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A Taxi Driver

Drama. Acción Basada en hechos reales. Un taxista de Seúl ayuda a un reportero alemán a cubrir el Levantamiento de Gwangiu, en 1980 en Corea del Sur. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
11 de junio de 2018
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha parecido una película interesante por dos motivos: uno por denunciar y dar a conocer unos hechos de violencia de estado que muchos no conocíamos y otro más cinematográfico por la forma de contarlo. Y lo hace a través del taxista que lleva al periodista al lugar de los hechos, resultando un auténtico protagonista que vive los acontecimientos en primera persona y con un humanismo extraordinario. Gran interpretación la del actor que encarna dicho personaje.
floro
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14 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de los últimos años está siendo un vehículo para conocer historias reales que a nivel personal desconocía, y por lo tanto ser una manera de informar de acontecimientos históricos. Puede que sean excesivas las películas basadas en hechos reales, pero el problema es cuando esa obra cinematográfica no aborda bien el hecho real, y posteriormente tienes que acudir a buscadores de internet para informarte más a fondo del caso real. Esto último que acabo de contar no vale como ejemplo en esta película coreana, ya que sí está bien tratado el asunto desde el inicio hasta el final, y lo hace de manera bastante dinámica consiguiendo una buena mezcla entre cine de entretenimiento y el de autor, y creo que puede gustar a todo tipo de público siendo fácil de recomendar.
La película es el cuarto largometraje dirigido por Jang Hoon, y fue la propuesta seleccionada por Corea del Sur para representarla en la carrera hacia el premio Óscar 2018 en la categoría d película de habla no inglesa, y me parece una buena elección por los motivos que comenté anteriormente, aunque finalmente se quedó fuera de la shortlist de 9 precandidatos a la nominación.

Se desarrolla en 1980 durante las revueltas estudiantiles contra el dictador, el General Chun Doo-hwan, que se había hecho con el poder del país a finales de 1979 de manera reaccionaria, y que tenía sometida a la sociedad. Un periodista alemán llega a Seúl con la intención d enfilar lo que está sucediendo y ofrecer al mundo la visión de la cruda realidad ocultada por el gobernante del país, y su objetivo es llegar hasta Gwangju, la ciudad sitiada por el ejército y en donde está el foco de las revueltas y las protestas ciudadanas. Ahí es donde entra en juego el protagonista, el taxista viudo que vive con su hija y tiene deudas y dificultades para sobrevivir y que está astuto para hacerse pasar por un conocedor de la lengua inglesa para conseguir el dinero necesario para saldar sus deudas con la casera. Con anterioridad en los primeros minutos se hace una gran presentación de ese personaje, el de Kim el taxista, que tiene un gran sentido del humor y al que según pasan los minutos le coges cariño cuando observas sus problemas diarios y como intenta dar un giro a su vida.

La película tiene unas buenas escenas de acción en la segunda mitad, es bastante dinámica, cuenta con un gran montaje, y el guion es bastante coherente. Thomas Kretschmann interpreta a Peter, el reportero alemán, que se mueve durante toda la película con aspecto despistado, pero que es incisivo a la hora de saber que su objetivo es llegar a Gwabgju, filmar lo que está sucediendo y que ese material no sea destruido para que el mundo pueda conocer la. verdadera realidad de Corea del Sur.
Es imprescindible verla en versión original, ya que nos encontramos con una película en donde el asunto del lenguaje juega un papel fundamental en el desarrollo de la trama, y no tiene sentido doblarla porque estoy seguro que perdería la esencia de los diálogos.
Una notable película con buenas escenas de acción, mucho humor, un personaje central ( el del taxista ) que es entrañable y con un buen montaje. Una agradable sorpresa fácil de recomendar. El principal problema es que la sobra metraje, en los 10-15 minutos finales, incluyendo una escena con un discurso innecesario por parte del personaje del reportero, aunque me parece un acierto lo que vemos en los títulos de crédito y conocer las declaraciones del personaje real del periodista antes de su muerte.

LO MEJOR: El montaje y la calidad técnica del proyecto. El personaje central es entrañable y con mucho humor.
LO PEOR: Se alarga en exceso.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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28 de diciembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corea del Sur se ha logrado afianzar como uno de los países más desarrollados económicamente en su región, todo un modelo a seguir. Por estos lados se tiende a visualizar estas sociedades casi como “utópicas”, nada más alejado de la realidad, porque en su interior estos tienen fallos como cualquier otro Estado-Nación.

El último ejemplo de esto es el mandato de la expresidente Park Geun-hye, terminado antes de tiempo en 2017 por un sonado escándalo político. Ella es hija de Park Chung-hee, polémico dictador que estuvo en el poder desde 1962 hasta 1979, año en el que fue asesinado. En esa época el país comenzó su crecimiento económico, pero siendo autoritario y persiguiendo a sus opositores.

Al momento de su asesinato, la inestabilidad surcoreana era latente, un gobernante provisional con promesas de retorno a la democracia sería destituido mediante un golpe de Estado, Chun Doo-hwan emerge como presidente siguiendo la línea de Chung-hee: militar, golpista, dictador y autoritario. Corea del Sur va a seguir bajo esta sombra política desde 1980 hasta 1988.

Es en este contexto posterior al golpe y donde Doo-hwan comienza a establecer su política que se ambienta Taeksi Woonjunsa, más concretamente en las tristemente recordada Masacre de Gwangju, evento ocurrido entre el 18 y el 27 de mayo de 1980, donde los pobladores de esta ciudad se levantaron en contra del gobierno, buscando mejores condiciones sociales, económicas pero sobre todo libertades políticas.

El filme sigue a Kim (Kang-ho Song), un taxista de Seúl que se las ingenia para realizar un viaje con un extranjero a Gwangju, este hombre es Jürgen Hinzpeter (Thomas Kretschmann), un reportero alemán que busca evidenciar las atrocidades del gobierno surcoreano de la mano del ejército en contra de la población civil durante estas manifestaciones, ya que como es de esperar los medios de comunicación a lo interno del país se encuentran fuertemente censurados.

El debutante Yu-na Eom fue el encargado de la escritura del guion, toma esta historia real del reportero y el taxista, pero es evidente que la maquilla con elementos cinematográficos para hacer más entretenido el filme. Logrando un muy buen resultado, la película fue un éxito en taquilla en su país natal, a pesar de abordar un tema tan delicado, abre puertas al dialogo y a conocer esta historia vital para el proceso democrático de Corea del Sur.

El tono del largometraje navega entre el drama, propio del contexto, y la comedia, no siempre bien conseguida. Los momentos tensos son varios, de hecho queda claro para el espectador que realmente lo que se vivenció fue una verdadera masacre. El shock es constante pero en ocasiones se abusa del recurso, particularmente en una secuencia que se alarga de más donde los ciudadanos están siendo cruelmente abatidos.

Otro punto donde flaquea, que ciertamente es innecesario pero que es consecuente con la idea de llegarle al espectador, es en la entrevista que le hacen al verdadero Hinzpter, ya siendo un anciano, es poco tiempo pero no hacía falta. A pesar de esto, el resultado general de Taeksi Woonjunsa termina siendo bastante bueno, entretiene, educa sobre un tema tenso, podrá divertir a algunos y hace reflexionar, recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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28 de julio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que esté basada en un hecho real ya es la mitad de la puntuación, luego la forma de contarlo me ha encantado, tiene algún pero, aunque nada que perjudique el resultado final de la "carrera" de este taxista hacia la verdad de lo que está pasando en su país, chocante que tenga que venir a saberlo a través de un extranjero o de la juventud que supuestamente no saben nada de la política ni de la sociedad de su país.

No hay más ciego que el que no quiere ver, si uno es conformista y no mira más allá de los muros de su casa... se puede encontrar con grandes sorpresas
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Diario de Kdramas
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7 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"A Taxi Driver: Los héroes de Gwangju" es una película de Jang Hoon que narra una historia real sucedida en el año 1980 en Corea del Sur, en la que un taxista ayuda a un reportero alemán a cubrir los sucesos del levantamiento de Gwangju, contribuyendo a revelar las prácticas represivas brutales del ejército surcoreano y allanar el camino para el establecimiento definitivo de la democracia en el país.

No sorprende que una historia como la de Kim Sa-bok y Jürgen Hinzpeter haya sido llevado al cine, pues el valor simbólico que ha alcanzado en la cohesión de la cultura democrática de su país es algo innegable. Ésta es, desde luego, una obra plagada de valores humanistas, dura y sufrida pero idealista en el fondo, y concebida en primer lugar como un homenaje a ambos personajes, su lucha y su contribución. No veremos ningún tono irónico ni mucho menos una actitud revisionista en ella, pero tampoco es algo que se eche de menos en una obra como ésta.

Es en ese último aspecto donde en teoría podrían aparecer más reticencias. ¿Qué aporta una película que en su base no está haciendo más que repetir y reflejar en ficción ideas que han calado y forman parte del imaginario de la sociedad surcoreana? En ese sentido "A Taxi Driver" resulta una obra inevitablemente impersonal, que canaliza, sin ninguna clase de filtro interpretativo, un sentimiento colectivo, y que lo único que hace, al final, es reafirmarlo.

En todo caso, esta negatividad inicial con la que abordo la cinta termina suponiéndole una oportunidad para reivindicarse. Y es que todo lo que podría mencionar del filme acerca de su falta de riesgos y su acomodación a un discurso y una visión de la historia ya de sobra aceptada e incrustada en esa sociedad palidece ante una simple observación: está bien realizado. La fotografía es competente en su uso del color y en su manejo de encuadres, trasladando de la cotidianeidad al caos y de la felicidad al horror con una facilidad impresionante, y destacando sobre todo en la narración visual de esa primera toma de contacto con la represión militar, a pie de calle y llena de transiciones caóticas y un ambiente irrespirable. A nivel narrativo establece un ritmo preciso y coherente, utilizando también de manera eficiente el shock visual para construir un relato creíble en el que las motivaciones y el desarrollo de las mismas suceden con naturalidad, en especial el de Kim Sa-bok que destaca como un personaje que debe reconstruirse desde su misma base y cuyo crecimiento a lo largo de la narración era algo especialmente crítico. La película responde a su mayor reto con eficiencia, apoyada no solamente en un guión que nos hace empatizar con cada paso del despertar del protagonista, también en una excelente interpretación de Song Kang-ho que capta a la perfección los matices de su personaje y ahonda en la credibilidad de su retrato emocional.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce en cuanto a la ejecución narrativa y estética de "A Taxi Driver". En particular, la obra adolece de una ingenuidad preocupante al apelar al espectador, como si estuviéramos viendo un producto de otro tiempo o por completo carente de consciencia de lo trillado y a estas alturas hasta parodiado y subvertido de su propio lenguaje. Verla utilizar esas cámaras lentas y esas frases pretendidamente profundas o cortantes en secuencias que pedían a gritos una ejecución sobria resulta en ocasiones sonrojante, y le dan una apariencia boba que no es precisamente lo que una historia como ésta debería transmitir. Probablemente esto sea una cuestión cultural generada por la diferente exposición a dichas fórmulas narrativas y para su país de origen y verdadero público objetivo esto resulte completamente aceptable, pero yo no puedo más que distanciarme mucho de la película y su discurso emocional en esos momentos.

Por la convicción de su ensalzamiento democrático frente a la represión y por mostrar una parte de la historia reciente de Corea del Sur de gran valor simbólico, no es complicado entender el entusiasmo generado por esta película, como tampoco es en absoluto difícil recomendarla. Ni siquiera mis problemas personales con el uso de algunos recursos para el énfasis estético o emocional me impiden reconocerla como una obra en ocasiones cautivadora, pero sobre todo, en general y a lo largo de todo su metraje, eficaz. Incluso los caminos tan transitados por los que discurre esta cinta se han de recorrer bien, y en ese sentido, con todos sus altibajos y reticencias, no puedo más que aplaudir en último término la propuesta de Jang Hoon.

Texto escrito para Cine Maldito.
Ghibliano
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