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Quien a hierro mata

Thriller En un pueblo de la costa gallega vive Mario, un hombre ejemplar. En la residencia de ancianos en la que trabaja como enfermero todos le aprecian. Cuando el narcotraficante más conocido de la zona, Antonio Padín, recién salido de la cárcel, ingresa en la residencia, Mario trata de que Antonio se sienta como en casa. Ahora, los dos hijos de Padín, Kike y Toño, están al mando del negocio familiar. Pero un fallo en una operación llevará a ... [+]
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2019
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la estupenda Verónica había ganas de ver lo nuevo de Paco Plaza, más sabiendo que probaba suerte en un género hasta el momento ajeno a él. El experimento se ha saldado con notable, si bien Paco no abandona ciertos tics de sus películas de terror (esos movimientos de cámaras y zooms), si que los emplea bajo un nuevo enfoque.

Plaza arma un thriller de venganzas sobre venganzas al más puro estilo coreano, pero con elementos tan de aquí como el narcotráfico Gallego.

La película descansa sobre los hombros de Luis Tosar en un papel, contenido, muy en la línea del que ya hizo en "Mientras Duermes". En cuanto al resto de secundarios todos rayan buen nivel, especial mención al hijo menor del narco bajo el cuidado del personaje de Tosar.

Quizás no sea la obra maestra que venden algunos críticos pero sin duda nos encontramos ante una película a tener en cuenta de cara a premios y que no hace más que reforzar el camino iniciado por Celda 221 y demás thrillers patrios.
Manuel
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31 de agosto de 2019
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno ve el tráiler de esta película, no puede por menos que sentirse bastante incómodo: ¿Qué pasaría si un poderoso narcotraficante gallego envejeciera y tuviera que ser ingresado en una residencia de ancianos por una enfermedad degenerativa? ¿Un delincuente debe pagar lo que ha hecho, independientemente de su fragilidad física y/o mental debido a su edad? ¿Estaría justificada la venganza, la misericordia, la indiferencia…? Esta premisa demoledoramente turbadora es el punto de arranque de una historia bastante clásica de ajustes de cuentas, poder y debilidad, todo ello enmarcado en una curiosa mezcla de thriller con algunos elementos de terror –género en el que este director se mueve con soltura-.
A diferencia de su anterior película “Verónica”, la premisa argumental de la que arranca la película se va consolidando poco a poco, en una progresión realmente bien lograda, aunque a nivel de guión veo un gran escollo que podría haberse resuelto mucho mejor, ya que cuando vemos al simpático, eficiente, locuaz y agudo enfermero jefe de una residencia de mayores, Mario (Luis Tosar), el paso siguiente en el que se dedica a cuidar del narcotraficante y su cambio de actitud explota de manera demasiado abrupta y con pocas explicaciones: justo lo contrario de lo que decía Hitchcock, que los espectadores tenían que tener más información que los personajes de la película para articular bien el suspense, el terror, la intriga. Bueno, pues esa información está servida con cuentagotas, a base de unos fallidos “flashbacks” que resultan en un inicio demasiado confusos, sin explicar casi nada. Aunque la estructura habría sido mucho más sencilla, creo que si hubiéramos desde el principio qué empuja al protagonista el cambio de actitud, todo habría funcionado igual, si no mejor.
No obstante, Plaza lleva demostrando su buena mano y oficio como realizador desde hace bastante tiempo (junto con Jaume Balagueró en la saga “REC”) y ahora hace un excelente trabajo con los ambientes y con el trabajo de actores, donde evidentemente la gran estrella del show es Luis Tosar, que hace posiblemente la mejor interpretación de su carrera (hasta ahora, porque este actorazo se supera día a día). Además tiene una de esas raras cualidades que pocos intérpretes en la historia del cine tienen: tener una doble cara y pasar de una a otra en segundos. Es capaz de resultar encantador, cercano, cómplice y buena gente (y con esa barba beatífica que tiene en esta película, mucho más) y al segundo siguiente convertirse en el más peligroso hijo de la gran puta. El gran Gene Hackman era otro de esos actores que podía hacerlo con una naturalidad pasmosa, pero Tosar lo hace igual o incluso mejor (y podríamos hablar de los inicios de este registro en este actor en “Sin noticia de Dios”, donde interpreta a un policía muy enrollado, pero que en realidad oculta a un cabronazo capaz de todo…). La tónica general en el resto de los actores es buena, aunque hay algunos papeles que pueden resultar casi caricaturas, e incluso alguna interpretación pasada de vueltas, innecesariamente.
Pero el saldo general de la película es muy positivo: la parábola que hace con el título, y que penetra casi en cada personaje de la historia está muy bien articulada, y se nota la mano de un peso pesado del guión en el cine español como Guerricaechevarría (habitual colaborador de Alex de la Iglesia). “Quién a hierro mata” no sólo es una mirada terrible al abismo que puede provocar la vejez, la incapacidad y el deterioro de una persona, sino que también es un viaje a los infiernos personales más peligrosos, reforzando las leyes más elementales de la física que dicen que toda acción provoca una reacción. Y normalmente, en sentido contrario.
Federico_Casado
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12 de febrero de 2020
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acertado diseño de personajes, altamente creíbles. Bien equilibrada creación de ambientes, donde siempre sobresalen unas actuaciones articuladas en perfiles rotundos de fácil identificación.

Se recrean mundos particulares, con un formato visual que al espectador no le resulta difícil identificar. No es que sea una película muy orginal, pero sí bien resuelta, de ritmo correcto y aunque con algunos fallos en la estructura de alguna escena, que podrían haberse solventado de mejor manera, el conjunto brilla y lo hace dejándonos satisfechos.
LEUGIM
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8 de septiembre de 2019
32 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no cuaja, el guión está plagado de fallos y es resuelto al final a base de casualidades, mientras el desarrollo de la trama central no se sostiene sin menospreciar al sentido común de los espectadores. Encuentro que el lenguaje cinematográfico es pobre, con hechos que no quedan bien definidos, oscuros, a los que hay que echar a veces mucha imaginación para darles sentido. La película se sostiene a duras penas por la tensión de una violencia soterrada que se libera al final, con un desenlace previsible. Lo mejor de la película es, sin duda, la interpretación del actor Enric Auquer, realmente buena. Por otro lado, no parece una de las grandes interpretaciones de Luis Tosar, a quien a mi me suele costar diferenciar al personaje del propio actor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Deckard
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4 de septiembre de 2019
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Torea como los que no matan y mata como los que no torean”, dijo alguna vez alguien sobre Manolete, describiendo una facultad temperamental y conductual que se lleva en el linaje. Cuando uno viste la determinación y la elegancia prendidos de la misma solapa en la que otros cuelgan recursos efectistas y artificiosos, el resultado discurre exquisito, delicado y minucioso.

Es el caso del guion de Quien a hierro mata, escrito con afiladísimo lápiz adjetivador - escrutador de conciencias e inclemente delator del dios de cada uno - y desde una convulsa voz narrativa que contiene y adensa la atmósfera. Juan Galiñanes, creador primero de la obra, sitúa en su pueblo, que casi casi es el mío, este thriller de provincias ambientado en un presente reciente/inmediato, en el que los cachorros del narcotráfico, hijos y nietos de los grandes capos - adiestrados mínimamente para una vida sin porvenir - toman las riendas del lucrativo negocio familiar. El rencor, la muerte, el dolor, el bien y el mal, la perversidad enquistada en el carácter, la culpa o la providencia son algunas de las capas con las que Galiñanes compone un relato de textura tan nerviosa como áspera.


Y si el intelectual obedece al designio de interpretar el mundo que le rodea, al artista le incumbe crearlo. Así, Paco Plaza, realizador de la multipremiada Verónica, ilustra este retablo costumbrista con algunas notas de onírico surrealismo, imprimiéndole un ritmo lento pero animoso y cierto lirismo a lo que será un verdadero viaje al centro de la náusea y a las fracturas del ser. Todo ello bajo una luz inclemente y cataclísmica, y un discurso muy pasional que no siempre serán efectivos.

En la página del “debe” se acumulan las escenas descuidadas (imperdonable la de la muerte de Andrés), el retrato de algunos personajes (Toño debió haber sido más primogénito, más hermano mayor, más digno heredero de su padre; marcando una sustancial diferencia con quien parece más su gemelo que su menor) o la desatención al cierre de la trama externa (¿dónde carajo están los chinos?).

Así a todo el resultado es un ejercicio deconstructivo asfixiante, bien coreografiado y fotografiado por un director audaz al que la mirada se le va inyectando en sangre a medida que se acerca a un espléndido final que huele y sabe, paradójicamente, a punto de origen filosófico y conceptual.
María
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