Funan

Si hay un festival imprescindible para los aficionados al cine de animación es el que se celebra cada año en el mes de Junio en la localidad francesa de Annecy, y ser premiada como la mejor película en ese escenario no es nada fácil, ya que compite lo mejor del cine de animación procedente de casi todos los continentes. En la pasada edición la ganadora fue esta propuesta europea que hace unas semanas se acaba de estrenar en Francia, y que por lo tanto opta a los principales premios en la categoría tanto en los César, EFA, y probablemente se cuele en la shortlist de los Óscar. La película tuvo su presentación en nuestro país en el pasado festival de cine europeo de Sevilla y es la ópera prima del director francés de origen camboyano Denis Do.

El cineasta hace un retrato de lo que sucedió en Camboya en 1975, cuando los maoístas Jeremes rojos sitiaron Nom Pen ( la capital del país, en camboyano se llama Phnom Penh ) y obligaron a la población a trabajar para ellos en diferentes campos de concentración, los hombre picando tierra y las mujeres recogiendo arroz, mientras torturaban y mataban a los que se opusieran a sus métodos revolucionarios. Todo eso está muy bien reflejado en este largometraje y comienza precisamente con un prólogo en donde la gente va corriendo por las calles de la ciudad ante la llegada de este grupo de guerrilleros armados. El cineasta que nació en Francia, pero que conoce lo sucedido porque su familia sufrió ese régimen dictatorial, quiere dar a conocer a las nuevas generaciones esos años de sufrimiento, aunque el tema no es novedoso para los aficionados al cine independiente ya que lo hemos visto en los documentales de Rithy Panh.

La película es magnífica en casi todos los aspectos, ya que tiene una gran calidad técnica de la animación y sabe jugar muy bien con los colores de las imágenes e incluso tiene algunos planos en movimiento como el inicial que son un prodigio narrativo, y además cuenta una historia dura y con varios giros sorprendentes, que tiene como protagonistas a un matrimonio, Chou y Khuon, que se encuentran al principio al borde de la carretera, al igual que otras familias, y que intentan huir a la ciudad más cercana, y que van acompañados de su hijo Sovanh, las dos madres de la pareja protagonista, y algún otro familiar cercano. Cuando era difícil que la situación se complicara más es cuando llega la desaparición del niño con la abuela paterna, en una de las primeras escenas, y a partir de ese momento los padres, en especial Chou, además de buscar la supervivencia luchaban por localizar a su niño perdido.
Hay varias escenas de gran carga dramática, en donde el director de manera acertada decide no enfocar de manera directa a los disparos, sino ver la explosión desde el rostro de los protagonistas, para así poder sentir la angustia desde más cerca.

Hay algunos saltos temporales, y el diseño de los personajes también avanza con ese paso del tiempo con el cambio en el rostro, envejeciendo a los protagonistas y en el caso de Sovanh con el crecimiento lógico en un niño que al principio tenía 4 años. A nivel de guion todo encaja bastante bien salvo una situación que me descolocó y termino de comprender que sucede en la parte final de la película, y desde ese momento la película vuelve a aumentar el interés llegando hasta un gran final que me convenció y que retrata bastante bien lo que pudieron vivir algunos ciudadanos camboyanos ( no todos me supongo, ya que algunos tomarían otra decisión o no tendrían la misma fortuna ).
Los otros elementos positivos, porque esta película tiene muchos, son el empleo del sonido en las escenas de mayor acción, y sobre todo la música del compositor Thibault Agyeman con unos ritmos variados y sonidos en algunos momentos orientales que me fascinó y es uno de los motivos por los que conecté con esta historia tan real como dura, y que recomiendo a los aficionados al cine de animación europeo independiente, y a los que quieran conocer lo que sucedió en un país como Camboya hace más de 40 años.

LO MEJOR: La música. El guion y la calidad técnica de la animación.
LO PEOR: Una situación en la parte final que no comprendí.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net

En el nutrido e inacabado album de los horrores de nuestra especie, en páginas no muy lejanas (1975) y bajo el saturado epígrafe de "Genocidio" encontramos otra de esas revoluciones que vienen a solucionarnos la vida previo pago de la misma. El régimen maoista de los Jemeres Rojos al mando de Pol Pot, el iluminado de turno que masacró principalmente a su propia etnia jemer en su eufemisticamente llamada Kampuchea Democrática (Camboya), dejando un saldo de unos 2 millones de cadáveres, un cuarto de su población, en menos de cuatro años.


Ante la ausencia de imágenes de dicho horror el cineasta Rithy Panh recurrió a figuras de arcilla en su sobresaliente documental "La imagen perdida" (2013). Ahora es Denis Do, nacido en Francia de origen camboyano quien recurre a la animación para narrar los recuerdos de su madre mediante la ficción "en un 50 %" en palabras del propio Do, que se alzó con el prestigioso primer premio en el festival de cine de animación en  Annecy en su debut como director.

Animación en 2D de trazo simple y colorista, Do consigue belleza en la tragedia atemperando visualmente la misma, eludiendo con pudor mirar cara a cara a la crueldad abocando al espectador a imaginarla en la medida de lo soportable. Hace buen uso Do de la gama de recursos narrativos en una historia de supervivencia de una familia de aquellos dos millones de personas que tuvieron que abandonar con lo puesto la capital Phnom Penh para ser esclavizados en campos de trabajo y pudieron vivir para contarlo.

cineziete.wordpress.com

Aproximación histórica al ascenso del Partido Democrático de Kampuchea para la instauración del régimen de Pol Pot en Camboya. Denis Do, narra desde las entrañas la historia de una familia de campesinos que en plena diáspora son capturados por el partido revolucionario y sometidos a esclavitud laboral. Aunque los hechos nos son contados a través de algún que otro cliché la crónica de Do es inexcusable para acercar al gran público a una de las mayores atrocidades que recuerda la historia moderna.

Así pues, la película ofrece una calidad aceptable en cuando a estética, música y guion pero creo que destaca especialmente por su testimonio de la realidad de un genocidio desde dentro. Cine político de denuncia, atrevido y necesario.

Lo he buscado en la Wikipedia y Funan es como llamaban en China, allá por los inicios del primer milenio, a un reino que ocupaba más o menos lo que hoy es Camboya y Vietnam. La peli transcurre en el s.XX, más concretamente en el período de la Kampuchea Democrática (1975-1979), dictadura sanguinaria no muy democrática. Supongo que los camboyanos modernos deben considerar ese antiguo reino como una raíz cultural y por eso la peli se llama así. No nos vamos a extender más, el que quiera saber ahí está google.

Esta película de animación juega al poli bueno y poli malo, pues a pesar de mostrar bellas estampas y trazo inocente, nos educa sobre lo que nos puede pasar si nos pilla una guerra, nos evacuan de nuestros hogares y terminamos en campos "de trabajo". Empieza flojita pero no os confiéis, va escalando y en algún momento hemos pensado que iba a superar "La tumba de las luciérnagas" en escala depresiva, aunque al final no, "La tumba" mantiene su elusivo récord.

No todo es atmósfera sombría, también tiene tiempo de plantear interesante dilemas morales como: si te fuera la vida en ello, ¿prostituirías a tu hija adolescente? Ese es el nivel, si os parece duro, haber ido a ver "Dumbo". En algunas de estas situaciones la peli se excede en dejarnos clara su postura, pero bien, al menos puede dar para debate.

Gustará a: Roberto Benigni, Borassus flabellifer, Yamantaka
No gustará a: comunistas, Save the Children, fumadores

La película animada Funan (2018) es la ópera prima del director francés de origen camboyano Denis Do. Cuenta el traumático camino recorrido por una familia entre 1975 y 1979, durante el gobierno de los jémeres rojos comandados por Pol Pot.

Por Nicolás Bianchi

Por las decisiones que tomó su director, Funan cuenta una pequeña historia dentro de un gran acontecimiento. La pareja compuesta por Chou (voz de Berenice Bejo) y Khuon (Louis Garrel) más otros integrantes de la familia como los hermanos, la abuela y el hijo de ambos van a atravesar un verdadero martirio durante el período en el que Camboya fue gobernada por el Khmer Rouge, un grupo comunista liderado por Pol Pot.

En un comienzo, ubicado en 1975 cuando los jémeres toman el poder, son desalojados de su casa urbana de Nom Pen y puestos a peregrinar, junto con miles de camboyanos, hacia el campo. Paulatinamente son despojados de sus pertenencias y luego instalados, prácticamente como esclavos, en campos de cultivo. Durante esta primera secuencia los padres son separados de su hijo Sovanh, a quien destinan, junto con su abuela, a otro centro agrario. La búsqueda del hijo por parte de sus padres es lo que estructurará la narración hasta el final.

El comienzo y el final del film son, sin dudas, los momentos mejores logrados por la tensión y las emociones que brotan desde una historia terrible. El director Do, nacido en Francia, contó que se basó en los relatos que escuchó de su madre para realizar el film que “es 50 por ciento realidad y 50 por ciento ficción”*. “Quería que fuera realista pero cuando viajo a Camboya no puedo evitar verlo como un turista”, comentó Do.

En parte esa mirada lejana se puede apreciar en la exaltación de los paisajes, con animaciones a mano y en 2D muy logradas. Pero también se aprecia en una historia que por momentos parece descontextualizada y demasiado estereotipada. No sabemos nada, por ejemplo, de la vida en Nom Pen antes del golpe jémer, simplemente nos muestran a una familia que, en apariencia, antes era feliz. Es, nuevamente, una decisión, no es que esté bien o mal.

En cuanto a los revolucionarios que hostigan al pueblo, Funan muestra solo a los soldados rasos. Ni siquiera se menciona una vez el nombre de Pol Pot en la película. Las autoridades de los campos son vistos de lejos y no tienen líneas de diálogo. Eso por un lado marca la distancia entre una revolución que decía ser igualitaria y el pueblo camboyano, pero por otro nos deja solo con personajes rasos que es difícil diferenciar. En el desarrollo de la historia es posible confundirse a los soldados entre sí, y también a sus prisioneros, por la forma en la que se los muestra. Bajo el pretexto de terminar con cualquier aspecto burgués de la vida camboyana, los jémeres obligaron a todos a vestir de negro y usar el pelo corto, lo cual está bien representado en Funan, a pesar de que la confusión generada no debe haber sido un efecto buscado.

Funan puede funcionar como una introducción al conflicto que asoló a Camboya durante los años 70, casi como una obra de difusión que busca señalar, desde París, el genocidio ocurrido allí hace 45 años. Es la película que Denis Do, con sus relatos familiares y su mirada a la distancia, pudo hacer. No está nada mal.