Es escalofriante, desoladora e impactante. Veo que un usuario ha comentado que es como si en realidad no existiera ningún asesino, es una afirmación completamente descabellada pero sería un punto de llegada de lo más consecuente por parte de alguno de los agentes: reflejaría el delirio y la deformación de la realidad que terminan por contraer, la incapacidad de distinguir lo que es real de lo que es ilusorio, la agonía absoluta. Agónica obsesión... sí, sin duda es la expresión que define mejor a este filme que enamora con su ingenio, con sus bruscos cambios de tono y su propio argumento intrincado. Lo mejor de todo es la sensación cuando la película, tras haberte guiado con ella por sus turbias indagaciones, que no obstante ahora parece que van a tener solución, por todo el alma y esfuerzo que se está entregando, te estampa en toda la cara una vez más el callejón sin salida que tú además sabes que habrá, y obliga a volver hacia atrás. Cada vez que la necesidad ordena volver al punto de partida es un golpe más psicológico que otra cosa. La construcción de la investigación, los detalles con los que se urde, relatados de manera minuciosa y sobredosis de realismo... es fascinante.

Ves como cambian las personalidades de los detectives, les resulta imposible mantenerse inalterables y es como si se consumieran delante de tus propios ojos al no poder conseguir eso que tanto se proponen, no es tanto por el objetivo en sí, sino es más por la coyuntura psicológica, la presión, el deseo de atrapar una presa muy peculiar que se lleva resistiendo durante mucho tiempo y que ha causado muchos estragos.

El final... (los últimos 10 minutos) pura poesía en materia de dirección, como el resto de la película. El que está detrás de la cámara es como si hubiera sido bendecido por fuerzas de otro mundo... qué manera de captar los paisajes, los lugares y transmitírselos a los espectadores. Un final que siempre recordaré, sobrio pero con una capacidad expresiva impresionante.