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Alto espionaje

Intriga. Romance A pesar de que sus últimas misiones son bastante irrelevantes, el agente secreto británico Alec Leamas no desea abandonar la clandestinidad para ocupar un despacho oficial. Su nueva misión en la Alemania Oriental parece más interesante: consiste en hacerse pasar por un desertor y para que su deserción resulte verosímil se las ingenia para desacreditarse y desacreditar a sus jefes hasta conseguir que lo expulsen de la agencia de ... [+]
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
26 de noviembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Spy Who Came in from the cold (El Espía que surgió del frío, 1965) es la adaptación cinematográfica que realizó el cineasta Martin Ritt de la obra literaria de John Le Carré, de título homónimo. Se trata de una obra en la que el propio Ritt llegó a autoproducirse en parte, adquiriendo el mismo los derechos de la novela, después de haberla leído ávidamente y antes de que esta se convirtiera en el absoluto Bestseller que fue[1]. En Un principio Martin Ritt pensó en John Osborne, el célebre dramaturgo británico vinculado con los Angry Young Men, para que adaptara la novela, aunque finalmente el guión lo firmaría Paul Dehn y Guy Trosper.

El Espía que surgió del Frío trata sobre el espionaje, cierto, pero lo hace desde una perspectiva que nunca antes había ofrecido el cine. La guerra fría había puesto de relieve el propio espionaje, que de repente se convirtió en un tema comercialmente explotable por los diferentes medios artísticos, ya fuera el cine o la literatura. Sin embargo, los espías que pululan dentro de la película de Martin Ritt poco tienen que ver con los que nos presentó la saga James Bond y sus sucédanos. Además, ambos filmes son más o menos coetáneos, pues la primera película de la saga Bond se dirigió sólo tres años antes que la obra de Ritt, como fue Dr. No (Agente 007contra el Dr.No, 1962) del cineasta Terence Young.

Sólo temáticamente encontramos ya diferencias. Mientras que la película de Ritt nos ubica en el contexto de la guerra fría, con todas sus consecuencias, las películas de la saga Bond optan por hallar argumentalmente una sociedad secreta o un terrorista malvado que se enfrontan al personaje protagonista, y difícilmente utilizan un marco real para desarrollar la acción. En definitiva son unas películas que buscan descaradamente la espectacularidad y la comercialidad, algo totalmente contrario a los objetivos que pretende El Espía que surgió del Frío.

Y esto lo encontramos especialmente en la concepción que emplea la película del Espía. La adaptación de John Le Carré, saca a relucir el espía humano, a fin de cuentas, el real. Físicamente las diferencias ya resultan notables entre el héroe galán que aparece en las películas de 007 y el espía que interpreta Richard Burton., un alcohólico ya entrado en años y que físicamente está ciertamente desmejorado. Pero sobre todo donde más actúa la película como desmitificadora es dentro del trabajo de campo del espía. El personaje que interpreta Richard Burton no utiliza la pistola en ninguna secuencia de la cinta, sino que su trabajo es radicalmente diferente. Se trata casi de un funcionario que debe trabajar sumergido en la más absoluta clandestinidad (seguramente por eso encadena deficiencias como su alcoholismo o su incapacidad social) para pasar informaciones a su bando. Las explosiones, persecuciones y tiroteos que encontramos en la Saga Bond quedan pues totalmente fuera de la película. Incluso si vamos más allá, veremos que la arma principal de El Espía que surgió del frío son sus diálogos. Diálogos que en ocasiones construyen conversaciones bastante densas, que pueden hacer perder el hilo al espectador, el cual deberá estar concentrado para captar todos los detalles del filme.

La Adaptación nos presenta, como ya decía, un espía interpretado por Richard Burton, quien se encuentra al servicio de los servicios de espionaje británicos. Es un personaje que toda su vida ha trabajado dentro del mundo del espionaje como agente de campo, y por eso cuando el gobierno decide reciclarlo como funcionario se niega. A cambio, recibe una misión que le obligará a presentarse como desertor ante la otra banda del telón de acero. Este personaje encontrará una chica joven, interpretada por Claire Bloom y de la que llegará a enamorarse. La joven forma parte del Partido Comunista británico, y la película utiliza esta premisa para describirnos parte del contexto de esta Inglaterra poco conocida (los deseos de la joven de convertir a su estado, el amor libre que preconiza, etc..)

Martin Ritt emplea una puesta en escena que condiciona tremendamente el mensaje de la película. La dirección del cineasta nos refleja al fin y al cabo el mismo mensaje de soledad y desolación a la que se enfrenta nuestro protagonista espía. Un estilo seco y abrupto, que no tiene ningún reparo en utilizar los máximos recursos posibles para que la película imprima este desamparo que sufre el protagonista. Ayuda a este clima de desesperanza la fotografía que firma Oswald Morris, en blanco y negro y que explota perfectamente la soledad del hombre moderno, como por ejemplo cuando vemos a nuestro espía caminar y vagabundear por la ciudad sin un rumbo fijo.

Mención especial merece el final de la película, un colofón perfecto que va en perfecta sintonía con el tono oscuro que el filme iba imprimiendo a lo largo del metraje.

[1] Gabriel Miller, The Films of Martin Ritt, Ed. University press of Missisipi, Florida 2000, pp. 79

http://neokunst.wordpress.com/2014/11/26/el-espia-que-surgio-del-frio-1965/
Kyrios
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11 de enero de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy oscura. Dirige al espectador por un camino que no sabe a dónde lleva, que le tiene intrigado e interesado hasta el final. Muy bien interpretada. A pesar de ser un drama, deja buen sabor de boca. Exige estar muy atento, por que sino es fácil perderse.
Donald
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18 de junio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegida como ‘La mejor novela de espionaje de todos los tiempos’ por la prestigiosa revista, Publishers Weekly, en el año 2006, “El espía que vino del frío”, fue publicada en 1963 y su autor, John le Carré -autor de amplio carácter que tampoco muestra interés alguno por títulos, premios o reconocimientos-, que con esta publicaba su tercera novela, se convirtió, desde entonces, en uno de los autores modernos más exitosos de Inglaterra.

Ganadora también de los premios Edgar y Gold Dagger, la novela de le Carré -que surgía como una respuesta sin tapujos a la idealización que, de los espías, venía haciendo el cine jamesbondiano y demás, no tardó en atraer a los productores, y un guión de Paul Behn Y Guy Trosper, sería el punto de partida para la película que se encargó a Martin Ritt, director que había salido muy bien librado cuando dirigió a sus personajes atormentados de “Edge of the city” y “Hud”.

“EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO”, nos cuenta la historia de Alec Leamas, un agente del Servicio Secreto que, tras 18 años de servicio, es echado en 18 minutos, como él mismo desencantado, explica. Pero, luego, cuando deseando sobrevivir ha pasado por bibliotecario y hasta por ladrón-agresor-encarcelado (¡y curiosamente al que golpea es a Bernard Lee el M de los filmes de James Bond!), el jefe le da otra oportunidad y lo prepara para asumir la Operación Rolling Stone, con la que deberá desacreditar al jefe de contraespionaje de Alemania oriental, a fin de que sea eliminado por su propia gente.

Lo que va a desenvolverse, desde entonces, es una exquisita trama que dejará al descubierto los muchos brazos que tiene el juego de los servicios de inteligencia y los muy diversos, y marcados intereses, que se mueven en su interior. Tiene uno que reírse -como Leamas- cuando aprecia las muchas capas del enmarañado juego que se va presentando a su paso, y la trama, meticulosamente hilvanada, va de sorpresa en sorpresa hasta la escena final.

Los diálogos son muy cuidados y se nota el bagaje de le Carré sobre el muy grueso tejemaneje del espionaje, con lo que Bond queda aquí como una mera engañifa fantasiosa. Frase contundente la que va a decir Control, el jefe del Servicio Secreto inglés, a su agente: “Nuestra política es pacífica (el caramelo), pero nuestros métodos deben ser despiadados como los del enemigo” (la pura verdad). Los paréntesis son nuestros.

Richard Burton, nos ofrece aquí la figura perfecta para recrear a ese agente desgastado y resentido que, por dinero, vuelve a jugarse la vida, y enamorado de Nancy Perry (Claire Bloom), una bibliotecaria confesa comunista, estará empeñado en protegerla deseando que no resulte involucrada en ningún caso. Oskar Werner es Fiedler, el hombre certero que quizás deje demostrado que, lo que luce como justicia no siempre es Justicia.

Estamos en un mundo retorcido, donde la conveniencia se antepone a la justicia, y donde cumplir con una encomienda pesa más que la dignidad. Algo así, es lo que puede dejarnos como lección este sorprendente y preocupante filme, que denuncia que, el poder, no suele estar en las manos de los más justos.

También para el recuerdo: El tema musical que Sol Kaplan ha compuesto para los títulos de crédito.

Título para Latinoamérica: “EL ESPÍA QUE VINO DEL FRÍO”
Luis Guillermo Cardona
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1 de junio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pesimista, agria y desapasionada película, al nivel del protagonista, un excelente Richard Burton que encarna a un espía hastiado y sin demasiadas motivaciones salvo la de echarse al coleto unos whiskys de más (como así era en la vida real el actor, que supuso un incordio en el rodaje, ya que estaba frecuentemente ebrio, y de hecho creo que la anécdota aquella de que para beberse un chupito hicieron falta 47 tomas y Burton exigió que fuera alcohol auténtico, fue aquí). De hecho creo que es una de las películas que, sin ser el alcoholismo el tema "oficial", más se trata, y pierde uno la cuenta de cuántos vasos se beben y las botellas que se abren.

Con una expresionista fotografía en blanco y negro que la asemeja al cine de los 40 más que de los 60, una melancólica banda sonora y un tono en general alejado de todo glamour, idealización y heroísmo, la película responde a la exitosa saga de Ian Fleming (James Bond), aunque adapta una novela de otro británico especializado en el espionaje, John Le Carré (1931).

No hay espacio para nada más que hacer tu trabajo, por miserable sea, y matar a quien se te ordene. Vivir sin compasión.
Ferdin
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7 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de espías pero podría ser un policiaco y sería lo mismo; un buen policiaco. eso sí. La película va tejiendo la trama para desvelarse todo al final, como cuando el malo le apunta al bueno con la pistola en la escena final mientras le explica toda la verdad antes de apretar el gatillo pero luego no lo aprieta porque alguien se lo impide. Para que no sea solo eso se añade una falta de escrúpulos sobresaliente y ya tenemos una de espías de la guerra fría con Alemania Oriental de fondo, una Alemania Oriental, claro está de un cutre y cochambroso que ya hubiera querido Spielberg en su Puente de los espías.
Antonio José
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