Control

Gran película centrada en el personaje de Ian, con una TREMENDA actuación de Sam Riley. No se los demás, pero el sufrimiento y la agonía que en su momento vivió Ian se desprende con fuerza en la actuación de Riley. Las escenas de actuaciones en vivo son destacables y también logra transmitir y captar la fuerza de Ian en sus conciertos (tengo cds en vivo del grupo y merece la pena para los que gusten la música de este grupo). Por otra parte, la película en si visualmente es atractiva, quizás un pelín lenta de ritmo, pero una gran película. Se centra mas en la evolución personal y en las relaciones, por este motivo se trata de una película amarga, donde la agonía del protagonista y la escena final te dejan una tristeza infinita.

Supongo que, si no eres especialmente fan de Joy Division, como es mi caso, la película no te emociona en exceso, aunque como tal se ve sin problemas. Corbijn capta la melancolía y la desesperación de Ian Curtis en sus largos silencios y en sus movimientos convulsos cuando sube al escenario, en ese desgarro entre la esposa sufrida y la amante apasionada. De hecho, acabas la película bastante deprimido, de lo cual deduzco que el director ha logrado su objetivo, aparte de entregarnos un retrato bastante fidedigno (por lo que he leído) del universo punk británico en la segunda mitad de los 70.

Advierte Anton Corbijn, en una entrevista, que Control es una película sobre Ian Curtis, no sobre Joy Division. Obviamente, Joy Division tiene que aparecer, sería absurdo ignorarlo, pero a lo que se refiere Corbijn es que su atención va a ser preferente sobre la personalidad y andanzas del malogrado Curtis. El propio Corbijn, por su parte, y antes de lanzarse al cine, fue fotógrafo y director de videoclips, e hizo algún reportaje a los Joy Division, con lo que su mirada es más que precisa, aparte de verosímil y respetuosa.
Control es una película fantástica. No es el típico biopic, sabe sortear los tópicos de este género y ofrece una visión bastante cercana, nada mítica, sobre el personaje de Ian Curtis. Se trata de uno de los últimos mitos del rock, por su corta vida y la intensidad de su escasa obra, pero Corbijn no se deja llevar por los cantos de sirena y retrata a Curtis a ras de tierra. El cantante de Joy Division es de una psicología difícil, no por extravagante o caprichoso, sino por ser una persona atormentada por su propio talento, que empezó a sufrir irremediablemente cuando su música se convirtió en un espectáculo y tenía visos de convertirse en un producto industrial. Curtis creía en su mensaje y el resto del mundo no apreciaba la carga exorcizante de sus letras. En un mundo donde casi todo es pose, Curtis aún creía en la pureza del poeta, en el alma de la música. El mundo le falló.
En el reparto actoral, un diez para Corbijn. La encarnación de Sam Riley es absolutamente prodigiosa. Y en el apartado técnico, se nota que Corbijn es un artesano. La escenografía y la fotografía son simplemente alucinantes, sin aspavientos ni rarezas, expresando desde la austeridad toda la potencia de Curtis y su intrincada personalidad. Control, en definitiva, es una de las películas imprescindibles dentro del género de "biografías del rock", si se puede llamar así. Es una película espléndida, que te empuja a querer saber más sobre este genio irrepetible. Con solo dos discos ("Unknown Pleasures" (1979) y "Closer" (1980)), Joy Division conquistaron el olimpo musical. Control es el mejor homenaje imaginable a ese alma atormentada que fue Ian Curtis.

Biográfico sobre la vida de Ian Curtis, vocalista de Joy Division, Anton Corbijn hace una cinta tan oscura y triste como la música de Joy Division, como biográfico es excelente mostrando el drama humano del protagonista (muy buena la interpretación, realmente transmite la angustia de Curtis) y no mostrando su vida de forma superficial como suele ocurrir en este tipo de peli, recomendable y mas para quienes le guste esa banda de culto llamada Joy Division

Credibilidad.
No conozco bien la historia, ni era fan de los Joy. Pero ves la peli y te crees que todo ocurrió así. Qué difícil retratar un alma complicada. Y qué bien lo hace el director.
El cine es magia. Cuando pienso en Ian Curtis yo no veo ya a la persona real si no a Sam Riley.
El cine es magia. Cómo puede ser que el blanco y negro retrate mejor que el color...

Dan ganas de decirle a esta banda impostada que sigan engañándonos y fabriquen más canciones de Joy Division.
Ahora sí que soy fan.