Tarzán de los monos

Joseph Losey ponía en boca de Topol (Galileo Galilei): “pobre del país que necesita héroes”. En el contexto oscurantista en el que se integra la frase, puede entenderse y apoyarse esa afirmación. Pero en tiempos de crisis la sociedad necesita esperanzas que le ayuden a seguir manteniendo el tipo. Y tras la depresión bursátil del 29 había que aferrarse a algo. Y el cine colaboró con su oferta de sueños (Kapra) y de héroes (Tarzán). El público sabía bien que la ficción nunca recompondría la realidad, pero necesitaba de los héroes para seguir sobreviviendo.

Por ello la película de van Dyke no es fiel al desarrollo de la novela de Burroughs. No pretende para nada explicar los orígenes de Piel Blanca “Tarzán” ni su adopción por los gorilas ni su señorío sobre los animales de la selva. No parte de cero. Parte del héroe necesitado. El que siempre acude cuando se le necesita. El héroe salvando a los elefantes. El héroe salvando la expedición de los grotescos pigmeos.

Es absolutamente cierto que la película tiene más fallos que una escopeta de feria. Pero respetemos que estamos en 1932 y sobre todo no veamos únicamente lo negativo. Seamos positivos. Valoremos la exhibición física de un gran atleta como Weismuller. Disfrutemos de la belleza y también de una cierta sensualidad, para la época, de Maureen O,Sullivan, actriz un tanto floja pero Jane por excelencia del mundo Lumière. Valoremos el trabajo de un actor como Aubrey Smith. Y sobre todo reconozcamos que aunque la escopeta tenga fallos, hubo que hacer una escopeta, con sus pantallas superpuestas, sus documentales tipo National Geographic, sus hombres-mono, sus trapecios disimulados y para ser totalmente justos, los elefantes eran elefantes de verdad. Eso sí con trasplante orejudo. Pero hasta eso tiene su mérito...

Es un clásico de nuestro cine y no vale con que hallan hecho infinidad de actores este personaje, Tarzán es siempre y será Johnny Weissmuller, esa mirada de “no se que me estás diciendo” ese grito grabado, esa forma de luchar y correr a cámara rápida, sus encuentros clásicos con el león y el cocodrilo, los monos y elefantes ayudando a unos indefensos cazadores o traficantes de marfil, todo esto es Tarzán, una película de acción que en su momento fue el no va más y hoy en día aun se la respeta y se la admira, llamarme melancólico, pero de pequeño disfrute con este hombre que convivió y mandó entre los habitantes del bosque, sean animales o personas y que de mayor las recuperó en DVD y disfrutó de sus seis películas míticas (para mi se acabó la saga cuando desapareció Maureen O'Sullivan), eso no me lo quita nadie.
Aunque W.S. Van Dyke empezó la saga y muy bien por cierto, el personaje se empezó a formar como leyenda en los siguientes films y así lo vemos a través del objetivo de Richard Torpe un maestro en la materia.
Para mí un placer que espero compartir con mis hijos cuando empiecen a tener uso de razón, ya que en los films de Tarzán enseñan cosas como amistad y amor por la naturaleza, los animales y ayudar a las personas aunque te la hayan jugado, por todo eso Gracias Tarzán.

Vale que en la selva no hay trapecios, sino lianas.
Vale que hoy en día cantan las transparencias como pavarotti.
Vale que a N´Kima le cambian el nombre por Chita y que encima es macho.
Vale que hay alguna escena de dibujos animados.
Vale que Weissmuller no es Brando y que no llegó ni a pisar África.

Vale.

Pues han pasado más de 75 años y todas las revisiones del hombre mono posteriores a Johnny Weissmuller me dan risa (salvaré "Greystoke" y la de Disney, aunque siguen siendo peores).

Luego, en el 36, llegó Richard Thorpe y con dos o tres pelis más creó el mito. Hasta hoy.

Weissmuller acabó sus días en un psiquiátrico; perdido el juicio porque no era Tarzán. Yo también me vuelvo loco porque vuelvas Johnny, con tu grito salvaje de ordenador.

Vista hoy en día, Tarzán de los monos, puede parecer una película rudimentaria en muchos aspectos; pero si la trasladamos a su época y sobretodo, si calculamos el impacto que produjo en los espectadores de la misma, puede que la veamos con otros ojos. No hay que olvidar, que cualquier producción de acción o aventuras, contemporánea, no pasa de ser un mero entretenimiento para el público actual: como ir a ver un partido de fútbol.
Tarzán de los monos, fascinó; no solo a una generación, si no a varias. Hay que tener en cuenta, que yo mismo la vi con 10 años, en 1984: mas de cinco décadas después de su estreno. !Quedó gravada en mi memoria para siempre!

El guión.
En algunos aspectos, es la parte mas floja del filme. A ratos, los diálogos resultan demasiado simples y poco imaginativos. En cambio, la historia es fascinante: !la esencia misma de la aventura!.
El ritmo de la narración, es ágil y no aburre en ningún momento.

Johnny Weissmuller.
Nunca hubo ni habrá otro Tarzán como el. Muchos dicen que era mal actor y quizás sea cierto, pero realmente, parece que nació para interpretar ese papel. Su imponente físico, su mirada salvaje y sobretodo, su sorprendente facilidad en el trato con los animales, hicieron de el una leyenda del cine dorado de Hollywood.

Los efectos especiales.
Es evidente, que vistos en nuestros días, puedan parecer deficientes, pero no nos engañemos; !miremos con ojos objetivos!.
Los abismos del monte "Mutia", están realizados de una manera impecable.
Las transparencias; aunque evidentes, eran un recurso bastante eficaz en aquella época y no dejan de tener su encanto.
Los elefantes disfrazados (con grandes orejas pegadas), también tienen su merito. Es sabido, que los elefantes africanos, son difíciles de domesticar: por lo tanto, utilizaron elefantes asiáticos disfrazados de africanos. A mi modo de ver, eso quiere decir, que se lo curraron muy bien. ! Eso si! Con los medios de la época.
Otro tanto, ocurre con los gorilas. Estos animales, tampoco son domesticables, por ello, tuvieron que recurrir a hombres disfrazados, para realizar las difíciles escenas de acción.

Hay que mencionar también, las escenas donde apenas existen trucos; como la terrible pelea entre Tarzán y dos leones, donde lo único falso está, en que Weissmuller es sustituido por un doble. Por lo demás, es una escena espectacular, que pocas veces ha vuelto a filmarse igual en otras películas mas recientes.

En resumen.
Tarzán de los monos, fue todo un símbolo del cine de aventuras. Hoy en día, muchos dicen que ha envejecido mal; que el tiempo la ha maltratado, pero yo me hago una pregunta: ¿no será que somos nosotros los que hemos envejecido mal? Abrumados por los continuos avances tecnológicos, hemos perdido una cualidad muy importante para ver buen cine. Hemos perdido la capacidad de asombrarnos por las cosas sencillas y hechas con oficio.

Tarzán, ya no tiene cabida en nuestra sociedad dominada por el materialismo; sin embargo, el grito de Tarzán, aún resuena en mi mente: Es el grito del buen salvaje: ignorante, pero puro de corazón y noble de carácter. Es un grito que se ha extinguido, pero que permanece en el recuerdo.

Una expedición de cazadores blancos en busca de marfil africano se adentra en un territorio donde todo es virgen e inexplorado. Es el territorio de Tarzán, el hombre mono. Los cazadores no dudan en disparar a todo lo que se mueve y Tarzán se erige en vengador de la madre naturaleza (les rompe los rifles a castañazos). Pero el buen hacer de Jane, hija del jefe expedicionario, obra un cambio en la actitud de Tarzán, que les ayuda en su objetivo.

El argumento es lo de menos pues, en realidad, se trata de mostrar una serie de entretenidas actuaciones: los elefantes amaestrados, los domadores de fieras, los trapecistas, el hombre forzudo, la “troupe” de enanos. Incluso Weissmuller hace un poco el payaso. Y no falta la estrella, la mona Chita. Y todo con la emoción y el encanto propios del fabuloso mundo del circo.