Haz click aquí para copiar la URL

El hotel eléctrico (C)

Fantástico. Comedia Una pareja llega a un hotel donde todo funciona mecánicamente. Considerada una de las primeras películas con la técnica del Stop-motion, realizado por uno de los directores más importantes del cine mudo, el español Segundo de Chomón.
1 2 3 >>
Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
13 de abril de 2011
81 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque en la base de datos de FA sólo este corto del bueno de Segundo de Chomón, espero que ninguna alma ingenua pueda pensar que es su única aportación al cine. Ni siquiera es la primera, cosa que puede comprobarse por la ya depurada técnica que muestra a lo largo de estos nueve minutos.

A grandes rasgos, 'El hotel eléctrico' no es más que una torpe excusa de la Pathé para demostrar al mundo que no se quedaban atrás en absoluto ante su más duro rival, la compañía Gaumont, que un año antes, mediante el corto 'El hotel encantado' de Stuart Blackton, había mostrado un cine muy afín al que hemos podido disfrutar con esta chomonada. La historia poco importa: una pareja de viajeros llega a un hotel en el que todos los objetos son automáticos. A partir de ahí la virguería padre, con maletas saltimbanquis, cajones indecisos, mesas serviciales y demás fauna muebleril con vida. Pero claro, los avances, el progreso...cualquiera fallo humano provoca la hecatombe.

La simpleza de la historia y, en muchas ocasiones, la reiteración de acciones por parte de los objetos animados se ven compensados por, cómo no, el despliegue pirotécnico que pone Chomón (junto a su colaborador Amédée Pastelli) en pantalla. Es difícil aburrir al personal con un cortometraje de nueve minutos, pero, por ejemplo, escenas como las de la limpieza de botas se alargan en exceso. Cosa más que perdonable, por otro lado.

También resulta curioso el efecto consecuente a la borrachera de uno de los empleados del hotel: salen chispas de los aparatos electrónicos que se encargan del buen funcionamiento de los muebles automáticos. Unas chispas que se utilizarían muchos años más tarde en grandes producciones del mudo, que fueron pintadas directamente a mano sobre los negativos del metro con tinta negra. Así Chomón consigue un efecto resultón (aunque prehistórico).

Ya como anécdota final, comentar el hecho del secretismo imperante durante la época en cuanto al trucaje de los cortometrajes, en cuanto a la ejecución de estos adelantos técnicos: ningún director estaba dispuesto a que le chafasen su idea. Pues bien, llegó el buenazo de Chomón, y, a partir de 'El hotel eléctrico' que nos ocupa, fue el primero en anunciar de forma expresa el procedimiento y la ejecución de tales técnicas. Para que duden de la filantropía española, leches.
Filiûs de Fructüs
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de febrero de 2012
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo de Chomón, el probable genio a la sombra de Méliès, firma esta obra puramente técnica. La historia es simple y poco importante. El film se ciñe a una idea básica, la de los objectos animados mágicamente, que sirve como excusa para mostrar el despliegue técnico de su creador

Aquí lo importante no era contar una historia, sino maravillar al espectador, entendiendo el cine como ilusión. Y Chomón era un verdadero especialista en lograr estos efectos visuales que aumentaban la experiencia mágica del cine primerizo

Sin embargo, lo que este film tiene de asombroso (teniendo en cuenta el contexto temporal en el que se desarrolló) también lo tiene de irregular. Como digo arriba, la historia es muy simple, por lo que la "pirotecnia" de Chomón da vueltas y vueltas sobre ella, haciendo que las acciones sean a menudo repetitivas y tediosas. Alguna situación complementaria a la principal o un metraje más comedido hubieran mejorado este corto
Never Enough
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
12 de julio de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a Filmaffinity he podido descubrir a este director de finales del XIX y principios del XX y que sorpresa la mía al ver que era español.
Segundo de Chomón y su hotel eléctrico, sin duda, un gran avance además de poseer esta película un tremendo trabajo además de ser una película muy pulcra, Chomón retrata este hotel como algo fantástico, los objetos funcionan gracias a una máquina y tratan a sus invitados de una manera especial.
Los objetos se meten solos en los armarios, los zapatos se limpian solos, peinan y afeitan a sus invitados…todo un lujo hasta que la máquina se estropea.
Sin duda, la idea es genial pero llevar a la pantalla en el año 1906, era todo un reto pues los medios eran muchísimo más limitados que ahora.
Este corto tiene un mérito increíble pues hay ciertos momentos que se ven de la misma manera que el cine de Svankmajer, director checo que utiliza de la misma manera esta técnica de animación que implica una gran paciencia en su elaboración.
Sin duda, es un gran trabajo y un corto hecho de una manera impresionante, hoy en día se ve como si el tiempo no hubiese pasado.
manuel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de enero de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que incluso hoy, más de 100 años después, sorprenden los efectos especiales, para un espectador del siglo XXI esta película es una chorrada, que se ve más como documento histórico, que por los valores artísticos o la historia que nos cuentan.

Hay que retroceder en el tiempo y convertirnos en espectadores de principios del XX, para encontrar el sentido de la película.
Un señor con bigote y sombrero de copa de entonces, que entrara por casualidad a ver el nuevo espectáculo extravagante llamado después cine, se quedaría de piedra al ver a personas,que le parecerían vivas, en una pantalla, moviéndose y gesticulando.
Y luego al ver las maletas, cepillos y peines moviéndose solos, seguramente se quedaría mudo, como la película.

Para el espectador de hoy, una curiosidad que merece la pena ver, aunque solo sea por los años que tiene..
sieich
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
25 de febrero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante mucho tiempo se ha tenido a Segundo de Chomón por mero aprendiz de Méliès, epígono aventajado a lo sumo, cuando en rigor se trató de un rival, contratado por Pathé Frères a fin de hacer la competencia a aquél. Sin embargo, da la sensación de que nunca se lo ha tomado muy en serio, sobre todo en este país campeón del mundo en envidia y desagradecimiento.
Me parece que ya va siento hora de dar a este genio aragonés el reconocimiento que merece como uno de los mayores innovadores de la historia del cine en tanto concienzudo investigador de las posibilidades del color y creador del “travelling” propiamente dicho, esto es, colocando la cámara sobre una plataforma móvil y haciéndola recorrer los decorados con el consiguiente efecto tridimensional.
Dejando a un lado, su participación en iconos de la resonancia de “Cabiria” (ídem, 1914) y “Napoleón” (ídem, 1927), “El hotel eléctrico” podría perfectamente considerarse su obra maestra. Este corto de nueve minutos de duración que él mismo protagoniza en compañía de su esposa Julienne Mathieu constituye un alarde brillantísimo de otra de sus invenciones: el paso de manivela o “stop motion”, técnica de animación fotograma a fotograma vista después y hasta la irrupción de la tecnología digital en infinidad de películas, con el maestro Ray Harryhausen como su más devoto cultivador.
Es posible que los trucajes de “El hotel eléctrico” se antojen hoy traviesos jugueteos infantiles; no obstante, cabe suponer el deslumbramiento que debieron de causar en los inocentes espectadores de entonces, de ojos casi vírgenes comparados con los nuestros, saturados por el continuo e indiscriminado bombardeo de imágenes. Una fascinación análoga a la provocada por el uso industrial de la electricidad, de reciente descubrimiento y cuyas posibilidades dispararon la fantasía de tantos felices soñadores, bien se ve que Segundo de Chomón entre ellos.
Con todo, invito desde aquí a dedicar una mirada desprejuiciada a estas deliciosas manifestaciones primeras del séptimo arte, anteriores incluso a que se lo considerase como tal, cuando todavía atracción de barraca de feria y sus creadores una cáfila de ilusionistas a medio camino entre el científico loco y el vendedor ambulante de crecepelo.
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow