Las heridas del viento

No suelo seguir a los autores teatrales actuales en España, porque lo poco que he visto no me ha convencido.
Leí algo sobre Rubio, de que algunas de sus obras se habían estrenado también fuera de España y me entró curiosidad por esta, que venía con buena fama.
El texto, en algunos momentos me resulta artificial y no auténtico, y la trama en conjunto algo inverosímil, pero en otros momentos alcanza una gran calidad. No tanto en el papel, meramente instrumental, que interpreta Muriel, sino en el de Kiti Mánver, espléndida en el monólogo final.
¿El balance? Es buena, no una genialidad, pero buena,
Y me extraña que esta sea la única crítica aquí, cuando, como ya he dicho un montón de veces, una mala peli americana, bien publicitada, recibe decenas o más.

Es una de esas funciones -más que película- que podríamos haber visto en uno de esos míticos 'Estudio 1' en nuestra televisión de los setenta, con un texto apabullante (refiriéndome a la época). Pero así y todo, conserva buena parte de su enjundia, teatralmente hablando, y hay un hermoso homenaje a las palabras no dichas pero que expresan con silencio mucho más que las explícitas, todo un acierto en la trama. Y planeando sobre ella, o mejor dicho volando, está la actuación de Mánver a lo Stanislavski, Actor's Studio, Strasberg o Cristina Rota, lo que sea... El resultado es lo mismo: encarnación absoluta.

(Y me permito añadir que esta actriz, actualmente, está en una madurez gloriosa)

No acierto a entender porque el director se limitó aquí a dejarlo en una buena obra teatro, y no en una farsa, porque esto no es cine. Es un ejercicio de melancolía cargado de lirismo (excesivo en muchos momentos), una función filmada donde se reabren las heridas del pasado para poder cerrarlas desde la comprensión y la aceptación.

Sin caer en efectismos, la memoria personal de Rubio es un cajón de recuerdos que plantea el dilema y el desconocimiento de la figura paterna, un duro proceso de liberación personal donde se cruza el amor y el odio a través de un nostálgico blanco y negro, que esa es otra, un film sincero cuya valentía es admirable a pesar de sus ingenuos defectos, pero que no he disfrutado para nada, porque el cine, es cine, el teatro es teatro, y ver una obra de teatro en un cine, en pantalla grande, y demás, pues ni tan mala, pero ver esto en una pantalla de 40 pulgadas…

No me resulta fácil catalogar este ‘’lo que sea’’, es verdad que tiene momentos muy intensos, con unos diálogos llenos de calidad y profundidad, y un último tramo de interpretación bastante bueno, pero el cine es cine y esto es otra cosa. Lo siento, me engañaría a mí mismo si le diera más de un 5.