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Yo capitán

Drama Seydou y Moussa son dos jóvenes que abandonan Dakar para emprender camino a Europa. Una odisea contemporánea a través de los peligros del desierto, los horrores de los centros de detención en Libia y los peligros del mar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
5 de noviembre de 2023
44 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La visión de la cámara

A pesar de la intensidad dramática y evidente dureza del relato que supone la travesía de los protagonistas hasta Europa, la visión es, a veces, muy inocente. Esto, que no ha tardado en ser denostado por parte de la crítica, se debe al enfoque de la cámara en los ojos de unos adolescentes que sueñan ingenuamente con esta “aventura”. Es tarea de cada uno reflexionar sobre si la posición de Matteo Garrone en la mirada de Seydou es un acierto o acaba por simplificar un tema de gran hondura. Sin embargo, no puede negarse que esta decisión permite una mayor empatía por la ingenuidad de los protagonistas y una oportunidad para ver el proceso de maduración de los mismos.

También es interesante como se modifica en Yo capitán la realidad de esa mirada. Hay en el largometraje dos momentos clave de un tono surrealista que se aleja de la veracidad palpitante del resto del relato. Estos minutos que aporta el director italiano, permiten, tanto a espectador como a protagonista, huir de una realidad tan punzante que comienza a deshacer hueso. Aparece por primera vez cuando el protagonista debe dejar atrás sus valores y, con ellos, a una mujer que sabe con certeza que morirá. La otra situación se reserva estratégicamente para aliviar la carga de una continua tortura, permitiendo a Seydou volver a ver el rostro de su madre.

*Violencia

Es interesante el uso de la violencia en la filmografía de Matteo Garrone. Si pensamos en películas como Gomorra, Dogman o Yo capitán, avistamos relatos impregnados de violencia. Es difícil pensar en una película que nos zambulla en los centros de detención libaneses o en la mafia italiana y que la sangre no salte a través de la pantalla. Sin embargo, Garrone siempre mantiene cierta distancia, reflejando esa violencia sin ensalzarla. Es, al final, tratar la violencia como hecho inevitable, con imposibilidad para omitirla o reducirla más si se pretende conseguir un retrato sincero de este universo.

Y esto, que puede parecer una postura sencilla, no lo es tanto. Si se repasa la filmografía previa de una temática como es la mafia nos encontraremos con títulos como El Padrino o Uno de los nuestros, películas que ensalzan la figura del “capo” y que terminan por inspirar a muchos de los delincuentes que Gomorra retrataba.

*Responsabilidad

Yo capitán es, además, un viaje hacia la madurez de un personaje que debe hacerse adulto a marchas forzadas. En el tercio final de la película se obliga al protagonista a asumir una enorme responsabilidad. Seydou no minimiza la situación. Sabe que se le coloca en una situación para la que no está preparado. Es consciente de la importancia de una vida. Ya ha visto, y nosotros con él, como muchos han perecido por el camino.

Actúa con madurez, retrasando el último trayecto del viaje si esto supone una mayor seguridad. Sin embargo, acaba por asumir a la fuerza un papel que implica la vida de muchos otros.

En esta travesía sucede uno de los momentos más dramáticos del largometraje, consiguiendo transmitir una impotencia que desgarra al espectador. Se muestra como los inmigrantes son abandonados deliberadamente por los distintos gobiernos, que se aferran a la excusa de la territorialidad para no actuar. Y el espectador quiere pensar que es otro plano surrealista de Matteo Garrone, que esto no puede suceder, que nadie actuaría de esta manera en una situación de urgencia como la que se describe. Pero es real, y vemos como lanzan la pelota de uno a otro extremo justificando que el barco no se encuentra en su territorio. Las vidas no dependen de un mapa ni de una línea trazada arbitrariamente. Seydou acelera y nuestro corazón navega con él.

*Insensibilización

Hay un punto que juega en contra de este tipo de películas y es que el impacto que genera sobre el espectador puede ser inferior al que se espera debido a la exposición continua de la población, tanto en el cine como en las noticias, a imágenes de una violencia expresa y tendencia a la morbosidad. Debido a esta insensibilización de la crueldad puede que el largometraje no sorprenda si no se consigue una conexión emocional con los protagonistas. En Yo capitán no se siente esa insensibilización. El espectador mira con los ojos de Seydu, que nunca ha visto la tortura, y se sorprende con él de cada momento donde la injusticia o violencia acapara la pantalla.

Dejando de lado el impacto de la violencia física, que es evidente, también sorprenden otros momentos de absoluta deshumanización. Dos meses después de haber disfrutado de su visionado todavía resuena en mi cabeza un diálogo donde se vende a dos senegaleses con la misma parsimonia con la que compras un par de mandarinas. “500 euros uno. 800 dos”. 2x1 en personas. Es tan doloroso que solo queda evadirse y reírse de la inconsistencia y sin sentido de la humanidad.

Tal como lo hizo Steven Spielberg hace 30 años con La lista de Schindler, Matteo Garrone hace que nos preguntemos ¿Qué precio tiene una vida?

Y al final, con todo este viaje, sufrimiento, violencia y muerte, uno abandona la sala y se entristece. Seydu ha llegado a Europa y se sabe vencedor. Pero todos sabemos que su sufrimiento no ha acabado. No será recibido como espera. Chocara de frente con un racismo cada vez más patente. Volverá a vivir lo que sintió en el barco, que hay gente que preferiría que nunca desembarcase en su ciudad.

Y es por eso que, con sus virtudes y sus defectos, Yo capitán es una película de una importancia evidente. Se incluye en un apartado de películas que, aunque puedan devaluarse por crítica y público por ciertos aspectos, brillan por la necesidad de su existencia. Yo capitán debe verse, entenderse y compartirse. Puede ayudar a trasladar un sentimiento de humanidad cada vez más necesario.
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Escrito por Carlos Moreno Latorre
Cinemagavia
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2 de enero de 2024
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película dirigida por Matteo Garrone intenta reflejar todas las adversidades a las que se enfrentan las personas que cruzan de un continente a otro, utilizando para ello todos sus ahorros. Nos lo cuenta a través de los ojos de Seydou y su acompañante Moussa, dos adolescentes que parten a escondidas de su familia.

Aunque mejora considerablemente en el momento de la partida, el inicio de la cinta es flojo y se percibe como abrupto. Los personajes se introducen de una manera rápida y breve, sin hacer hincapié en las razones de su partida o la relación con su familia. Se prioriza el aspecto visual y se deja un guion, simple y poco trabajado, que define poco a los protagonistas y que los despersonaliza, creando empatía únicamente a través de su sufrimiento. Por ejemplo, vemos que tienen una familia, pero no cómo se construye su relación.

Aun así, 'Yo capitán' es visualmente increíble, con magníficos planos y con imágenes impactantes en muchas de sus escenas. Al margen de ello, es importante que este tipo de films pase por los cines, debido a la realidad que expone. Es necesario detenernos a reflexionar sobre los numerosos retos a los que se enfrentan los inmigrantes recién llegados con tal de que más gente pueda entender su realidad y empatizar con ellos, aunque tal vez esta no sea una opción suficiente para un adulto informado sobre la situación.

www.contraste.info
Revista Contraste
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3 de enero de 2024
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es una película? Quitémonos la coraza en Europa. Es una "filmación".
Lo que transmite es lo que ocurre con las mafias "agentes de viajes" desde el corazón de África hasta la tierra prometida (Europa). El duro desierto que hay que atravesar, las incontables mafias y grupos parapoliciales, el infierno libio, el riesgo de morir a la deriva, la tensión dentro de las pateras..., todo eso, ocurre en la película y ocurre todos los días en la vida real (llegan a Canarias, a Sicilia, a Malta, a Lampedusa...).
Jóvenes desesperados que huyendo de sus pobres aldeas son explotados y chantajeados por despiadados delincuentes, amparados por policías corruptos. Nada que no sepamos pero impresiona mucho ver filmada y en directo la maldad intrínseca del ser humano.
Xavier
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21 de marzo de 2024
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este película veo mucho dolor, mucha épica y mucho miedo, pero no siento ni dolor, ni épica, ni miedo. Si en 'Gomorra' y en 'Dogman' el director italiano nos transportaba al corazón de la bestia gracias a un lenguaje cinematográfico inmersivo y audaz, en 'Io Capitano' ocurre todo lo contrario. Garrone elige esta vez herramientas propias de las súper producciones para contar una realidad extremadamente precaria e inaccesible. El resultado: todo es de cartón piedra y suena a hueco.
SoloDocs
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3 de enero de 2024
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película en donde su punto fuerte es el relato de la terrible historia de quienes emigran desde Senegal a Italia. En este terrible camino el desierto del Sahara es un escenario en donde aparecen todas las atrocidades imaginables y en donde el dinero es el eje sobre el que pivota todo el dolor y violaciones constantes de los derechos humanos.

La música de la película refleja la música senegalesa, tal vez la mejor del mundo. Las escenas de la vida en Dakar parecen extraídas de un manual de antropología, tal vez rozando el estereotipadas. La referencia a las leyendas africanas tienen un resultado agridulce

Palabras como valor, aguante, coraje,... resuenan en la sala donde esos héroes reciben la empatía de la audiencia, que desean que esos migrantes alcancen las costas europeas. Un hermoso pensamiento no compartido por la Unión Europea y los partidos que hacen del combate contra la emigración una de sus banderas. El protagonista es uno de esos MENAS a los que tanto se alude desde la política caníbal.

Una película que representa la cara menos visible de la emigración clandestina a la Unión Europea
pedrokik
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