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Críticas de Kyrios
Críticas 1.315
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
26 de abril de 2024
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Punto de restauración (2023) se trata de una coproducción europea entre varios países del centro y este de Europa en la que nos adentramos en la ciencia ficción más cercana al ámbito comercial, en plena competencia con las películas norteamericanas. La obra está dirigida por Robert Hloz, quien se estrena en el largometraje.

El guion de la película tiene numerosas semejanzas con In Time, una de las peores películas de la más que correcta filmografía de Andrew Niccol. No tanto por las semejanzas en cuanto al argumento en sí (en Punto de Restauración las personas tienen como un punto de guardado desde el que pueden "cargar" su muerte si previamente a las 48 horas se han chequeado), sino por la manera en como desarrollan ambas sus tramas. Pero también encontramos numerosas referencias a la ciencia ficción Hollywoodiense, como Blade Runner o Hasta que el destino nos alcance entre otras.

La película nos presenta al típico personaje de la ciencia ficción que se encuentra relativamente a gusto en el mundo en el que se encuentra, y que solo en alguna ocasión se ha propuesto romper con el sistema que le rodea. Andrea Mohylova interpreta a una detective de policía a la que le encargan un caso, que se relaciona directamente con la empresa precisamente encargada de los puntos de restauración comentados anteriormente. Por supuesto, este caso le hará darse cuenta de que la vida en la que vive es en realidad lo que el espectador llamaría una distopía científica y poco a poco empieza a romper con el sistema establecido. 

El problema principal de la película es que el guion es tremendamente simplista, y se nota que los creadores del filme lo han hecho a propósito con tal de poder realizar una película más comercial  y amable con el gran público. La trama detectivesca acaba reduciéndose a destapar las grandes mentiras de las grandes corporaciones (como sucedía en In Time, de la misma burda manera),  cayendo ante grandes maniqueísmos. Y es una pena, porque en un momento de la trama parece que pueda desarrollarse algún tema filosófico derivado de la situación en la que se encuentran (vivir la vida sin miedo a morir, es decir, sin tener que hacer el chequeo cada 48 horas) pero inmediatamente se cierra esa posibilidad en detrimento de la acción y las persecuciones.

Por el contrario, puede afirmarse que la película tiene en su diseño de producción un pilar en el que apoyarse. La película es ciertamente competente en este aspecto y se la ve digna de competir con sus homólogas norteamericanas. A pesar de que el futuro en el que transcurre la película es relativamente cercano y por ello tampoco se requieren el uso de grandes efectos especiales, la película cumple bien tanto en su CGI como en el diseño de algunas secuencias (por ejemplo, el momento en que nos presentan como funciona el sistema de restauración).

Conclusión

Punto de Restauración es una coproducción en la que parece que hay tantos países involucrados que todos han intentando llevar la película hacía una falsa zona de confort en la que ahí se quedará, sin llegar a tener una gran repercusión comercial ni tampoco una segunda vida por parte de los amantes del cine de género. 

Crítica escrita para Cinemagavia.es
Kyrios
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7
12 de abril de 2024
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Spice Boyz (2020) se trata de una fresca producción rusa dirigida y guionizada por Vladimir Zinkevich en la que se mezcla la comedia y el thriller en una obra que cuenta bastante sobre la juventud rusa actual, mientras despliega una serie de escenas influenciadas claramente por el cine norteamericano.

La película en realidad se trata de una comedia negra, que tampoco es que cuente con una trama especialmente revolucionaria. Ante la boda de un joven de un grupo de amigos, estos deciden hacer una despedida de solteros que se les irá de las manos cuando consuman unos psicotrópicos más "especiados" de lo que esperaban en un momento. La película tiene numerosos referentes, y aquí es donde vale la pena analizarla, porque Spice Boyz dice mucho tanto de cierta tendencia del ruso actual como de la propia sociedad en la que se inscribe.

Dirigir una película como Spice Boyz habría sido imposible en los años 2000's en Rusia. No me refiero a temas técnicos, sino más bien temáticos e incluso narrativos. La película es una obra que refleja la gran influencia del cine norteamericano, occidental si preferimos esa etiqueta. La propia secuencia inicial es una demostración de intenciones: Se trata de un flashback de dos personajes que no van a ser principales en el resto del metraje y que son quitados del medio de manera violenta. De paso, los títulos de crédito utilizan una canción en inglés de los años setenta. Todo esto habría sido impensable en la década de los años 2000's (si me apuran, incluso ese plano con grúa), porque esa generación que hacía cine, incluyendo directores como Balabanov, todavía no habían asimilado el lenguaje cinematográfico puramente norteamericano, teniendo al soviético como el más cercano. 

La manera en como está rodada esta secuencia inicial destapa una corriente cinematográfica rusa, a la que podemos añadir películas como ¿Por qué no te mueres? de Kiril Sokolov, de un cine que sin duda está influenciado por directores como Tarantino, Scorsese así como el cine de terror más popular. Estos directores no tienen reparo en copiar estructuras y lenguajes que han visto de estas películas y pasarlas por el propio filtro de su experiencia rusa. Se tratan de películas en cierta manera cínicas, que se burlan de un statu quo gubernamental que trata a este tipo de cine como poco serio. En cierta manera sin embargo, este cine es mucho más auténtico que el cine que se llega a exportar a festivales europeos, de autores solemnes como Zvyaginstsev (sin por supuesto desmerecer su obra), que prefieren contar historias con personajes más alejados de las grandes masas, mucho más profundos y elevados en categoría. 

A su vez, el guion de la película refleja muy bien la generación de jóvenes rusos provenientes o residentes de grandes ciudades que forman la actualidad. Se trata de jóvenes que a diferencia de la de sus padres que sufrieron la dureza de los años 90, viven en una relativa calma económica, pero sumidos a la vez en un futuro incierto (la película está rodada antes de la invasión de Ucrania). Jóvenes rusos, que como los españoles, están totalmente bajo la influencia de la cultura norteamericana (aunque nos pueda parecer extraño), así, como el director de Spice Boyz no tiene reparos en mostrarnos un lenguaje influenciado, tampoco los personajes dejan de mostrar ciertos rasgos arquetipos del cine americano, pues al fin y al cabo buscan en esa fiesta el placer hedonista, mediante el uso de drogas legales tanto como ilegales.

Esto no significa que la película rechace su alma rusa, sino que la encontramos fosilizada precisamente en ciertos detalles, quizá poco visibles en primera instancia, pero que están allí. Por ejemplo, la superstición de la sal (justo colocada en el montaje con la del gato negro) que indica que algo malo va a suceder. Otro punto son los personajes masculinos, claros "modelos masculinos de comportamiento" y que representan a diversos arquetipos de la sociedad.  

Conclusión

Spice Boyz es una película que cuenta tanto una historia divertida como a la vez un criptograma en el que puede entreverse una nueva manera de hacer cine dentro de la filmografía rusa que es esperanzadora. Una frescura que se puede apreciar más si  ponemos la película en su contexto sociocultural.

crítica escrita para Cinemagavia.es
Kyrios
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6
23 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stopmotion (2023) se trata del primer largometraje del director Robert Morgan, conocido por sus cortos animados mediante el stop motion. La película fue preestrenada en el Festival de Sitges donde cosechó una buena recepción crítica. Está pendiente de estreno en España. 

La película, que tiene mucho de autobiográfico, nos presenta a una protagonista principal interpretada por Aisling Franciosi que trabaja como animadora de Stop motion. Las semejanzas con el propio Robert Morgan son más que notorias, y durante mucho metraje la película nos presenta el propio proceso de animación y como se construye un proyecto , fotografiando cada posición que realizan los muñecos. Las secuencias en las que vemos dándole vida a sus personajes animados son de hecho uno de los grandes atractivos de la película.

La película en realidad cuenta una historia excesivamente simple. Todo lo que se nos plantea es el bloqueo creativo que sufre la propia protagonista, que una vez liberada de la férrea mano de su madre, quien también era artista, se da cuenta de que es incapaz de crear por si misma (de ahí el personaje de la niña, que a la manera de musa maldita viene a inspirar a la artista). No hay mucho más allá de esta esquemática idea, que luego tiene sus propias derivas eso sí (las drogas como vía para la creación, el cuento cautelar en el que trabaja la propia protagonista e incluso la propia sensación de sentirse manipulada como si ella misma fuera una de sus muñecas), pero no es desde luego en el guion que firma el propio Robert Morgan en colaboración Robin King donde nos encontramos con los puntos más fuertes del filme.

Donde si brilla la película es en el propio trabajo de stop motion, valga la redundancia, en las  secuencias que están animadas también por el director de la película y que son a la vez una historia dentro de la historia. Esa extraña y confusa historia que poco a poco va desarrollando la protagonista (con ayuda de esa misteriosa niña), y que pasa de ser una historia más o menos inocente a un cuento de absoluto terror. Los simbolismos que emplea la película son simples pero eficaces, a medida que la artista se va comprometiendo con su obra, repercute en el propio estado de su condición física como en la de sus muñecos, llegando a emplear carne y organismos vivos para poder recrearlos (por cierto, algo muy Croenenbergiano). 

Así, nos encontramos con una película que provoca al espectador unas sensaciones estéticas de horror y sobre todo de rechazo muy evidentes (como por poner un ejemplo, lo hace el artista español Enrique Marty con su obra), consiguiendo transmitir ese desequilibrio mental que acecha en cada esquina a la protagonista, pero dejando por el camino cantidad de elementos que podrían haber hecho de la película una obra maestra, como sí lo es Mad God de Phil Tippet, con la que se ha comparado en ocasiones por emplear también la técnica del Stop motion y tratarse también de una película de género, que busca en ciertos aspectos unos sentimientos de rechazo muy parecidos. 

Conclusión

Stopmotion es una película que cuando se propone ser oscura consigue alcanzar cotas de gran intensidad, pero que lejos de las terroríficas secuencias de animación se vuelve más repetitiva e intrascendente. En todo caso, una película que merece la pena vivir como experiencia, por apelar de manera tan evidente a nuestros propios miedos primarios. 

Cinemagavia.es
Kyrios
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6
20 de marzo de 2024
66 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Road House, de Profesión duro (2024) se trata de una película dirigida por Doug Liman, y que a la vez es un remake de la película homónima del 1989. La película se estrena directamente en Prime Video el 21 de marzo y ha cosechado críticas mixtas antes de su preestreno.

un servidor no entiende del todo cuál es el motivo por el que un actor como Jake Gyllenhall ha aceptado un rol como el que ofrece Road House, de Profesión duro (más allá de fines crematorios). La única idea que se me ocurre es la de mostrar al mundo sus dotes como actor de acción, y conseguir así postularse como futurible Batman para el nuevo universo del DCU de James Gunn. Porque más allá de repartir estopa a diestro y siniestro, poco podemos ver de uno de los grandes actores del Hollywood contemporáneo.

Road House, de Profesión duro, sigue el tono estándar de numerosas películas que además han tenido ya su estreno en plataformas digitales, mostrándonos una trama arquetípica dentro del cine de acción (que ya de por sí es un género manido) que navega entre el chascarrillo ingenioso y las tundas. A diferencia eso sí de John Wick y sus sucesores bastardos (como Nadie, 2021) la acción viene dada por los puños y las patadas, sin el excesivo empleo de armas de fuego. La película en ese sentido se acerca más a los 80 y 90, con Van Damme y cía, que a las secuencias de tiroteos. ¿Están bien construidas? Lo cierto es que Road House, de Profesión duro tiene más gracia al recurrir al diálogo, por ingenioso, dentro del propio combate que no a la coreografía en sí.

El guion de Road House, de Profesión duro, que no tiene problemas en verbalizar la inspiración del filme en Westerns (por ejemplo, el filme nos puede recordar a Johnny Guitar de Nicholas Ray) nos presenta un "saloon" del oeste que es asaltado continuamente por bandas de matones. Para poder sacar adelante su negocio, la dueña del bar buscara la ayuda de un exluchador de la UFC, que es el personaje que interpreta Jake Gyllenhall. Este personaje está construido como si fuera un santurrón que ni siquiera quiere hacer de verdad daño a sus rivales (luego entenderemos porqué).

La trama de Road House, de Profesión duro es burdamente simple, quizá ahí radica su virtud y su esencia, lo que hace que la película se apoye principalmente en el carisma de los actores y de las secuencias de acción. En ambos apartados la película cumple sin artificios, lo que nos deja una película entretenida que pasa a ser carne de catálogo de VOD. A la moda de sumar caras sacadas de la lucha libre o la profesional (The Rock, John Cena, Dave Bautista), la película nos presenta a un Conor McGregor como antagonista principal, que no deja de interpretarse a si mismo, y que quizá sirva como plus para ciertas audiencias.

Conclusión de 'Road House, de Profesión duro'
Road House, de Profesión duro es una película que no hace daño a nadie. Un entretenimiento de acción enfocado a los amantes del gimnasio y los batidos de proteína, que disfrutarán de algún par de secuencias de acción y se olvidaran de la película al cabo de unas horas.

Cinemagavia.es
Kyrios
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7
6 de marzo de 2024
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The Owner se trata de la última película de Yuriy Bykov (Storozh), uno de los cineastas rusos vivos más interesantes de la actualidad, y que nos sorprende con una película que otra vez vuelve a poner sobre el tapete uno de los temas constantes de su filmografía, como es la vena crítica hacía ciertos sectores corruptos de la sociedad rusa. La película se estrenará en el Festival de Málaga de 2024.

Para entender la película hay que entender un poco el contexto sobre el que trata la película. The Owner nos presenta un personaje interpretado por Oleg Fomin que representa uno de los lados más oscuros de la historia contemporánea rusa. Se trata de la figura del "Bandit", que apareció en la década de los años noventa con el colapso de la Unión Soviética y la ausencia de cualquier poder que pudiera imponer la ley.

Estos banditi imponían la propia suya, formando auténticas mafias en las que ellas mismas imponían su sangriento orden. En The Owner esta figura resulta también un trasunto del estado (Sugerentemente se le dice a nuestro protagonista: ¡Ni te imagines quien está detrás de él), como si siguieran existiendo en la realidad, solo que ocultos en estos tiempos. Y no desvelaremos nada del final, donde todos los cabos sueltos acaban uniéndose.

Al igual que en su otra mejor película, The Fool, Bykov nos vuelve a presentar un argumento bastante similar en cuanto a la creación de la estructura del guion se refiere. En ambas películas nos encontramos con un personaje protagonista, también en ambas interpretados por Artyom Bystrov, que a diferencia del entorno que les rodea, tienen unos grandes estándares morales que les llevan a cometer actos de justicia.

Así, en The Fool, el personaje principal intentaba avisar a las autoridades de que había riesgo de derrumbe en un edificio, mientras que en The Owner, el personaje principal salva en los primeros compases de la película a una persona de morir quemada en un accidente de tráfico. Sin embargo, en esta ocasión nuestro personaje acabará teniendo que abrazar esta propia corrupción para poder sobrevivir.

No sé como se habrá recibido The Owner en su país, pero lo cierto es que el Bykov más ácido vuelve a la carga, después de una película irregular como fue Storozh. La obra es en realidad un misil de flotación a uno de los temas más candentes de la sociedad rusa actual, como es la corrupción tanto política como moral que impera en el país. El guion disecciona en numerosos momentos este tema, que además tiene un reflejo poco habitual en el cine ruso, como es en la propia población como personaje (se ven diversas protestas a lo largo del filme), que no aparece solo como una masa anónima, sino que se distingue críticamente.

No nos encontramos ante un guion con demasiadas piruetas ni muy alambicado. The Owner va directa al grano, condensando las secuencias más impactantes y simbólicas. Por ejemplo, la inicial, donde se demuestra la moral de nuestro protagonista, o la de la veleta, donde se ve la elección. Bykov sabe dirigir las secuencias más intensa con mano de hierro, sin alardes, sin mostrar una cámara visible, pero con grandes resultados.

En definitiva, la diatriba moral está también clara. Si quieres hacer dinero, tienes que pasar por encima de muchos cadáveres. Todo ello condimentado con una película con grandes dosis de tensión.

Conclusión de 'The Owner'
A pesar de que no ha sido distinguida como merece, The Owner se trata de una película más que interesante que nos radiografía de manera crítica la sociedad rusa, y que atestigua que Yuriy Bykov es uno de los cineastas rusos más importantes del panorama actual.

Cinemagavia.es
Kyrios
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