El octavo día

Bueno, desde mi punto de vista es una película obligatoria, hay que verla. Nunca una película me había hecho sentir lo que consiguió este film...pienso que la persona que mejor la describe de todos los que opinamos aquí es el compañero Antonio1004. También yo soy de los que no sueltan nunca una lágrima y este film me hizo llorar mucho, te vienen sentimientos de todo tipo...y consigue hacerte pensar en las nimiedades de la vida, en los detalles sutiles que no reparamos porque damos por hecho que están allí y nunca nos faltarán....para mi la película más humana, real y cercana que he podido ver a fecha de hoy.

Un saludo.

Una amiga me la recomendó, la compre y dure cerca de un mes asta que la vi.

Vaya simbolismo mexicano, me sorprendió ver a ese tipo cantando a mi país, y mas su sonrisa, pero la canción de mama yo se la dedico a mi mama.

Dos humanos viviendo y sin vivir, 2 hombres buscando el amor, 2 personas solas.

Sonríe sin preguntar porque, vive y ama sin mirar a quien.

Yo prefiero a los niños porque no pican cuando los besas y las nubes siempre me cuentan historias como la de Gorges.

Mi madre es la mejor y mi padre siempre estuvo en su trabajo, no puedo evitar sentirme identificada con esta historia. Siempre quise que mi padre me regalara fuegos artificiales.

Pero la vida no es justa, es honesta, y el llorar es parte del amor.

-Más allá de que la historia nos suene a lo ya contado... se descubre, un canto a la compañía como un bálsamo contra una soledad no elegida.
-Pascal Duquenne está magnífico, los personajes son creíbes, la fotografía es buena, la música está muy bien elegida y permite el paso de escena tristes a cómicas, nostálgicas...
-Creo que elige muy bien el momento de cambiar de género para que no resulte en nigún momento excesivamente dulce o amarga,...te hace reír, estar triste o desconcertado al tiempo de los personajes.
-Impactante cómo plasma el cambio de comportamiento cuando la gente sabe que trata con una persona diferente(y generalizo) y cuando no (escena en la que Georges se cubre sus ojos con las gafas de sol, entre otras).

La pelicula me conmovio, lo que no siento me haga mejor ni peor persona. Lo digo porque creo que es importane hacer uso de una honesta subjetividad en lugar de pretensiosas objetividades, como alguna ves le escuche decir a un escritor. Leyendo las otras críticas me vi forzado a reconocer en la película momentos que podrían interpetarse como manipulaciones emocionales, pero ¿que creación artística no busca infundir una emoción en aquel que la percibe?
Habría que acordar hasta que punto es deseable una manifiesta o evidente intención de infundir cierta emoción, con escenas estereotípicas por ejemplo, o buscar situaciones fuertes pero "genéricas" que den lugar a diversas reacciones.
Considero que ambos casos tienen lugar en la industria cinematográfica, la censura debería estar en el abuso de una u otra, y he visto casos mucho más claros de encasillamientos y manipulaciones, como aquí se denominan, en peliculas mucho más conocidas.
La interpretación de Duquenne y lo sensible del tema que se trata pueden prestarse para sentir un empalagamiento, e incluso para que el director cayera en la tentación monoemotiva por ciertos pasajes, pero de ninguna manera estos errores, si se quieren ver como tales, deben restar reconocimiento a la fuerza que emana del nucleo de las situaciones.
Uno puede decir que tal o cual escena esta maquillada en exceso o muestra solo una potencial faceta de la condición del protagonista, pero nunca desestimar lo acertado del trasfondo mostrado. El plato pueden darnolo más o menos masticado, pero es innegable que para un paladar promedio, la calidad de la receta es alta.
En síntesis, el fondo elegido para la película es hermosisimo y poderoso; la forma en que el director termina desarrollandolo puede ser cuestionado, pero por motivos de gusto particular y no por faltas universales.
La recomiendo, incluso si se es facilmente empalagable, los puntos de relfexión que suscita en varias situaciones lo ameritan.

Entrañable comedia belga repleta de tópicos cuyo principal atractivo radica en la soberbia interpretación de Pascal Duquenne, un actor con Síndrome de Down que ya hizo sus pinitos con el mismo Jaco Van Dormael en “Toto, el héroe” (1991).

“El octavo día” cuenta exactamente lo que uno espera que cuente: Harry (Daniel Auteuil) es un ejecutivo que da ponencias sobre actitudes positivas pero en realidad su vida es un auténtico fracaso. Georges (Pascal Duquenne) padece Síndrome de Down y vive en una institución para disminuidos psíquicos. Tanto uno como otro se encontrarán a mitad de un camino que pensaban recorrerlo solos, pero su amistad hará que afronten sus problemas con un apoyo inesperado.

Predecible hasta la médula, la película de Van Dormael se construye como cualquier otra película de amistad en la que uno de los amigos padece algún problema o enfermedad con la que se consigue empatizar con el público al instante. El personaje de Georges es el equivalente al de, pongamos por caso, Dustin Hoffman en “Rain man” (1988), salvando las distancias de que en esta ocasión sí es un verdadero deficiente psíquico el que hace de deficiente psíquico (y no mongólico, término ya obsoleto y denigrante para este colectivo, algo que parece desconocer Dormael por motivos obvios en el filme). Con esta premisa de partida, se elabora una historia en la que la química entre los dos actores es lo más importante y lo que en realidad la hace funcionar a las mil maravillas.

Impresiona de verdad ver el papel que realiza Duquenne, quizás por falta de ver más actores con su problema en la gran pantalla. Demuestra cómo no tiene por qué haber barreras para que estas personas consigan realizar un trabajo delicado, sencillo, emotivo y, sobre todo, natural, ya que ésta es su virtud más valorada. La química entre Duquenne y Auteuil se hace destacable en la pantalla, no es nada artificial y es muy sincera: no en vano los mejores momentos del filme son cuando aparecen juntos, pues se les ve cómodos y se nota que se divierten.

Quizás a Dormael se le pueda acusar de tramposo debido a lo fácil que resulta sacar una lágrima a costa de un actor con Síndrome de Down, pero lo que de verdad resulta difícil es conseguir que su película no acabe en el patetismo y la pedantería más absolutos y consiga que nos riamos y nos emocionemos por lo que son, sin importar los defectos: unos actores capaces de hacernos sentir esas sensaciones.

Muy recomendable.