Siendo la interpretación que de Rico Rizzo hace Dustin Hoffman en Cowboy de Medianoche una de las mejores de la Historia del Cine, y una interpretación que se quedó sin premio, sorprende que los señores académicos vinieran en 1988 a galardonar al pequeño gran hombre, en RAIN MAN, casi exclusivamente por ladear la cabeza de vez en cuando y fingir un acceso de flatulencia en una cabina. Pues tanto para evaluar los daños que el trastorno del espectro autista causa en el desarrollo del cerebro humano como para proyectar las formas y maneras en que una persona autista percibe y socializa con otras personas, una película, o un actor, no es suficiente: sería, salvando las distancias, como si se quisiera aprehender todo lo relativo al amor y a sus circunstancias porque se ha leído a Lope de Vega.
Muy bien Tom Cruise, que con el correr de los años ha ido a peor, y bien, en sus pocos minutos de gloria, Valeria Golino, de ojos azules y besos mojados. Impresionante, igual que siempre, poniendo la música, Hans Zimmer, recién llegado del País de las Hadas y que más o menos comenzaba su andadura hacia las más altas cotas de la genialidad.
Una película normalita, RAIN MAN. Una película que ocupa un puesto de honor en la Lista de Afrentas Graves cometidas en la Noche de los Óscars por parte de algunos no demasiado lúcidos peces gordos de Hollywood.