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En primera plana

Drama En el año 2002, un reducido equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas del estado de Massachussets. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudió a la Iglesia Católica como institución. (FILMAFFINITY)
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Críticas 243
Críticas ordenadas por utilidad
30 de diciembre de 2015
237 de 283 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spotlight es una película llena de buenos valores cinematográficos.
Está rodada con brío y con elegancia, tiene unos intérpretes fantásticos, y cuenta con eficacia la investigación de uno de los casos más sonados de pederastia dentro de la Iglesia Católica estadounidense. Pero tantísimo premio como está recibiendo y tantísima mención como Mejor Película del año es algo que le queda grande, muy grande.
El problema principal es la frialdad del guión. Una historia como esta necesitaba más emoción, más emotividad. Tampoco hacía falta convertirla en un culebrón lacrimógeno, ni mucho menos, pero la cinta fracasa estrepitosamente en la misión de implicar al espectador con tan truculenta historia. No existe esa conexión, porque el desarrollo de la trama es plomizo y sobre todo poco emocionante, como decimos. Tampoco ayuda que los personajes del grupo Spotlight estén tan poco definidos. Apenas sabemos nada de ellos. Son como un único cuerpo con varias cabezas que trabajan juntas por un mismo objetivo, y aunque se agradece ese interés por mostrar a los periodistas como, precisamente, una unión imparable, no hubiera estado de más que cada uno de ellos estuviera un poquito más matizado y desarrollado, para ayudar precisamente a esa identificación del público con ellos, que no se produce.
Así, lo mejor son los momentos en los que los miembros de Spotlight entrevistan a las víctimas de los abusos (prácticamente los únicos momentos en los que el espectador realmente siente con los personajes y se le encoge el corazón ante esos los testimonios tan duros), y por supuesto, el trabajo de los actores. Tener en la misma película a Mark Ruffalo, John Slattery, Rachel McAdams, Michael Keaton, Stanley Tucci o Liev Shcreiber no es ninguna tontería, y todos funcionan a la perfección como grupo coral, más que como actores individuales (no hay nadie que destaque especialmente por encima de los otros, o por encima de otros intérpretes de otras películas "premiables" del año, pero como grupo sí resultan memorables).
En definitiva, una película aceptable, muy correcta, de notable incluso (aunque notable bajo), pero para nada la mejor del año ni ninguna obra maestra.

Lo mejor: Los actores y las escenas en las que vemos los testimonios de las víctimas.
Lo peor: Le falta emoción a esa narración tan fría, y los personajes no quedan muy definidos.
Sibila de Delfos
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2 de enero de 2016
112 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un film políticamente necesario.
Los hechos reales que narra son suficientemente duros como para que el espectador se sienta interesado y emocionalmente afectado.
No sólo cuenta como unos cuantos sacerdotes de Boston estaban implicados en casos de abusos y violación de menores, sino que se demostró que sus superiores lo único que hicieron fue encubrirlos y poner obstáculos.
Toda esa investigación periodística, con la oposición de la Iglesia, es la que nos va mostrando la película con un ritmo "in crescendo" según surgen los casos más dolorosos. Después de los títulos de crédito aparece un listado de países donde han sucedido y suceden todavía abusos tan terribles como los del film.
Parte de un buen guion, buen elenco de actores y buena dirección.
En estos tiempos de crisis que se va a la noticia inmediata y abundan los blogueros, es destacable reseñar que sería bueno que siguiese existiendo ese periodismo de investigación, que puede dedicarse durante un tiempo más largo a perseguir noticias de interés que esclarezcan situaciones que de otra forma pasarían desapercibidas o no se les daría la relevancia adecuada al aparecer como pequeñas reseñas.
floro
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9 de enero de 2016
155 de 227 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típica película de estas fechas. Pensando en los premios, cinta de despachos, con buenas interpretaciones, una historia interesante (o morbosa) y menos alma que el muñeco de cera de Kim Jong-un.

Thomas McCarthy rueda esta cinta como el periodista que relata en su periódico un artículo sobre una huelga de basureros. Distante, impersonal, sin adornos, profesional, mustio.

Hubo un momento en la película en la que por fin pensé que vería algo de "arte": empieza a sonar Noche de Paz cantado a capella por un coro de niños mientras los periodistas periodistean. Pues ni eso funcionó, fue incapaz de emocionar o transmitir algo.

Por destacar algo, Mark Ruffalo consigue a base de desencajar la mandíbula que su personaje llegue a interesar mínimamente. Los demás, bien, gracias.

Me mola que en Filmaffinity una palabra defina cada puntuación. Y la que más me gusta es la del 6, interesante. Porque así son muchas películas, bien hechas, con un tema que llama la atención, efectivas y que probablemente no la volveré a ver en mi vida. Spotlight entra de lleno en esta categoría.

Suena para muchos premios y, dado que no se atreven todavía a galardonar a Tarantino e Iñárritu ya triunfó el año pasado, igual hasta los merezca académicamente hablando. Lo malo es que eso significará que la cosecha de este año ha sido muy pobre.

Me ha dejado tan poco poso, que probablemente esta sea la crítica más rápida y desganada que haya escrito en mucho tiempo.

Y como siempre, publicidad apenas intrusiva y potencialmente rentable: www.cinenecio.wordpress.com
Sodapop
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31 de enero de 2016
51 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad está ahí fuera. Eh, no, lo siento fans de Mulder y Scully, no voy a hablar del reciente estreno de la nueva temporada de “Expediente X”, pero sigue leyendo porque voy a hablar de otro tipo de verdad que también está ahí fuera y que puede interesarte.

Como iba diciendo antes de que me interrumpiese a mí mismo, a veces, la verdad se pasea por delante de nuestros ojos sin que seamos capaces de vislumbrarla, y otras, desafortunadamente la mayoría de ellas, somos nosotros los que conscientemente bajamos la mirada, cohibidos por la vergüenza, temerosos de las consecuencias o por pura apatía. No obstante, la esperanza no cesa en su empeño de regalar excepciones, y en ocasiones, la verdad sale a la luz, o mejor dicho, se arroja algo de luz a la verdad.

“Spotlight” (2015), película escrita y dirigida por Thomas McCarthy, nos relata de manera precisa y certera la historia real de un grupo especial de periodistas del “Boston Globe”, diario local de Boston, Massachusetts; que en 2002 publicó una investigación sobre múltiples casos de pederastia por parte de sacerdotes de la Iglesia Católica. Al año siguiente, en 2003, el trabajo periodístico se vio recompensado con el premio Pulitzer al servicio público.

El equipo de investigadores, cuyo nombre da título a la película, está formado por un elenco exquisito, destacando a Mark Ruffalo, que consigue su tercera nominación al Oscar por mejor actor de reparto gracias a esa capacidad tan suya para dotar de detalles y carisma a sus interpretaciones (me encanta la manía del personaje de meter los dedos por la trabilla del pantalón); a Michael Keaton, que demuestra que lo de “Birdman” en 2015 no fue un aleteo de consumación, sino el resurgir de un actor extraordinario; y a Rachel McAdams, también nominada al Oscar por mejor actriz de reparto, que lo mismo resuelve un caso de homicidios como la sheriff de “True Detective” que destapa un monstruoso escándalo como periodista de investigación.

No dejo de darle vueltas a que Thomas McCarthy, quien interpretó a un pernicioso periodista en la extraordinaria última temporada de “The Wire” mostrando lo peor de una de las profesiones más denostadas en la actualidad, haya dirigido ahora con tanta precisión la otra cara de la moneda, una visión precisa, elegante y exhaustiva de lo que en su momento fue, y debe volver a ser, el trabajo periodístico. Seguro que trabajar con David Simon en su momento le ha ayudado a realizar una obra que, sin situar al periodista en el papel de héroe, rescata del actual olvido su enorme obra humanitaria. Es tan necesaria la labor de esta profesión, tan noble y pura su causa, como lo es romper el molde de prejuicios y trabas que se ha instalado a su alrededor.

Las escenas que muestran a Rachel McAdams entrevistando a los “supervivientes”, las víctimas de los abusos que, en su mayoría, provenían de familias pobres donde la religión tenía un lugar muy importante; el discurso lleno de rabia y desesperación de Mark Ruffalo cuando explota de indignación tras haberse contenido durante casi toda la peli para realizar su laborioso trabajo de investigación; la satisfacción que encuentra Michael Keaton al hacer lo correcto, arriesgando su reputación e incluso viejas amistades con tal de hacer honor a su profesión; o el momento en el que Brian d’Arcy James comenta que lleva meses sin dormir bien y que ha empezado a escribir una novela de terror para evadirse del caso. Todo lo que vemos es tan real que por momentos nos olvidamos del escándalo para centrar nuestra atención en los personajes, artífices en gran parte del éxito de la película.

Pero lo realmente extraordinario de “Spotlight”, más allá de su maravilloso montaje, o del correcto trabajo del compositor Howard Shore; es que posee un guion cargado de franqueza, que evita el efectismo barato y el morbo emocional de otros relatos. Durante el desarrollo de la investigación no solo realiza una compleja crítica a la institución católica como sistema, además de dar algún que otro palo a abogados y periodistas, sino que arroja al espectador cuestiones estremecedoras sobre la corrupción, la hipocresía existente en toda comunidad religiosa, la falta de valores, los horrores de los que es capaz el hombre y, en definitiva, a la pusilanimidad con la que el ser humano es capaz de afrontar la verdad, que, desgraciadamente, sigue estando ahí fuera, esperando a que alguien la cuente.

Una película magnífica que cuenta con mi más sincera recomendación y que ha sido capaz de hacerme recordar con algo de nostalgia que en algún momento de niño quise ser periodista. Quizás por eso ahora me desquito tanto escribiendo.
Jesus Gonzalez
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1 de marzo de 2016
78 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de los premios Oscar está llena de polémicas. A lo largo de sus ochenta y ocho ediciones son muchas las películas, directores y actores que han sido omitidos. Si bien es cierto que estos premios no necesariamente indican la calidad absoluta de una obra, sirven como reconocimiento y como gancho publicitario para que el espectador medio vaya al cine.

Injusticias podemos citar muchas. “Ciudadano Kane” (1941), “El gran dictador” (1940), “Las uvas de la ira” (1940), “Solo ante el peligro” (1951), “La naranja mecánica” (1971), “Taxi driver” (1976), “Apocalipsis Now” (1979). Ninguna de ellas obtuvo el premio a la mejor película. Charles Chaplin, Alfred Hitchcock y Stanley Kubrick tampoco nunca ganaron un premio de la Academia. Eso sí, Chaplin recibió dos Oscar honoríficos.

Si seguimos removiendo la historia, encontraremos que tres cintas han ganado solamente el premio a Mejor Película, perdiendo en todas las demás categorías en que competían. Estas son: “El motín de la Bounty” (1935), “Gran Hotel” (1932) y “La melodía de Broadway” (1929). En los tres casos, tenemos que remontarnos muchas décadas al pasado, cuando aún los premios no tenían la relevancia mediática y tampoco las bases del cine moderno estaban absolutamente instauradas. En la actualidad imaginar que una película se lleve solamente el premio a la mejor película del año, perdiendo en todas las demás categorías, o peor aún, no estando nominada en ninguna otra, parece a lo menos una idea descabellada y sin sentido.

Pues bien, terminando de construir el escenario y el contexto, me abocaré a la ceremonia recién pasada. La premiación se desarrolló en términos normales y predecibles, salvo en algunos hechos puntuales, pero no menos trascedentes, y que finalmente coronaron a “Spotlight” como la mejor película del año.

No me gustan las teorías de la conspiración. No creo en ellas. Me aburren. Pero lo que sucedió la noche del domingo en Los Ángeles, California, es a lo menos sospechoso. En primer lugar, la cinta ganadora tuvo un total de seis nominaciones, cuando en mi opinión, sobraban dos: Mejor montaje y actriz de reparto, ambos trabajos normales, nada del otro mundo. En segundo lugar, si bien es cierto que el guión de la película está bien construido, para que éste ganara era indispensable que los genios de la Academia sacaran de competencia a los mejores guiones de la temporada; Tarantino por “The hateful eight” y “Sorkin por “Steve Jobs. Y claro, así ocurrió. Dichos trabajos no fueron nominados dejando en bandeja de plata el Oscar a mejor guión para la cinta de Thomas McCarthy. Y teniendo un premio en el bolsillo, es mucho más fácil otorgar el premio mayor, y así se ahorran una polémica infinita o un escándalo histórico.

Finalmente, “Spotlight” se llevó esos dos únicos premios. No seré explícito en lo que quiero decir (para saberlo remitirse al título de este comentario), pero la resolución de aquella noche en el Teatro Kodak, es a lo menos debatible. A todo esto, ¿Tiene “Spotlight” los méritos para ser la mejor película del año?. Para contestar esa pregunta y siendo objetivo en el análisis, hay que decir que es una película correcta, bien escrita y bien actuada (en especial por Ruffalo), pero a la vez es una cinta fría, sin alma y poco valiente en cuanto al tema que trata (hace 20 años, quizás puedo haber impactado). En el cine, y como en todas las manifestaciones artísticas, uno de los aspectos más valorados de una obra tiene que ver con los riesgos que asume el artista para consumar su trabajo,asi como también, la innovación y la pasión con la que construye el producto. “Spotlight” carece de todo ello, y tomando en cuenta eso, “The revenant” e incluso “Mad Max: Fury road” asumen riesgos cinematagráficos con un éxito y un resultado espléndido, superando a la vencedora. Ya sabiendo la respuesta a mi autopregunta, y para finalizar, me limitaré a decir, que siempre la historia se ha encargado de colocar donde se merecen a las grandes obras y grandes artistas, así como también a los que no lo merecieron tanto. Esta no será la excepción.
Juan Antonio
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