodo de un entonces desconocido miembro del FBI que lo delató y así poner fin a su carrera presidencial.