Entre las olas

Es entonces cuando emerge el segundo elemento inesperado, en este caso de índole argumental. Resulta que nuestras protagonistas toman una decisión arriesgada, y arguyendo que así se meten en la piel de la protagonista de la obra, pasan de marcha toda la noche previa al primer ensayo. Por eso, cuando Alma se desploma después de dos horas repitiendo escenas a la mañana siguiente, no nos extraña. La sorpresa, el shock, viene a continuación: Margot va a visitarla al hospital, y se queda de piedra al descubrir que no está en una habitación normal, sino calva perdida en la planta oncológica. Esos segundos en los que la cámara nos muestra el rostro de Margot, antes de que sepamos a qué se debe su conmoción, están muy conseguidos.
Y así, paradójicamente, un elemento con el que no contaba (enfrentarme a un drama de alto voltaje cuando esperaba seguir los ilusionantes pasos de dos actrices ante su gran oportunidad) limpia de mi cabeza el otro aspecto, el formal, que estaba boicoteando mi visionado.
De ahí en adelante, se solapan dos planos narrativos: el de Margot como nueva protagonista de la obra, trabajando en las últimas semanas previas al estreno; y el de cómo sobrelleva Alma su situación, que había ocultado hasta entonces a su amiga. En ambos participan las dos protagonistas, apoyándose mutuamente, pero es inevitable que la potencia dramática de la vertiente de la enfermedad apisone al hilo argumental de la obra de teatro. Desde el principio tenemos el pálpito de hacia dónde va a derivar la evolución de Alma, y el proceso nos va encogiendo el corazón por cómo lo encara ella, por la decisión informativa que toman su madre y su amiga, por la bifurcación vital a la que se enfrenta Margot, inmersa al mismo tiempo en el reto profesional siempre soñado y en la circunstancia personal más extrema que cabe afrontar….
Tratándose de una narración que aborda sucesos tan a flor de piel, y que lo hace asumiendo en ocasiones apuestas arriesgadadas, es inevitable que algunos pasajes del guión me chirríen. Pero en general, Volpe sale bien parada en mi evaluación, y conduce el asunto por senderos muy transitables desde la butaca, siendo además capaz de sacudirme el ánimo, de tenerme pensando en la película varias horas después de verla. Confieso que en un primer momento no pensaba escribir sobre ‘The Braves’, pero las constantes reapariciones de secuencias en mi cabeza han terminado animándome. Y ésa es muy buena pista sobre si una película me ha tocado la fibra.
En el buen sabor de boca que me ha quedado, pese a las dificultades iniciales, juegan un papel importante varios aspectos: me ha gustado mucho el trabajo de Souheila Yacoub como Margot, capaz de transmitir con igual potencia que se lo pasa bien, que se angustia o que tiene que hacer de tripas corazón; las constantes alusiones a Nueva York, apenas tres semanas después de mi viaje a la ciudad, han sido un punto a favor; algunos momentos del principio, como la visita al ex-amante de Margot con una niña como arma, me han resultado muy estimulantes; y cuando las exigencias del guión obligan a Volpe a bajar el diapasón de su estilo visual exacerbado, nos regala varios planos capaces de aunar belleza y potencia expresiva.
En definitiva, me doy un aplauso por haber apostado por esta desconocida película en estas semanas de impracticable cartelera. No escondo que iré con pies de plomo cuando Anais Volpe presente su próximo trabajo, ya que no he terminado de comprar su apuesta visual. Le reconozco el esfuerzo inmersivo, sensorial (tengo la sensación de que en esa faceta debe ser admiradora de Gaspar Noe, en cuyo ‘Clímax’ también actuaba Souheila Yacoub); pero más que sumergirme en la película, por momentos estaba consiguiendo expulsarme de ella.

https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2022/08/20/critica-de-cine-the-braves/