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Entre sabanas

Drama Paula, convencida de que su novio está con otra en su despedida de soltero, busca la manera de vengarse teniendo una aventura amorosa con Roberto, un desconocido. Ambos se involucran así en una relación prohibida. Sin embargo, Paula pone en riesgo su futuro haciendo lo que una mujer comprometida jamás se atrevería. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
23 de agosto de 2009
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sábado 22 de Agosto, 1:05 pm. Cinépolis Multiplaza Arboledas. El día de ayer tuve la oportunidad de ver esta nueva producción importada de Colombia; a los quince minutos de iniciada te das cuenta como va a ser el desarrollo de la trama, y su mérito lo había obtenido con anticipación la producción chilena titulada “En la cama” de Matías Bize.

¿Cómo justificar la originalidad de la obra? Cuando es evidente que solo se han cambiado algunas situaciones pero que tiene demasiada similitud con la primera; por momentos pensé en salirme de la sala al sentirme aburrido, engañado e indignado por pagar por ver una nueva versión al estilo colombiano de la otra película; hasta ese momento creí eso y cuando al llegar navegas por internet y sales de la duda para comprobar que sí se trata de un posible y evidente plagio. Los remakes están de moda y hubiese sido más inteligente decir eso, y no asegurar que es una idea original.

Si no has visto “En la cama” y por cuestiones de dicción del español entre los diferentes países, ahora existe de donde escoger. Al paso que vamos, en unos años podríamos tener la versión mexicana que podría llevar el título de: Almohadones rojos. Por lo pronto ya no tengo algo más por comentar (véase mi crítica de la otra película).

Terrible tropezón para la filmografía colombiana.
Coleccionista Visual
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12 de marzo de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siento curiosidad y atracción por el género cinematográfico del encuentro emotivo-sexual furtivo entre desconocidos en habitaciones de hotel. Si es por el regusto dulce y amargo que deja detrás, o por la seducción de encontrar el amor más fuerte de la vida entre cuatro paredes extrañas, o por esa rara y difícil de admitir tendencia a desnudarse (más en alma que en cuerpo) ante alguien que no existía unas horas antes… Pues no lo tengo muy claro. No sé si me gusta por todo eso. Porque a ver si va a ser verdad que es cierto eso de que las mejores esencias vienen concentradas en frascos pequeños. Y que los mayores resplandores son breves. Su don se basa en deslumbrar durante un fugaz momento, porque si se prolongan pierden la novedad del brillo. Los ojos se acostumbran.
O venga, vamos a soñar despiertos, vamos a imaginar que la media naranja es la que nos llevamos a la cama en una noche loca, jugando al sexo fortuito por un impulso al que algunos sucumben muy escasas veces, o al que no habían sucumbido antes. Porque a saber por qué ese extraño o esa extraña tiene en alguna parte de su fisonomía, o de su silueta, o de su mirada, o en las revueltas del cabello, o en la forma de moverse, o de acariciar, o de hundirse en la carne, el elixir capaz de apagar una sed que late ahí inquieta, sofocada, que la pareja habitual no sacia, que las ocupaciones de cada día no engañan. Entonces, en esa noche sin planes, sin calendario, sin reloj, el hambre surge más exigente que nunca, precisamente porque ha encontrado la llave que encaja en su cerradura, las manos que con un solo roce abren las compuertas. Misterios de la vida. Es como llegar y besar el santo. Tanto tantear de ordinario sin abrir los diques más hondos de la pasión. Y ahora, en esta habitación, las piezas encajan como en un resorte de esos que reaccionan al manipular el sitio justo.
¿Quién sabe si los secretos son a veces los que presiden la vida, los que la alimentan? ¿Si unos cuantos de los recuerdos de esos que nos llevaríamos al expirar son de los que una vez se compartieron tras una puerta cerrada a cal y canto?
Cuando se es niño o muy joven, y todavía muy inocente e ingenuo, uno cree que el amor de verdad se cantará a los cuatro vientos, que no habrá secretos, que no habrá engaños, que no habrá disimulos, ni resignación, porque la resignación conlleva algo muy triste, conformarse con vivir a medias. Uno no concibe todavía que el orden de las cosas sólo admite la felicidad a ratos muy espaciados, escondidos, culpables.
Eso se aprende cuando uno se hace mayor y se encuentra de repente en una habitación, huyendo de la cotidianeidad, para buscar la felicidad al lado de un desconocido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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24 de octubre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Benditas sean las parejas entre las que aún persiste el romanticismo, aunque hayan pasado ya algunos años! Porque, con el paso del tiempo, cuando por fin se conoce a plenitud el lado de sombra que hay en cada uno, lo que ocurre frecuentemente es que el romanticismo se enfríe hasta apagarse, en forma total e irremediable. Y lo que queda, no es más que el aguantarse por los hijos, a quienes nunca deja de amarse; por las deudas morales que nos harían sentir un gran cargo de conciencia; o por la dependencia económica que lleva a pensar que, sin la pareja, no sería posible sobrevivir.

¡Y cuántos hay, a punto de casarse, que sienten muy dentro que todavía no han quemado su etapa de experiencia, de aventura, de darse gusto con el sexo y de tener a algunas personas a las que se desea! Piensan entonces que el matrimonio suplirá aquello que anhelan, pero algo les dice que vendrá luego la rutina y el deseo de la novedad.

Paula y Roberto, son dos “desconocidos” que, en una fiesta, se encuentran un día causalmente, y sin saber todavía cual es el nombre del uno y del otro, deciden irse a la suite de un hotel a tener relaciones que comenzarán siendo sexuales, pero pronto se convertirán en un diálogo íntimo donde cada uno, además de su cuerpo, desnudará también los sentimientos y emociones que venían guardados para ellos mismos y para el resto de la gente.

Cada uno se convierte en crítico y amoroso terapeuta del otro, y este descubrirse, va dando nuevos significados y una nueva luz a sus sentimientos y emociones. La experiencia es absolutamente íntima, la desnudez es holística y el ambiente está más colmado de romanticismo y autodescubrimiento, que de erotismo y sensualidad.

Lo que construye Gustavo Nieto Roa -al parecer basado en una historia que ya había sido filmada-, se borda de una realidad cargada de cierta magia para hacer posibles algunas argucias, pero consigue así, amenizar un cuento de piel y alma que transcurre, casi todo el tiempo, en el cerrado espacio de un cuarto de hotel.

Karina Mora se roba la película con su atractiva belleza morena, la cual logra conjugar con una correcta actuación y con una personalidad en la que brillan preciosos matices. Marlon Moreno, más recatado, también cumple con lo suyo, y el resultado es una pareja que nos dará que pensar y a muchos les removerá algunas cosas que pueden hallarse un tanto adormecidas.

Especialmente recomendable para casados en época de hibernación y para gente comprometida que quizás sienta que todavía tiene una asignatura pendiente.
Luis Guillermo Cardona
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6 de abril de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un monólogo y escenas sexuales entre dos desconocidos que es precisamente lo que no harian dos desconocidos.. Lo que salva la película de principio a fin es la exuberante Karina Mora.
Don Diego Pasmin
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