Todos los hombres del presidente

La madrugada del 17 de junio de 1972, las oficinas del Partido Demócrata ubicadas en el edificio del Hotel Watergate fueron asaltadas por cinco hombres, algunos de procedencia cubana pero que disponían de su propio abogado. El hecho levantÓ las sospechas de dos periodistas del periódico The Washington Post Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman) para empezar a desentramar una complicada red que implicaba al Comité de Reelección del Partido Republicano, hasta las altas esferas de la Casa Blanca representadas por personalidades próximos al presidente Richard Nixon,… Desde el principio contaron con el visto bueno del director del periódico (Jason Robards) y Woodward contó con la colaboración de un confidente (Hal Holbrook) apodado “El Ronco” o más popularmente como “Garganta Profunda”.

Y empiezan a caer cabezas hasta donde la Historia los ha situado. Desde un fiscal del Distrito a la mano derecha del Presidente, Charles Colson, y a consejeros como H. R. Hadelman y John Ehrlichman… Las piezas del puzle empiezan a encajar a medida que avanza la investigación, pero el director Alan J. Pakula solamente se limita a mostrarnos la mecánica del Periodismo de investigación si por ello también se ve implicada la forma ética en la que se desenvuelve (conveofreciendónos a un Woodward y Bernstein llamando a algunos involucrados que si apenas aparecen algunos minutos (los funcionarios interpretados por Jane Alexander y Stephen Collins), la mayoría solamente se les oye desde el otro lado de los ya calentados auriculares telefónicos en los que los dos intrépidos periodistas pegan sus oídos y toman aceleradamente sus notas entre bocetos y tachaduras a la espera de disponer de la lejana ocasión de mantenerse en contacto directo con algún que otro pez gordo.

La cinta de Alan J. Pakula (El Informe Pelícano) carece de acción subliminal por lo que se aprovecha claramente de advertir al público de que no ofrece concesiones a la gratuidad. Lo poco digerible de su planteamiento la convierte en una película compleja y entregada técnicamente al celuloide la plasmación de lo que se llama Periodismo de Investigación. Con sus fisuras, eso sí, pero siempre enfocado desde una profesionalidad y seriedad innegables.

Dos plumillas hiperactivos hablando por teléfono, quedando con gente a la que preguntan cosas sin descanso, volviendo a la redacción a hablar por teléfono, yendo de nuevo a hablar con alguien, ilusionándose ante un nuevo indicio que el espectador medio o incluso por encima de la media, no comprenderá en absoluto. Ciento sesenta nombres imposibles de memorizar salvo para algún lumbreras experto en política norteamericana. El ritmo es frenético, tanto que no te deja subirte a él en ningún momento. De vez en cuando aparece Jason Robards poniendo cara de mandamás y diciendo alguna sentencia.

Luego pone The end y ya te puedes ir a dormir. Bueno, a seguir durmiendo.

Alan J. Pakula se lanza a documentar, tomando como base el libro publicado por los dos periodistas protagonistas de denunciar al mundo, a través de su periódico, el "Washington Post", la trama de corrupción del Partido Republicano encabezado por el dimitido Presidente Richard Nixon contra los candidatos del Partido Demócrata en la reelección de Nixon, y todo a través del famoso "Caso Watergate".

Película valiente que abrió los ojos al pueblo norteamericano, que no se creía que su Presidente y su Partido fueran capaces de actuar de la manera en que lo hicieron saltándose a la torera la esencia de la propia democracia. Nixon, acorralado por los hechos y las evidencias, no tuvo más remedio que dimitir, siendo sucedido por Gerald Ford, su vicepresidente, aunque los corruptos eran todo el Partido Republicano, no sólo la Administración Nixon.

Aquí en España, los medios de comunicación se han encargado de destapar toda la corrupción de cientos de políticos del PP empezando por todos sus tesoreros desde la fundación del partido, realizando mordidas a cambios de obras públicas principalmente, y que se encuentran ante los tribunales de justicia españoles en la actualidad. Sin embargo, nadie de la dirección del partido ha dimitido, y lo que es más curioso, los ciudadanos de este país le han vuelto a dar la confianza ganando las últimas elecciones.

No hemos aprendido nada.

Gran trabajo de Dustin Hoffman y Robert Redford encarnando la figura de ambos periodistas, y un gran Jason Robards con su gesto espontáneo de reposar sus piernas sobre la mesa continuamente, enseñándonos las suelas de sus zapatos como para reivindicar la inmundicia de la que estaban tratando, consiguiendo un Oscar como actor secundario.

Documento histórico de gran calidad, sobresaliente 9.

Te hueles que indagando sobre alguna conspiración de las gordas, dos colegas están llegando demasiado lejos. El caso es que no aciertas a comprender cómo van atando cabos, cómo van cocinando la trama. Hay muchos nombres, muchas llamadas telefónicas, muchas visitas, citas y muchos mensajes misteriosos, pero aún así, sigues pegado a la pantalla sin poder dejar de prestar atención.

Es extraño que siendo una película tan americana en la producción, además de los temas de legislación, política, costumbres, etc, logres implicarte de tal forma. Comprendes el valor de la profesionalidad, en este caso el periodismo, sin ambages ni ideologías baratas, y esto es gracias a que en un país libre, ciudadanos anónimos trabajando sin cesar, sin armas, sin violencia, sin discursos, con el poder de la palabra y la información, pueden llegar a derrocar a un gobierno.

¡Y quiénes mejor para representar a estos periodistas que una pareja emblemática: Roberd Redford y Dustin Hoffman en unos papelones para la posteridad! Hábilmente dirigidos sin dejar nada al azar, con un equipo técnico reconocido, enlazando las secuencias con el ritmo adecuado a los avances de la intriga periodística y la participación clave de unos personajes alrededor añadiendo ambiente, misterio, angustia e interés. Dos actuaciones sin bofetadas, sin tiros, yendo y viniendo, con un magnetismo épico, que te sumergen en unos asuntos turbios, enigmáticos, en los que no dejas de pensar que algo gordo va a ocurrir... Ya.

He visto la película casi por "obligación" por ser un título de referencia pero me he llevado una gran decepción. La película es bastante aburrida, le falta acción y los procedimientos para obtener información son repetitivos y bastante simplones a mi modo de ver. Además cuando realmente se va a entrar en harina sobre los tejemanejes de la casa blanca va y se termina la película.
Quedan además un montón de cabos sueltos relativos al tema de los Kennedy. ¿Insinuan acaso que la CIA estuvo implicada en el asesinato? Debería de hablar mas claro. Se queda en una insulsa crónica sobre una investigación peridodística.