El jugador

Mark Wahlberg es un profesor de universidad adicto al juego,es inteligente, de buena familia, tiene pasta, mucha pasta, pero le gusta perderla, no es que tenga mala suerte, simplemente le gusta perder pasta, arriesga sin titubear en absoluto, pero no hay problema. Primero el dueño del casino donde le gusta palmar el dinero se lo presta, al clásico porcentaje mafioso (bastante similar al de los bancos), cuando no le llega recurre al mafioso negro, mismo porcentaje, mismo aval, pero le da igual, todo le da igual, como aún no le llega va a ver a su madre, ésta contrariada pero firme le vuelve a dejar, todo con el mismo resultado, un ratico y a casa sin un euro, pero aún le queda otra bala, otro mafioso, que más que mafiosos parecen ONG's, que te hace falta dinero te lo dejan, pero nada, negado que es uno. Entre tanto perder dinero da clases magistrales en la universidad y a la chica guapa la vuelve loquita, entonces con tanto trajín se le ocurre una idea, y allá que se va...
Wahlberg se busca un papel para poder actuar, pero el traje le viene grande, si a eso le añadimos un guión bastante flojo nos queda una película cogida con alfileres, lo único destacable, por salvar algo, son John Goodman y Jessica Lance.

Rupert Wyatt se hizo un nombre gracias a la película "El origen del planeta de los simios" (2011), y desde mi punto de vista en su ultimo largometraje no confirma las maneras que se le intuían con su anterior proyecto.
"El jugador" es la clásica película que apunta a muchas cosas, pero que al final no atina a ninguna. Apunta a ser uno de los films que triunfe en la tanda de premios que se nos avecina, aunque el tiro se le queda cortísimo. Mark Wahlberg apunta a una de sus mejores interpretaciones, pero también se queda a medias. Y es que, el motivo de que apunte pero no acierte es su tono. Cuando la película pedía a gritos un thriller con tintes de comedia negra, va el director y lo convierte todo en un drama intensísimo y pretencioso a más no poder. Un drama poblado de personajes pronunciando frases que pretenden ser súper inteligentes pero que se quedan en artificiales y poco creíbles. Ese tono que tiene la cinta de falso drama echara atrás a muchos espectadores, inmersos en un desarrollo lento, repetitivo y cansino.
"El jugador" posee una historia interesante que no ha sido aprovechada de forma correcta. El film es tan intenso que va desgastando al espectador poco a poco. Todo ello aderezado con un final rotundamente moralista que no coincide con el resto de la película. Desgraciadamente "El jugador" promete mucho más de lo que luego da, con lo cual me siento un poco estafado.

Pobre Marky para una vez que su agente le vuelve a conseguir un papel dramático donde no tiene que pegar ostias ni disparar ametralladoras para cargarse a los malos resulta que la película acaba siendo más aburrida que sus habituales películas de acción.

Pero la culpa de que la película se haga insoportable no es del bueno de Marky, la culpa la tiene una sosa dirección y flojísimo guion que no logra despertar el mínimo interés del espectador.

Como la película me ha parecido horrorosa aprovechare para reivindicar los juegos de cartas como el tute, la brisca, el mus, el cinquillo entre otros muchos con los que tantas aburridas tardes mate en el pasado y que estamos perdiendo por culpa de esa manía tan estúpida que tenemos en adoptar las costumbres americanas, así pues que le den al Texas holdem, al póker o al seven card y al Halloween.

_A DESTACAR: Marky esta aceptable.

_EN CONTRA: 1; Sosa dirección. 2; Flojo guion. 3; Ritmo tedioso.

Desde mi punto de vista, Wahlberg es un actor que tiene muchos altibajos en su carrera, y últimamente tiene más títulos malos que buenos. Eso sí, hay que reconocer que con el tiempo va mejorando poco a poco su capacidad interpretativa, pues al principio era absolutamente inexpresivo y ahora ya empieza a parecerse a un actor.
Aquí hace de un profesor de lengua que tiene una fuerte deuda de juego pendiente.
La película me ha parecido bastante engañosa. Al principio parece que va a estar bien, pero en cuanto su desarrollo avanza, me doy cuenta de que está bastante vacía y que no ha sabido captar mi atención.
Vemos como el protagonista se mueve entre casinos ilegales y prestamistas de mala calaña para intentar solventar su problema. Durante el día, da clases magistrales de las que da gusto escuchar. Sin embargo, todo se desinfla al cabo de un rato.
En primer lugar, el comportamiento en el juego es totalmente absurdo. Por eso pongo en mi título que es más tonto que “Abundio”. Vemos como este hombre sabe jugar y controlarse. No es el típico ludópata que juega compulsivamente hasta quedarse arruinado, sino que sabe cómo apostar y parece estar bastante centrado. Sin embargo, cuando va ganando, en vez de retirarse a tiempo sigue apostando hasta quedarse sin nada. Y respecto al dinero que va debiendo, es también muy idiota, porque no hace más que marear la perdiz con sus acreedores. No tiene sentido nada de lo que hace, envolviéndose en una deuda cada vez más grande cuando podría haberla saldado. En resumen, es el típico personaje que hace cosas absurdas y con el que es bastante difícil conectar, o cuanto menos entender.
El film se estanca mucho en su argumento a partir de la segunda mitad, volviéndose tan repetitivo y flojo, que cansa y aburre. Al final me termina dando igual saber si va a poder resolver los problemas o no, porque me parece un tipo tan idiota que me importa poco lo que le pase, ya que él mismo se lo busca.
Tendrían que haberle dado un poco más de coherencia al personaje, o más emoción con las amenazas que penden sobre su cabeza, o incluso más escenas en los casinos clandestinos, pero la cosa se queda en tierra de nadie. Podría haber estado bastante mejor.

Los ciclos se repiten. Encerrado en una especie de noria, vivimos inmersos en una corriente que nos arrastra y nos lleva una y otra vez al mismo punto de partida. Víctimas de nuestros propios vicios y virtudes, nos creemos dueños de nuestro propio destino, y muchas veces, no hacemos más que dejarnos llevar por el azar. La vida, amigos, hay que trabajársela día a día, para no caer en el saco de los sueños rotos. Porque esa dejadez, y esa falta de alma, son las que nos llevan una y otra vez a esas sucesivas situaciones que en los medios llaman crisis, y que no es más que una pérdida de valores en el infinito océano del comportamiento humano. Por eso, no resulta extraño que este remake de la película de los años 70, suene tan actual como en aquellos años en los que Burt Lancaster interpretó al profesor al que ahora da vida Mark Whalberg.

Porque "El jugador", es una película que habla de la falta de ambiciones. De las ansias suicidas de un tipo que, una vez ha comprendido que su aburguesamiento le ha llevado a la pérdida de sus metas y sueños, decide tirar todo por la borda y vivir del estúpido riesgo de la ruleta rusa cotidiana. Un individuo que, fruto de sus propias carencias, ha generado en sí mismo una ausencia de empatía por el entorno, perdiendo en el camino el amor propio. Un fantasma de sí mismo. Un hijo de la crisis.

Ese personaje, es interpretado de manera solvente por un Mark Whalberg que juega con la ventaja de la empatía que produce en un amplio sector del público, gracias a su condición de superestrella y que se ve arropado por una galería de secundarios que van del siempre genial y grande John Goodman, a la poco convincente Brie Larson. Todos ellos, son los rostros con los que Rupert Wyatt nos propone un thriller dramático que bebe del estilo del original, transportándonos a una estética que recuerda a los años 70 en el uso de la iluminación y el tratamiento de la imagen. Con un correcto trabajo de dirección, sin embargo, Rupert Wyatt no consigue noquear con esta cinta donde el cinismo transpira a raudales en las líneas de un guión que enlaza momentos de gran lucidez, con otros de falta pretenciosidad que sumen al relato en un letargo que hace languidecer en algunas fases al film. Además, la cinta, se mueve por un terreno pantanoso, en el que no sabe de que lado posicionarse, disfrazándose en algunos compases de inteligente thriller que respira a través de los cara a cara de sus personajes, y en otros, se sumerge en las farragosas aguas de una fábula moralista que pretende subsanar los daños que el cinismo de su los dardos de su protagonista ha infligido en la audiencia.

Un doble juego que, lejos de funcionar, sitúa a la película en un punto muerto donde entretiene, y hace reflexionar, pero no llega a deslumbrar, en parte por la preocupación por el acabado de la obra que parece trascender de las imágenes de Wyatt. Pese a todo, un título interesante que visionar, como buena muestra de los abismos del ser humano y sus delirios de grandeza tras el choque con la realidad de nuestro adoctrinamiento emocional por parte de los cánones sociales.