Un señor maduro limpia váteres y es feliz. Ya está.
La película está bien, ya se ha dicho casi todo: minimalista, apología de lo cotidiano, sencillez etc etc. Pero... ¿Eso es todo?

Pues sí, eso es todo. Un filme puramente japonés dicen algunos. Pero qué japonés es éste que lee a Faulkner y solo escucha música anglosajona. Digamos que las canciones son lo mejor de la película, estupendamente puestas, todas muy buenas, todas de la época dorada del rock anglosajón y todas metidas en el momento justo. Pero digo yo, ¿esto es muy japonés?

La película adolece de algo fundamental y es que no llega a emocionar, salvo que seas un vejete que escuchó a Lou Reed cuando era joven o a Patty Smith. Pero ya.

Como minimalismo de lo cotidiano prefiero al Kaurismaki de Fallen Leaves o al Zang Yimou del camino a casa. Ese sí que emociona.

No es mala película. Pero no se pasa.

Extraordinaria.
Película inteligentísima, original, brillante. Veo por ahí que igual la clasifican como comedia que como terror que como humor negro. Creo que no es nada de eso; es sencillamente una rara avis, una de esas películas que muy de vez en cuando nos dejan sentados en la butaca hasta que pasan todos los títulos de crédito (las letras que decíamos los niños de mi generación). ¿Y por qué?

Toca varios flecos, todos relacionados y muy actuales: Redes sociales, la notoriedad que te dan los medios o las propias redes, la tentación de aprovecharte de ello, pero sobre todo esta película va sobre la cultura de la cancelación (hace poco que he aprendido este término). Ya saben que si fulano maltrataba a su mujer, pues ya no vemos sus películas, que si mengano era un facha ya no leemos sus libros, que si zutano era homófobo ya no existen sus pinturas y así etc etc etc.

Ahora bien, criticar este tema tan "molón", tan woke, sin acabar resultando una estupidez es una tarea que guionista, director y actor principal resuelven con una brillantez, con una vivacidad, con una sagacidad que te deja pensando como mínimo, eso si no es riendo o llorando. Como aquí no se hace spoiler, lo mejor es verla, sobre todo si toda esta moda de las identidades te empieza a chirriar y ya no sabes donde esconderte. Pues bien, aquí tenemos un buen escondite, un descansillo, un alto bien oxigenado en el que parar a descojonarnos un rato de todo lo dicho.

Brillante, especial, diferente no deja títere con cabeza.

La película empieza bien y parece que nos van a proporcionar entretenimiento del bueno. Buen ritmo, pantallas de videojuegos, Atari, Nintendo, Super Mario, Tetris. Todo guay.

Pero ¡Ay!, de repente la película se traslada a una supuesta Unión Soviética y ya todo son tópicos: Todo es gris, no sale el sol, nadie sonríe (solo los disidentes), todos te espían, te controlan, te graban. Gorvachov no se sabe qué pinta en la historia. Quiere convertirse en cine negro a media película, pero no,,,empieza a aburrir. De Tetris a tétrico.

35 años después de la desaparición de la URSS sigue la propaganda antisoviética y sin filtro, es decir tomando al espectador por ignorante. Ya saben ahora está Ucrania (triste desgracia). Les propongo un juego que no es Tetris: Hablen con algunos de los muchos ciudadanos que fueron soviéticos que viven aquí y que vivieron en aquél desaparecido país (gente de cierta edad) y saquen sus propias conclusiones.

Colofón los rusos mataban por unos Levi,s Aggghh

Otra película que he ido a ver por el bombo mediático y porque en Filmaffinity estaba disparada (ahora parece que se ha desinflado un poco cuando la han visto los incautos como yo).
¿Qué se puede decir de esta película? Está bien rodada, pues sí. Bien fotografiada, bien interpretada, pues sí. Pero es que hoy todas las películas están bien fotografiadas, bien roradas, técnicamente bien hechas. Pero... ¿Qué aporta? ¿Emociona? NO, para nada.

La mejor crítica me parece un párrafo que os dejo aquí de Sofía, otra colaboradora de esta misma página:

"Qué triste me parece el cine de lo cotidiano que se está haciendo en este país. Bajo ese barniz de autenticidad, yo solo veo trucos. Igual me equivoco, y es solo que me estoy haciendo mayor, pero percibo como una epidemia de inmadurez. En cuanto alguien hace algo de cierto "interés social" y el público, ¡al fin!, se ve representado en la pantalla, la película es no solo buena sino maravillosa, y gana premios. Me inquieta un poco. Y lo que me inquieta todavía más es que los críticos se hayan ido contagiando a velocidad alarmante."
Lo breve si bueno...

Que si un peliculón, que si algo distinto, que si el regreso del neorrealismo, que si Oso de Oro, vamos que llegaba la muerte en bicicleta dirigida por una mujer joven y rompedora. Pues, ni peliculón, más bien peliculeta, a no ser por el metraje, largo y que aburre, quizás en los tiempos de la Nouvelle Vague hubiera sido innovadora, pero de eso hace más de cuarenta años, así es que como mucho sería vintage. Lo que no discuto es lo de directora joven, pero de rompedora nada. Y el Oso...buenooo, igual el próximo es para una película ucraniana, ya me entienden. Confieso que he picado, eran tan buenas las críticas que he perdido más de dos horas de mi vida viéndola.
Nunca me han gustado las películas con actores aficionados, quizás con la excepción de Ladrón de bicicletas y esta película adolece de unas "interpretaciones" mediocres. Nunca me han gustado los falsos documentales, ni me gusta que pongan placas solares sobre terrenos de cultivo, pero para denunciar éso no necesito un metraje kilométrico.
Todos los elementos que contiene están más que superados desde los tiempos de Truffaut y De Sica. Para acabar de arreglarlo, los subtítulos eran tan pequeños que me dejé los ojos en el cine y el sonido tan oscuro que no entendía la mitad de lo que decían.
Que alguien me explique porqué es una buena película porque yo no lo entiendo.