Ali

Sí, era un bocazas, un jactancioso, un burletero, un mujeriego… y de seguro muchas otras cosas. Pero aún, es el boxeador más grande de la historia, y fue un hombre comprometido con los derechos civiles como muy pocos deportistas lo han sido en época alguna.

Ya que odiaba llamarse Cassius Clay por considerarlo nombre de esclavo, al convertise al islamismo se le asignó el honroso nombre de Muhammad Ali, que él comenzó a llevar con el mayor orgullo. Por esta razón no bebía ni fumaba, y así -además de la soberbia-, el otro pecado capital que jamás pudo vencer fue el de la lujuria, porque las mujeres hermosas lo ponían siempre a pararse en la cabeza.

Amigo del gran orador y líder por la causa de los afrodescendientes, Malcolm X, Ali hizo suya esta lucha y tomó toda suerte de riesgos para no traicionar sus principios bajo ninguna circunstancia. Por esto, se negó rotundamente a ser reclutado para luchar en la guerra contra el Vietnam, pese a que podía ser condenado a cinco años de cárcel y a una multa de diez mil dólares. Su declaración fue contundente:

"¿Por qué me piden que vaya a diez mil millas de mi casa, a tirar bombas y a abalear a gente de piel oscura, mientras los negros de Louisville son tratados como perros y se les niegan hasta los más simples derechos humanos? No voy a ir a incendiar y a asesinar a otra nación pobre, solo para que los esclavistas blancos continúen con su dominación".

Esta era la voz de un hombre comprometido, derecho, con conciencia de clase. Y al saberlo así, su megalomanía sonaba a broma, a rezago infantil y a ese afán provocador que juega su rol en el negocio publicitario. Porque, otra cosa que no puede negarle nadie, es que Muhammad Ali tenía un estupendo sentido del humor:

"Soy tan rápido, que anoche en el hotel apagué el interruptor de la luz… y me metí en la cama antes de que el cuarto estuviese a oscuras”.

En “ALI”, Michael Mann nos muestra al ser humano con todos sus matices, y hace tanto o más hincapié en su compromiso político y en su quehacer personal, que en su carrera boxística ya harto conocida por todos. Siento que podrían sobrar algunos metros de película, pero en general, el filme brilla con esa semblanza humana hecha con gracia y sensibilidad. Y sin duda, consigue que veamos la grandeza de espíritu que había en aquel campeón que aún continúa haciendo historia.

Título para Latinoamérica: “MUHAMMAD ALI”

Por fin me decidí a ver esta película que siempre tuve aparcada en doble fila hasta que los pitidos del dueño al que había cercado, no me dejaron más remedio que el de mover el coche. ¡Y con qué sumo placer! Ante todo es reseñable magnifica caracterización del personaje, lo muy trabajado que está. Ese semidiós de ébano, duro como una roca, a veces un payaso vanidoso, a veces un esclavo amotinado contra su amo. Y es que cuando Michael Mann hace bien su trabajo, obtiene su fruto: un drama biográfico de gran calidad.

Se tiene en cuenta todo detalle de este boxeador de Kentucky, desde las frases que han pasado a la historia tras su carrera deportiva, hasta las rimas que anunciaba como declaración antes y después de los combates.

A pesar de que se resume bastante la intensa vida de semejante búfalo, y de seguro que muchos amantes del pugilato se quedaran con ganas de muchas de las anécdotas de las que fue protagonista Alí, creo que este film está bastante conseguido y a pocos dejará decepcionados.

Un gran púgil, una muy buena película.

Había acabado el combate y el mundo del boxeo se quedó sin habla. No solamente era una promesa mojando la oreja del campeón favorito, era una cuestión de estilo. Terry Venables afirmó que Ali fue el precedente del Barcelona de Cruyff, hipnótico, te hacía caer bailando. Una metodología diferente, otra forma de luchar, vuela como una mariposa y pica como una abeja.

El primer showman que hizo trizas los convencionalismos con declaraciones altisonantes. Un deportista reconocido que se cambió su nombre de antepasados esclavos a otro musulmán, fe que defendió hasta el extremo, así como su amistad con Malcolm X (personaje desaprovechado en la trama).

Sin duda, no estamos ante la biografía definitiva de Alí, probablemente porque el director y su equipo terminan cayendo enamorados ante el personaje, mitad héroe, mitad pomposo, pero siempre carismático, en el ojo del huracán. Como fuere, muchos son los ingredientes que nos permiten disfrutarla, como la actuación de un Will Smith a veces un poco histriónico pero convincente. Jamie Foxx aporta mucho como el tipo que todos querríamos tener en nuestra esquina.

Jon Voight da muy bien su perfil de reportero con el que el púgil mantiene una relación de admiración-burla. Probablemente los que no sean amantes de este peligroso deporte, no disfrutarán mucho está correcta aportación de Michael Mann al género, pero los que sí, la gozarán, empezando por su estupenda banda sonora.

Interesante pero no inolvidable, estamos ante una emocionante película que nos acerca a uno de los deportistas más vibrantes del pasado siglo.

Ali es una película soberbia, que alcanza la genialidad y que el tiempo pondrá en su sitio.
Frases geniales, tomas buenas, música ejemplar, diálogos ingeniosos, actores danodo lo mejor de si mismo, y muy bien documentada.

Para mi, la mejor película de boxeo que existe.
El sentimiento de afán de superación que transmite la película es increible, en todo momento estás metido en la piel del campeón de los pesos pesados más grande.

Me ha parecido una película pretenciosa y mal llevada. Para empezar, los personajes no son presentados. Parece que todos tenemos que saber quiénes eran Malcom X, Cassius Clay, la Nación del Islam, Elijah Muhammad,...

Will Smith no parece un peso pesado. Sí, vale, es grande y está cachas, pero parece un mindundi comparado con verdaderos pesos pesados. Pero claro, llena salas de cine.

Las peleas también se ven deslucidas. Pocos golpes, poca fuerza y menos técnica. Llega a aburrir. Hasta he pensado que para estar viendo esto, mejor haber visto el combate real entre Alí y Foreman, y conocer a la leyenda de primera mano.

Creo recordar que vi otro biopic de Mohamed Alí mejor que éste, pero no recuerdo el título.