Diamantes negros

Honesta y necesaria película de Miguel Alcantud sobre la cara oculta del fútboly los fichajes de jugadores africanos.
En realidad no es una auténtica ficción, de tan real que es, y le falla un poco el lado emotivo porque los personajes apenas tienen profundidad o historia. Todo sucede ante nuestros ojos sin ninguna pasión ni garra, pero aun así es recomendable verla para hacerse una buena idea de cómo funciona el negocio del fútbol, ese que no vemos en la tele ni en las galas de entrega del Balón de Oro.
Buen trabajo de Miguel Alcantud.

Lo mejor: Su verdad
Lo peor: Es prácticamente un documental y resulta algo fría

Esta película retrata un mundo que siempre está oculto a los ojos de todo el mundo; pero que se sabe de su existencia y nadie hace nada por paliarlo.
Este mundo oculto es las mafias que se mueven detrás del fútbol alrededor del mundo. Unas mafias que trafican en cierto modo con jóvenes que sueñan con ser estrellas de este deporte, pero que en realidad les venden un futuro que no es el que realmente esperan.
En esta ocasión, los protagonistas son dos chicos de Mali que los traen a España con la idea de triunfar en el mundo del fútbol. Pero cuando llegan al país, se dan cuenta que efectivamente sí juegan al fútbol, pero en unos equipos bastante mediocres, y en unas condiciones que no les auguran un futuro bueno que los sitúe en los más alto de este deporte.
La película cuenta con una historia interesante que te entretiene y con momentos buenos. Pero también cuenta con otros momentos que no acaban de enganchar del todo, ya que la trama se enrola en un círculo a veces del que le cuesta salir.
Y es que el film que en un principio atrae bastante, se va dirigiendo hacia un destino que hace que se desinfle un poco, haciendo que uno se sienta un poco defraudado; ya que uno se espera mucho más al principio de lo que luego va viendo.
Aun así, el film es interesante y consigue entretener gracias a las situaciones que viven sus dos protagonistas. Unos jóvenes que dejan su vida atrás en busca de un sueño que lo pueden convertir en grandes estrellas; y así poder conseguir dinero para poder tener un futuro idílico para sus familias y para ellos. Lo que no se pueden imaginar, es que muchas de las personas que les rodean tienen otros objetivos ocultos, haciendo que esa realidad no sea tan idílica como se imaginan.
En fin, "Diamantes negros" es una película que nos expone de manera clara esa cara oculta del mundo del fútbol que no se suele ver. Un film que atrae en ciertos aspectos, pero que también flojea en muchos otros haciendo que sea interesante de ver; pero también se tenga la sensación de que podría haber sido mucho mejor.

Papá Noel ha llegado a la ciudad!!! Regalos para todos que el diablo se encargará de cobrar!!! Un trabajo correcto, honesto y riguroso, eficiente y preciso sobre lo que esconde el maravilloso y soñado mundo del fútbol; una estaba y engaño a jóvenes africanos a quienes se les vende la tierra prometida, la promesa de cumplir su sueño de llegar a jugar en un gran equipo de fútbol de primera división. Con el único español aprendido -quiero jugar al fútbol- y una ignorante e inocente sonrisa representantes sin escrúpulos los manejan a su antojo mientras le son útiles dejándolos abandonados a su suerte cuando las circunstancias cambian; perdidos en una ciudad desconocida, sin conocimiento del mundo oculto que esconde se ven obligados a mal vivir o delinquir antes de soportar la vergüenza de volver a casa humillados y derrotados. Una lectura real y auténtica, sobria y austera -también atroz- de una realidad presente en nuestros días que expone unos hechos mezquinos y vergonzantes de la miseria más absoluta, de la desgracia del lugar de nacimiento; vender tu alma al mejor postor cuando no tienes nada que perder. Cine denuncia, relato con conciencia que sólo cabe observar y escuchar.

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Entre la resaca de la final de la Champions y la inminencia de la cita mundialista (que a su vez viene acompañada de intensas protestas del pueblo brasileño, las cuales, como cabía esperar, no reciben toda la atención mediática que merecen), la llegada de esta coproducción hispano-estonio-portuguesa al mercado del vídeo doméstico viene como anillo al dedo, como ese necesario jarro de agua fría que nos sirva de contrapunto incómodo a todo el esplendor de los focos y pirotecnia que despierta la máquina de amasar dinero de la FIFA cada cuatro años.

Las habitualmente cordiales relaciones entre fútbol y cine venían mostrando tradicionalmente sólo la cara reluciente de la moneda, el resplandor del "sueño balompédico", parte del conjunto del anverso agradable de la globalización. El séptimo arte, como testigo privilegiado del tiempo y de la realidad, tenía una asignatura pendiente con el otro lado de todo ello, todo ese mundo de estafas, sueños rotos y tráfico humano que esconde el circo del deporte más mediático del planeta.

Este contundente mosaico de fraudes y repulsivas prácticas, efectuadas desde el rey hasta el paje, tanto en lo estrictamente deportivo como en lo puramente económico, verdadero motor de esta mafia encubierta, se inserta en un hipertexto narrativo más amplio sobre el drama de la emigración, los falsos mitos de la movilidad geográfica, esas realidades que no muestran Españoles por el Mundo o Destino: España, esos miles de Moussas y Amadous que el discurso mediático esconde a la sombra de cada Messi de turno. Esto es la espina dorsal, la razón de ser y de significado de un argumento con dos trayectorias bien diferentes, con cursos evolutivos a la inversa, que bifurcan el relato en el segundo acto, pero que confluyen en un mismo mensaje final, global, con respecto a sí mismo y en relación a su inherente universalidad.

Al mismo tiempo, en un nivel complementario que refuerza dicho mensaje, este relato in crescendo se erige en el espejo que evidencia la ignominiosa desigualdad que separa esa frontera geográfica pero también semántica que marca el estrecho de Gibraltar, en torno al cual apenas unas decenas de kilómetros separan la tierra prometida del infierno en vida. Tierra prometida que, a su vez, se demuestra otra gran farsa incluso para los que ya nacieron en ella, con el cubo de la basura que se confirma ya como el icono más sólido para representar las miserias y mentiras de este sistema caduco y moribundo que nos ha sumido en una crisis cada vez más aguda, que de casual y accidental nada tiene.

Por otra parte, sin que ello suponga desvío alguno del espíritu fundamentalmente de denuncia, la película aprovecha hábilmente la naturaleza de su historia y traza un acertado paralelismo en torno al "tiqui-taca", frente al juego individualista, como metáfora de la cooperación y solidaridad necesarias entre los desheredados de este sistema macroeconómico criminal para poder salir de esa espiral de mentiras, engaños y miseria. En este sentido, la diferente toma de decisión de cada uno de los protagonistas determina su destino asimismo desigual, entre el peor de los finales posibles y un limbo igualmente incierto pero con una carga notablemente de esperanza.

Este proyecto ha salido adelante gracias a la implicación de actores comprometidos con estas y tantas otras causas como Carlos Bardem y Willy Toledo, cada uno a su particular manera. Ambos realizan un particular ejercicio de método al recrear ese tipo de personajes contra quienes sus alter ego reales, públicos, arremeten abiertamente y denuncian en cuanto tienen ocasión, ya sea directamente, a viva voz, o por medio de la expresión audiovisual. El talón de Aquiles, en cambio, se encuentra precisamente, una vez más, en el factor de la coproducción y su ¿inevitable? influencia en el guión, que da como resultado ciertos giros abruptos y metidos con calzador, los cuales no deben empañar la entereza, la valentía y el buen hacer, en líneas generales, de esta película con una intención y un mensaje bastante claros y honestos desde el principio.

Miguel Alcantud ha querido reflejar la realidad de muchos jóvenes Africanos, que ven la oportunidad de entrar en Europa de manera sencilla, mediante una promesa de jugar en un equipo de fútbol. En los últimos años se han rodado bastantes películas sobre la inmigración, con mejor o peor suerte, pero centrándose en los ciudadanos que llegan de otra manera más penosa. Parece que los protagonistas de la película han tenido suerte, ya que tienen un " don " ( en este caso jugar bien al fútbol ), y la suerte necesaria que les abre las puertas de Europa de forma sencilla. Pero no es fácil, porque para ello, tienen que empezar hipotecando a sus familias, actualmente nadie hace las cosas gratis ni por caridad.
El origen y la forma de llegar es diferente a la de los ciudadanos que llegan en pateras, pero el resultado en la mayor parte de las veces es el mismo. Tienen que tener mucho talento y fortuna para no acabar perdidos por las calles, como muchos de los que podemos ver al servicio de las mafias o perseguidos por la policía por ilegalidad.
Los protagonistas de la película vivieron una historia parecida, y cuando el director y guionista les presentó el proyecto, el parecido con su realidad era muy grande. Parece mentira cómo unas personas que vivieron ese problema, y cuya situación actual está solucionada, puedan decidirse a revivir algo parecido. Ese es el motivo de que lo mejor es la emotividad que transmiten Amadou y Moussa, y te crees lo que están viviendo, por muy increíble que parezca.
Carlos Bardem hace una buena actuación y, pese a ser una aparición muy breve, su personaje tiene gran importancia. Los protagonistas han sido muy bien seleccionados, y son diferentes uno del otro. El actor que hace de Moussa está mucho mejor, transmite unos sentimientos diferentes pasando de la alegría a la tristeza de forma natural. Su historia real fue muy parecida, pero iniciando su trayecto en París y no en Madrid. Actualmente vive en Madrid y juega en el Canillas F.C. Su vida está solucionada, y vive legalmente en España, pero para llegar a esa situación ha tenido que pasar por muchas penurias como los de su personaje en la película.
Cuando los caminos de ambos se separan, el director mantiene el interés del espectador por los dos personajes, repartiendo el tiempo en donde ambos aparecen en pantalla.
El personaje de Amadou está muy mal concluido, y hay ciertas situaciones difíciles de creer, por muy maduro que parezca su protagonista. Por otro lado el interés por el personaje de Moussa no se pierde, y su historia sí la creemos. La banda sonora es el otro acierto de la película, con unos ritmos africanos cuando estamos en Mali y unos más europeos desde la llegada a Madrid.
No se la pierdan, ya que es una película que no aburre y te explica una situación que desgraciadamente ocurre de forma habitual.