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El final de Damien (La profecía 3)

Terror Damien Thorn (Sam Neill), de 32 años, es un ser cruel, frío y calculador que ha sido engendrado por el diablo y cuyo único objetivo es dominar el mundo. Con tal de conseguir sus propósitos está dispuesto a matara todo el que se cruce en su camino. Sólo un abnegado sacerdote (Brazzi), cuya misión es destruir al Anticristo y que tiene en su poder las siete dagas sagradas de Megiddo, se interpone entre Damien y su deseo de sembrar el caos ... [+]
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2009
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un documental vi que la idea original de esta serie era perpetuarla hasta 6 ó 7 entregas, por fortuna eso no fue así, pues la degradación a la podía ser sometida seguramente enturbiaría la particularidad que la vio nacer. Al final se quedó en la trilogía que hoy conocemos, paso por alto esa cuarta película que fue directamente al mercado televisivo y que no parece formar parte (para mí no desde luego) de las tres conocidas. Lo mejor de esta está en la transición del diabólico Damien, ya no es el niño vulnerable que necesita tener protección inmediata, sino un joven y adulto hombre cuya inteligencia la utiliza como arma para ocultar su verdadera identidad. Un fresco Sam Neill interpreta con suma personalidad el personaje del diablo, sus gestos, miradas y presencia le confiere un aire de tiranía encubierta que hace creer en su figura como la encarnación del mal. Sin ser un excelente film, lo cierto es que logra mantener su interés, quizás por los anteriores finales y la idea de concluir por fin con ella que ya aventura su título “The final conflict”. Es en esencia una digna conclusión no equiparable al primer capítulo pero sí al segundo y del que al menos recordaremos esta saga como una progresión diferente que no ha caído en la repetición absurda de los mismos acontecimientos, al menos nos ha deparado momentos realmente interesantes adaptados al momento narrado en cada película del perverso Damien.
Jonesy
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8 de junio de 2006
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demasiada sensacionalista es esta última entrega de la trilogía. Su valor fílmico es nulo, que quede claro, y la sensación que me deja es de desilusión total e indignación parcial.

Mientras veía esta película me ha sido imposible evitar hacer paralelismos con la tercera parte de "El Padrino". En ella desaparece la esencia de las dos primera porque Michael Corleone deja de lado los negocios sucios e ilegales y se pasa al "happy business"; en "El Final de Damien" (ridículo título, por cierto) ocurre lo mismo: el nene se hace mayor y pierde esa inocencia satánica que lo caracterizaba, culpable directa del terror sugestivo que provocaban las dos películas predecesoras. Este hecho demandaba necesariamente una excelente actuación del nuevo Damien, que Sam Neil se encarga de evitar. Su trabajo es malo, pero malo con ganas además. Sin embargo no creo que todo el problema se deba a él porque el guión le hace un flojísimo favor. Y aquí es donde entra en juego eso de "alumno desventajado de Lennin". Damien, por la gracia que Lucifer le confiere, se convierte en Hamlet y nos deleita con un monólogo detestable hasta decir "basta"; pero, para acabar de rematar lo absurdo del tema, el camaleónico hijo del Demonio se camufla de orador y nos tortura con una especie de mitin parafernálico al modo soviético. Chorrada.

Después hay una serie de detalles negativos como el mal uso que se le da a la banda sonora, bastante más floja que la anteriores, por cierto; muertes sin chicha ni limoná; estilo narrativo de aficionado con varios momentos naturalmente incoherentes; siete clérigos más inútiles que una herradura con tetas (como se nota que lo de asesinar no va con ellos...); etc.

Con toda seguridad el desenlace es lo peor de la película. Acepto que no se hubiere realizado un final de trilogía digno por la incompetencia del staff, pero pienso que "La Profecía" se merecía un final a la altura de las cinrcunstancias y...
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Virgilio
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27 de abril de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lástima. Por sorpresa la saga iba aguantando bien el tirón aunque ya se sabe con las películas de terror de la década de los 70 en estos tiempos: que envejecen mal. No por ellas sino porque nuestros miedos evolucionan. El Final de Damien ha de verse como curiosidad, como un cierre de trilogía pero nunca como una película de terror porque la hostia para el espectador puede ser épica.

Damien, ya crecidito, es consciente de que el 666 de su cabeza no es un tatuaje de henna y sabe que él es la personificación del mal, el mismo Lucifer. Como hizo "Yisus" en la tierra, Damien congregará adeptos para la causa y así conseguir su reino del mal pero unos sacerdotes, con menos puntería que una escopeta de feria, intentarán acabar con este diablo.

La película entra en el mundo del tedio, es lenta y nos muestra una muerte del personaje principal que deja mucho que desear. Demasiado fortuita y humillante para lo que ha sido este personaje. Aún así, la película empieza fuerte con una buena secuencia mortal (lo mejor del film) para acabar en un "decrescendo" un poco lamentable. También detalles como el reciclaje de escenas de otras películas (de la Profecía 1) para incluir en esta secuela avalan desgraciadamente una dejadez de la misma.

Sin embargo, un guión adulto y la fuerza del reparto hacen que la Profecía 3 se aguante con una nota de suspenso alto (4/10) evitando la catástrofe, muy perceptible en este tipo de secuelas de secuelas. Sam Neill, que era su primera película en territorio americano, está soberbio y el resto aguanta bien el envite. En definitiva, la película es aburrida para nuestros tiempos pero cierra correctamente la trilogía. Para verla como curiosidad.
Soytutioargail
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12 de octubre de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como no hay dos sin tres (y dado el enorme éxito económico de sus antecesoras...) tres años después de la segunda parte de la saga de La Profecía se rodaba esta tercera entrega, con un presupuesto -eso sí- algo más modesto (5 millones de dólares frente a los 7 de la segunda) pero intentando mantener una frescura y calidad adecuadas. Su resultado en taquilla obtuvo la nada despreciable cantidad de 20 millones de dólares, lo que demostraba que la franquicia aún era rentable si bien el agotamiento de la temática comenzaba a vislumbrarse.
Para este tercer capítulo se volvió a producir un cambio de director, tocándole el turno en esta ocasión al debutante tras las cámaras Graham Baker. El inevitable cambio físico del Anticristo y la constante muerte de quienes le rodean obligaron a configurar un nuevo reparto, con Sam Neill (su primer largometraje en EE.UU.) en el papel principal de Damien, secundado por los actores de reparto Rossano Brazzi y Don Gordon entre otros. La música seguía a cargo del oscarizado Jerry Goldsmith, intentando aportar en ese sentido una clara continuidad a la saga.

Se estrenaba así la película que supuestamente suponía el final de la trilogía, aunque -como comentaremos la semana que viene- diez años más tarde la saga tendría una extraña continuación. A nivel de crítica el film cosechó más malos comentarios que buenos, achacando la bisoñez de director y del actor principal como carencias fundamentales en un argumento que tampoco aportaba excesivas novedades. Además, es cierto que las escenas de asesinatos no resultan tan impactantes ni tan sorpresivas como en las dos anteriores entregas.

El eslogan del film introduce perfectamente el argumento: "El poder del mal ya no está en las manos de un niño". En efecto, Damien aparece ahora como un adulto de 33 años presidente de las industrias Thorn. Consciente de ser el Anticristo, intenta dominar el mundo para evitar la segunda venida del Mesías. Su antagonista será el Padre DeCarlo, quien junto a otros seis monjes (hermanos Antonio, Benito, Martin, Mateo, Pablo y Simeón) intentarán acabar con su vida para evitar su triunfo definitivo, para lo que tendrán que localizar y emplear las siete dagas sagradas de Megiddo.

Si bien la película es menos novedosa en cuanto a su argumento, al ser Damien un adulto las conversaciones son mucho más jugosas, teniendo diálogos realmente interesantes y con alto contenido bíblico y teológico, cosa que se echaba en falta en La Maldición de Damien, en la que como ya indiqué en el comentario de la semana pasada, la figura de un referente eclesiástico brillaba por su ausencia. Vamos a comentar algunas de las frases y diálogos más interesantes:

El Hermano Mateo realiza un parafraseo de la Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2, 3-4, si bien el texto bíblico está recortado por cuestión de duración y para agilizar el desarrollo de la acción:

Hermano Mateo: "Que nadie os engañe de ninguna manera. Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición, el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios".

Aparte de esta referencia, las frases más interesantes corresponden al protagonista principal, Damien Thorn. He rescatado algunas perlas del guion que no tienen desperdicio, aunque no sean muy edificantes para el alma.
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jaime salado
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26 de mayo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierre de la trilogía de Damien, el niño del demonio, que inquietó a propios y extraños en su magnífica primera parte, aterrorizó aunque en menor medida en la segunda, y en esta tercera entrega hace cualquier cosa menos asustar.

Graham Baker, director de poco bagaje y escaso talento, fue el elegido para acabar con la historia de Damien (Sam Neill), el Anticristo hecho carne. No toma conciencia de su identidad hasta bien entrada su adolescencia, tal como se vio en el final de la película anterior, y en esta tercera es ya un joven adulto de 32 años con un poderoso imperio empresarial y plenamente consciente de sus poderes y de su verdadera misión: evitar el segundo advenimiento de Cristo. Quizás sea esto lo que hace fallar la película: la plena consciencia de Damien de su demoníaca identidad, con sus discursos apocalípticos baratos y su pretencioso aire de maldad. Lo que hacía especiales las dos entregas anteriores era precisamente la ignorancia de Damien, dando al personaje y a sus actos un valor que desaparece totalmente en la cinta de Baker.

Los espeluznantes asesinatos que se veían en las dos primeras partes son escasos y menos espectaculares, lo que resulta decepcionante al ser una de las máximas de la saga. Por otro lado, el acondicionamiento del personaje al guion supone un cambio a peor; ahora Damien más parece uno de esos malos de saldo de telefilme que no hacen más que decir estupideces y arengar con su verborrea a sus seguidores. Por otro lado, los monjes que tienen las siete dagas que acabarían con él son más torpes que un elefante saltando por las hamburguesas de Humor Amarillo.

Sam Neill, en uno de sus primeros papeles, no lo hace mal del todo e intenta darle al personaje un aire de maldad con sus medias sonrisas malévolas. Por otra parte, la película no es aburrida y se le puede conceder un buen ritmo en su desarrollo.

Pero su principal defecto es contar con un final que no le hace ninguna justicia al personaje de una de las trilogías de terror más famosas del género. Imperdonable.
Richy
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