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El mar y el tiempo

Drama En el Madrid de 1968, la triste vida cotidiana de una familia cuyos padres combatieron por la República se ve interrumpida por la aparición de un hermano que tuvo que exiliarse en Argentina. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
29 de octubre de 2012
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mar, que todo lo mueve y todo lo asienta... El mar, protagonista del plano inicial y del plano final... El mar, protagonista que ha dejado a un hombre sin hogar, sin tierra, un español exiliado en Argentina que tras regresar a España, envuelto en morriña, vuelve a sentir nostalgia de tangos... Los tangos, la música... qué recuerdos! La memoria, protagonista más que ningún otro elemento de esta admirable, madura y emotiva cinta. La memoria de los que perdieron el pasado y el presente en el exilio, la memoria que pierden las madres con los años, la memoria saturada de heridas aún abiertas rescatada junto a una botella de anís... El mar, que todo lo cambia, como el tiempo...

Mucho se ha dicho de "El mar y el tiempo", de Fernando Fernán Gómez. Yo la he vuelto a ver por tercera o cuarta vez y es cierto que guardaba un recuerdo entre nostálgico y perezoso acerca de ella. Recordaba sus imágenes como algo viejo y pesado y, sin embargo, tras este tercer o cuarto visionado no me ha cabido más remedio que reafirmarme en mi absoluta devoción por esta singular, pausada, triste a ratos, divertida otros, obra del genio. La hondura que encierran sus imágenes sólo se descubre tras la atenta contemplación de las múltiples aristas que recoge el relato. "El mar y el tiempo" es un canto a la decepción, un grito desesperado para todos aquéllos que ansían un cambio, de ahí la paradoja del personaje de Jesús, un revolucionario exiliado que al volver sólo encuentra la decepción que le provoca el que todo haya cambiado.

Pero, ante todo, "El mar y el tiempo" es una película para disfrutar de los actores, porque todos ellos lo bordan (o, al menos, la mayoría). ¡Qué decir de Rafaela Aparicio, tan emocionante, tan sobrecogedora y tan divertida al mismo tiempo! O Fernán Gómez, estoico y contundente, o el naturalismo que desprende Soriano, tan enérgico, tanto casi como Emma Cohen, a la que este que escribe nunca vio tan buena actriz como aquí. Y, por supuesto, María Asquerino, la mejor borrachera vista nunca en el cine: una sola secuencia le basta para hacerse terriblemente inmortal. Entre los jóvenes destaca Aitana Sánchez-Gijón, encantadora y preciosa, y sobresale (para mal) la languidez y el agarrotamiento de Cristina Marsillach, impropias de la hija de otro grande.
Juanma
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26 de noviembre de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas del genio pelirrojo de nuestro cine, emotiva, cercana, llena de personajes tremendamente humanos y hecha con mucho cariño, lo cual resulta evidente en toda su trama. Porque así entiendo yo el cine: el que busca la emoción, el que no aburre, ambicioso en la intensidad pero sencillo y sin pedantería. Su título poético y su excelente argumento refleja la melancolía, las experiencias que el cineasta había adquirido en su relación con los exiliados políticos cuando había viajado a Sudamérica, centrando la narración sobre el núcleo familiar de la clase media madrileña. Ganadora del Premio Especial del Jurado en San Sebastián de 1989, narra la vuelta de Jesús (José Soriano) a su patria, un exiliado en Argentina durante muchos años.

Dentro de un tono coral, la familia está compuesta por la madre (una prodigiosa Rafaela Aparicio), su hijo Eusebio (Fernán-Gomez) y hermano de Jesús, la hijas del primero, Chus y Mer y la actual pareja de Eusebio, Lupe. Las tres generaciones familiares asumen planteamientos distintos frente al recién llegado, quedando todo trastocado al recibir al exiliado en un viaje exploratorio de conocimiento de su cambiado país, en el que encuentra muchas novedades. Pero la familia que retrata el cineasta no es un grupo de triunfadores, más bien son perdedores anarquistas que no tienen la menor esperanza en que su opción política y sobre todo moral triunfe. La situación política del país en la inmoralidad del ambiente les ha afectado a ellos también. La inmoralidad ética de la España del franquismo en la que se mueve Eusebio es un caso evidente, su relación con el estraperlo y más tarde con el Opus, le proporcionaron una vida aceptable.

Otos asuntos importantes son las actitudes de los jóvenes representados por un elenco de secundarios que luego alcanzaron el éxito profesional. Cada uno con sus variopintos avatares sociales y de sentimientos. Asistimos a las impresiones que le causa a nuestro exiliado todos estos sucesos y vivencias, sus relaciones familiares truncadas por el paso del tiempo, los recuerdos que no coinciden con la realidad actual, el escepticismo de la madre ante la llegada del hijo pródigo al que ya no conoce, su dolor y amargura ante el nulo afecto materno. Una historia de idealismo y de pragmatismo a la vez, lleno de matices emocionales. De cómo los personajes son ambiguos y tienen perspectivas distintas según quien los mira. Papel destacado es el de Marcela (magistral María Asquerino), una mujer decepcionada que conserva en alcohol su amargura y ha acabado confundiendo la lucidez con el resentimiento. Tampoco desmerece el de Lupe (Emma Cohen), una mujer inmoral a la que todo sirve para ganar dinero. Película inteligente y muy recomendable.
EL ALBATROS
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9 de agosto de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernado Fernan- Gómez aborda en esta película una historia de desencanto. Corre el año 1968, es la España del desarrollo, la recta final del franquismo. Una familia de perdedores de la guerra civil (como casi siempre en el cine español) ve su rutina alterada por un gran acontecimiento: el hermano exiliado en la Argentina vuelve a su patria tras casi 30 años.
Pero el panorama que el exiliado se encuentra no es lo esperado: su familia se ha adentrado en la senda de la comodidad de las clases medias, su hermano ha tenido negocios con el Opus Dei, su madre se ha convertido en una anciana enferma y mal hablada, los jóvenes practican un atisbo de revolución que apenas esconde la desorientación en sus vidas, el amor de su juventud y mujer de su hermano es ahora una borracha.

Hay un aire pesimista que impregna a la película, a través de la experiencia del personaje muy bien caracterizado por José Soriano, el encuentro con su familia le presenta un panorama algo sombrío. El idealismo de los años de juventud ha quedado empantanado en una amarga decepción y los únicos supervivientes muestran una plena adhesión a la sociedad de consumo propia de la época, aunque lo traten de disimular con una presunta "progresía".
La película es algo irregular y tiene sus mejores momentos en la interpretación de Rafaela Aparicio en una vuelta poco disimulada de su gran trabajo en "Mamá cumple 100 años" de Carlos Saura. Otros personajes como los de Enma Cohen o Gabino Diego resultan más bien planos y no acaban de insertarse de forma definitiva en la trama.
En cualquier caso, obra interesante aunque muy lejos de la excelente "El Viaje a ninguna parte
ALVARO
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26 de noviembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante esta semana que la 2 ha dedicado a Fernando Fernán Gómez hemos podido degustar dos películas difíciles de ver, la cargante ¡Bruja, más que bruja! y la poética El mar y el tiempo, una de las grandes obras de su autor, poseedora de una sensibilidad que fluye delicadamente desde las primeras escenas.
Un hombre ya mayor vuelve del exilio, desde Buenos Aires, a la España de finales de los 60. Se reencuentra con su hermano y su madre, una mujer de fuerte temperamento propensa a los cambios bruscos de humor, la pérdida de memoria y los estallidos de cólera. También se reencontrará con otros personajes de su ya lejano pasado.
El mar que separa las orillas, América de España; el tiempo, inmisericorde, que ha transcurrido y cambiado las vidas de manera irreversible. De la misma forma que la madre no reconoce al hijo pródigo, el exiliado ya no reconoce el país que dejó atrás, ni comprende a la nueva generación que hace la revolución de una forma ajena a él. No se puede volver atrás, cadenas de amargura y dolor atenazan a los que se quedaron y lograron sobrevivir al franquismo. Todo esto lo cuenta Fernán Gómez con ternura exenta de sentimentalismo. Los momentos cómicos se alternan con los dramáticos con la mayor naturalidad, como sucede en la vida real. Para alcanzar sus fines, se rodea de un reparto que sólo puede calificarse de glorioso: Rafaela Aparicio, esa chacha gritona que en los últimos años de su vida demostró la enormidad de su talento; el argentino Pepe Soriano, que expresa con maestría la perplejidad, el desconcierto, la melancolía del exiliado; unas jóvenes Aitana y Cristina, que ya prometían un futuro esplendoroso; el propio Fernán Gómez, muy contenido; una imbatible secuencia breve con Manuel Alexandre, nuestro querido abuelo anarquista de El año de las luces, que nos deja suspendidos de sus palabras; y la guinda del pastel, la inconmensurable escena con María Asquerino, justamente ganadora del Goya a la mejor secundaria del año, a la que bastan cinco minutos y un monólogo brutalmente demoledor para resumir la rabia, el dolor y la amargura de los vencidos, de los olvidados...
En suma, una gran película que ningún cinéfilo debería perderse.
Eduardo
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1 de agosto de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento apuesta por la seriedad y el espíritu grave, sabe despojarse de florituras y enfrenta cara a cara su objetivo sin permitir veladuras.
La acción resulta concisa y clara, no existen estorbos o dilaciones y la eficacia de su narrativa resulta evidente.
Gran interpretación de los protagonistas.
Sólo algunos elementos demasiado explícitos restan algo de pulso cuando lo que convenía era permitir el juego de las elipsis y las insinuaciones.

Historia de posguerra con color sepia de nostalgia y dolor de ausencia en la que un F.F. Gómez pletórico ejerce su labor como escritor, guionista, actor y director.
ABSENTA
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