No te engañes corazón

En este film “Cantinflas” tiene un pequeño papel en donde interpreta a un pícaro y buscón vagabundo que se aprovecha de toda oportunidad para comer y beber a cuenta de otros. El film también cuenta con la participación de Sara García (1895-1980) en un de sus clásicos personajes de sacrificada madre, preocupada madrina o dulce abuela.

Este es el debut de Mario Moreno Reyes (1911-1993) en el cine, mejor conocido como “Cantinflas”, aunque en esta producción personifica al personaje de las carpas rodantes de México que lo hizo famoso.

El nombre “Cantinflas” surgió espontaneo y casual, la versión oficial es que el joven Mario Moreno tuvo pánico escénico en unas de sus funciones cuando se entero de que sus padres estaban dentro del público, estos consideraban los cómicos de carpa rodantes como algo vergonzoso.

Debidamente maquillado y vestido, pero sumamente nervioso, comenzó a decir lo primero que le vino a la mente, una incoherencia de palabras y frases únicas sin sentido. Alguien del público sorprendido por su particular lenguaje le grita: “Cuánto inflas” o “en la cantina inflas”, combinando entonces la frase en el nombre “Cantinflas”.

Seguramente el 99% de la gente que vemos está película es porque somos aficionados a la filmografía de Mario Moreno, y lo hacemos para quitarnos la espinita de ver la primera aparición en cine del gran comediante. Gracias a Miguel Contreras la película por sí misma es buenísima, pero es importante decir que no se puede ver con la idea de que es una película de Cantinflas porque nos desilusionaremos, simplemente aparece, poco tiempo, sí, pero el justo y necesario.
Con grandes actuaciones y un buen guión esta cinta nos acoge de manera muy grata, es imposible no sentir empatía con el protagonista, para nada aburrida; el buen ritmo y sobre todo la variedad de personajes (tenemos desde el AMA de casa hasta el peladito) hace que al terminar no nos sintamos inconformes por el poco tiempo que aparece en pantalla nuestro ídolo.

Costumbrismo contado por M. Contreras Torres con un agradable y amargo sentido del humor en el que se intercala un notable juego de implicaciones psicológicas para que cada persona luzca su verdadera cara en la pantalla.
Película emotiva, humana, algo ingenua y con un interesante abanico de tramas sobre sencillos asuntos cotidianos -desde los ahorros en el calcetín hasta el espejo que devuelve el signo de la decepción- pero que apelan a profundos significados.
Cantinflas ocupa la sexta posición en los títulos de crédito y, como tal, su papel es subsidiario y de escasa relevancia, pero representa un hito en la historia del cine por tratarse del debut del gran actor mexicano.
Hoy es un privilegio asistir a la reposición de este largometraje que quedará para siempre vinculado a esa excepcional circunstancia.

Así como la producción cinematográfica española de los años 30 que ha llegado hasta nosotros es bastante escasa, tanto por lo que supuso la Guerra Civil como porque de aquella época anterior en que tampoco hubo nunca una industria fuerte, son muchísimas las películas que se han perdido, al otro lado del charco cines como el argentino o el mexicano eran ya muy prolíficos antes de la Segunda Guerra Mundial .

Y, sobre todo, en ambos países supieron conservar mejor todo ese patrimonio de los que esta película es ejemplo.

Aunque la presencia por primera vez en pantalla de Mario Moreno 'Cantinflas' en un pequeño papel que prefigura su posterior personaje de 'El Pelao' es lo que destaca más la gente de este filme, habría asimismo que decir que si bien esta comedia costumbrista de aire sainetesco y cierta moraleja no vale demasiado, sí resulta vista hoy algo pintoresca: está ambientada en un lugar que no es, desde luego, México y que se supone, aunque no se dice, que podría ser España: los actores , pese a ser mexicanos, hablan con un peculiar y algo forzado acento castellano peninsular, el dinero que utilizan no son pesos sino duros, y hasta se corren una juerga en el hotel Palace.

Con lo que más me he reído es con que, en un momento dado, uno de ellos hace un juego de palabras con los nombres del compositor de ópera Gaetano Donizetti y el ya por entonces expresidente de la II República Don Niceto Alcalá Zamora, lo que da idea del conocimiento que había ya por entonces en México de los avatares políticos de España, aunque no se hubiese establecido aún allí la legión de exiliados que llegó tras la guerra.

Una copa, sí, eso es la vida para Don Boni (Orellana), lo importante es saber con que se llena si con almíbar o con acíbar.
Discreta tragicomedia en el que un viejo administrador al saberse al final de sus días toma conciencia y endereza las cosas que se tuercen a su alrededor, sean negocios o amores. Porque "La fuerza de un hombre está en la moral de sus actos".
Personajes estereotipados y algo superficiales, entre los que destaca el citado Don Boni y su amigo Alfredo (Villatoro).
Un guion sencillo poco preocupado por justificar algunos lances, y una realización que refuerza la parte cómica con la presencia de dos actores hasta entonces prácticamente desconocidos. Uno es una suerte de Charlot (Shilinsky) con su bigotón, su chaqué y un espectacular tango que baila con una acicalada señora obesa. El otro es Canti (Moreno), en un prometedor debut que anuncia ya al Pelado de verborrea incomprensible.
Una comedia romántica, algo pueril e ingenua que presenta ya en sociedad al gran Cantinflas.