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España España · Madrid
Críticas de Benze
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Críticas 32
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
25 de diciembre de 2019
13 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La enésima adaptación del libro Little Women no defrauda prácticamente en ningún aspecto. Greta Gerwig está comenzando a labrarse merecidamente un nombre como directora, después del éxito de su película anterior, Lady Bird. Y ciertamente está fantástica en esta nueva cinta, especialmente en el guión, que ha sabido conformar de tal manera que la película complete el círculo perfectamente cuando llega a su conclusión, conectando con el principio de la película. Todo ello manejándose diestramente en dos tiempos: el pasado (a través de los recuerdos de Jo, principalmente) y el presente de las hermanas. Y no por ello resulta confuso, lo cual también es reseñable.

Es una historia que avanza porque hacen lo propio sus personajes, que están muy bien escritos. Especialmente las hermanas March, que completan adecuadamente sus respectivos arcos de evolución. Y cada una lo hace de una forma distinta, aunque el contexto de la época y del lugar en que viven les pueda inducir a obedecer ciegamente su rol de género. Pasan a lo largo de la película por el período hacia la madurez, y del mismo modo el guión de la película atraviesa dicho proceso hacia su propia madurez. En ese viaje de auto-descubrimiento se topan con una serie de dificultades a las que han de enfrentarse para llegar a donde pretenden, aunque dejándose cosas por el camino y desdiciéndose de algunas de sus ideas preconcebidas. En definitiva, madurando.

En todo esto tiene mucho que ver también el apartado de la interpretación. En general, gran reparto, pero Saoirse Ronan está que se sale interpretando a Jo, la protagonista. Esta actriz cada vez va a más y de aquí en adelante seguramente la sigamos viendo en papeles relevantes. Además de Ronan, destacan Florence Pugh, Timothée Chalamet y las veteranísimas Meryl Streep y Laura Dern, que aportan el necesario contrapeso a las perspectivas de las jóvenes en esta película. Otros aspectos destacables de la película son su banda sonora y la labor de vestuario y maquillaje. Aunque las cuatro actrices principales sean jóvenes, es digno de alabanza cómo se ha conseguido que sus personajes aparenten tan bien ser adolescentes, sobre todo en los casos de Florence Pugh y Eliza Scanlen.

En definitiva, una película muy emotiva y con gran mensaje, de esas que llegan muy adentro. Muy necesarias este tipo de películas con más perspectiva femenina. Se nota la sensibilidad con la que la directora impregna este relato sobre mujeres. Y se nota más con estas fantásticas actrices.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Benze
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5
22 de diciembre de 2019
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una campaña publicitaria que ha ido a más en el último mes, al fin se estrenó este viernes la adaptación de los libros de la famosa saga de Geralt de Rivia, de Andrzej Sapkowski. Los trailers auguraban que se trataría, probablemente, de una buena ficción televisiva y una gran adaptación. Sin embargo, desgraciadamente esto no ha sido así. Lo bueno es que todavía tiene margen de mejora y no ha hecho nada más que empezar.

Aunque sus escenas de acción están fantásticamente filmadas y Geralt de Rivia está muy bien logrado en todos los aspectos del personaje (comportamiento, tono de voz, filosofía, coreografía de combate, vestuario, etc), la serie peca de varios errores estructurales. El primero de ellos, la estructura de su guión, que calca casi completamente al de los libros, narrando las peripecias del brujo en riguroso orden.

Un error común en algunas adaptaciones es tratar de calcar milimétricamente a la obra original. En las novelas, que haya capítulos divididos por personajes o por relatos cortos en principio independientes, puede funcionar. Pero una ficción televisiva debe llevar un hilo central a través del cual se narra una historia con unas tramas y unos personajes que han de evolucionar. En definitiva, debe adaptar esa obra original a las especificidades cinematográficas.

En esta serie, se han metido con calzador varios relatos de los dos primeros libros, de manera entremezclada. El problema no es la supuesta confusión temporal, ya que cuando llevas unos capítulos se sobreentiende en qué orden temporal están los relatos. El problema es que, tratándose de una nueva serie, para no iniciados en este universo puede resultar difícil empatizar con los personajes y que la historia que te cuentan les llegue.

Es decir, se nota sobremanera que por introducir a Ciri desde el principio han metido a la fuerza tramas de los dos primeros libros, en lugar de tomarse tiempo en presentar adecuadamente a los primeros personajes que aparecen en la saga. No obstante, Ciri es el único hilo conductor de la trama en el presente, lo que hace que paradójicamente fuera necesaria su inclusión desde el comienzo si se seguía una estructura de guión principalmente como la de las novelas.

Aparte de ello, las interpretaciones (salvo Henry Cavill interpretando extraordinariamente a Geralt) dejan mucho que desear, lastrando también la necesaria conexión del espectador con los personajes. Hay escenas que se supone que son épicas, pero que no logran llegarte, en parte por el trabajo que hace el reparto que, sin ser rematadamente malo, está desprovisto de carisma.

A ello hay que sumarle los guiños y referencias del material original, que pueden hacer que el espectador medio (el que no conoce nada de The Witcher) se pierda, no porque sea incomprensible lo que se dice, sino porque no se ha establecido previamente una presentación correcta del universo que adapta, sus condiciones, sus reglas, su sentido y su verosimilitud.

Hablar de la conjunción de las esferas, del caos o de la ley de la sorpresa, dando por sentado que los espectadores van a estar familiarizados con esos conceptos, es un error. Y existen muchas fórmulas para presentar esos conceptos y muchos otros sin tener que dar todo masticado a la audiencia. Eso también hace que los diálogos resulten bastante vacuos e insustanciales, y que tiendan a ser rellenados con chistes fáciles y con aseveraciones prefabricadas.

De hecho, de forma análoga, hay una cantidad enorme de diálogos en los que se remarcan detalles obvios del argumento, lo que contrasta con los diálogos plagados de guiños y referencias. Aparte, la serie abusa del diálogo como elemento narrativo y deja poco espacio para que la imagen hable por sí sola.

Otro gran error es la casi total ausencia de sub-texto en lo que nos narra la serie. Al estar tan enfocada en personajes, olvida las sociedades, los reinos, las razas y los pueblos que habitan el continente y cómo se relacionan estos, los conflictos que tienen, cómo actúa la discriminación, la pobreza, la miseria, la barbarie, etc. Precisamente, ese es uno de sus fuertes y no se ha aprovechado.

En lugar de tener un tono crítico con lo que supuso la Edad Media y la Edad Antigua (como sí lo tiene la otra adaptación: los videojuegos) a través de analogías entre fantasía y realidad, la serie se centra en un drama de personajes de un entorno principalmente fantástico que acabas de conocer y que no han sido presentados adecuadamente, precisamente por intentar introducir muchos en muy poco tiempo (ocho capítulos).

El tono, además, parece estar más en consonancia con los productos que suele realizar Netflix (más enfocados en el público adolescente) que con el material original (más adulto). Aunque es lógico que así sea debido al público objetivo de la plataforma, resulta decepcionante que una historia con este potencial camine por estos derroteros.

La serie falla también en el apartado de la dirección, que no destaca en nada y que está mermada por un ritmo repleto de altibajos. El vestuario es bueno, pero no lo es tanto la recreación de ciertos escenarios. Por otra parte, usa mucho el CGI (Computer-generated imagery), lo cual era de esperar, aunque se echa en falta una labor de maquillaje que pudiera hacer menos necesaria su inclusión.

No todo es negativo: la banda sonora es buena y pega bien con el universo de la serie y la mitología en la que se inspira la obra original. Y además está el personaje de Yennefer, la única trama con la que innova la serie, al no ser su historia el epicentro de los libros, en los que aparece principalmente cuando lo hacen Geralt o Ciri.

De momento, la serie está por definir, en tierra de nadie. No obstante, tiene margen de mejora. Aunque todavía quedan personajes y tramas por presentar, después de estos hechos la trama principal comienza a ser más unitaria, lo que hace que ciertos defectos de la primera temporada se puedan evitar a partir de la segunda si se hacen las cosas debidamente.
Benze
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4
9 de junio de 2019
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta encomiable el esfuerzo por recuperar un hecho singular acaecido hace más de 100 años (finales del siglo XIX, principios del XX). Y, además, es fundamental que se hagan este tipo de películas con esta mirada para poder empatizar y normalizar. Sobre todo porque aún queda mucho que progresar.

Sin embargo, Coixet naufraga, al intentar trasladar la relación entre dos mujeres desde la perspectiva del presente, en lugar de intentar entender los entresijos de aquel tiempo. La película resulta poco veraz e incongruente, por tanto.

Las protagonistas parecen tener una mentalidad propia de nuestros días. Falta esa auto-represión inicial que sí tuvieron las protagonistas, por ejemplo, de 'Carmen y Lola' (ganadora de dos Goya hace unos meses), que trataba sobre el romance de dos mujeres gitanas.

Los errores de guión se hacen también extensibles al retrato caricaturesco de la mayoría de personajes (despojados de toda humanidad), que choca con el esbozo descontextualizado de las dos jóvenes.

Es, además, previsible que las excepciones del comportamiento de otros personajes resulten todo lo contrario: completamente humanas (en el buen sentido del término).

El filme funciona mejor cuando impera el silencio y se deja hablar a la imagen, cuyo trato es bueno (lo mejor de la película), al igual que la fotografía y la elección del blanco y el negro.

La interpretación de las protagonistas no emociona, no tiene chispa, no engatusa como en otras películas recientes del mismo tipo ('Carol', Disobedience').

Quizá sea por la dificultad que entraña tener que interpretar a dos lesbianas en un tiempo muy distinto al nuestro. Dos mujeres que, de manera impensable, consiguieron casarse en una época muy diferente. Aun así, bonito intento.
Benze
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8
5 de junio de 2019
37 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
A las últimas temporadas de GOT les ha pasado como al final de otras sagas: han dividido a los seguidores. Aun así, parece haber consenso sobre que la serie había bajado de calidad. Pero es necesario colocar todo lo que sabemos en un contexto para entender en qué ha fallado la serie estas últimas temporadas. No se trata de enfadarse como los de la petición de change.org, sino de criticar y valorar.

Las primeras temporadas contaron no solo con los libros de base, sino con la implicación George RR Martin en el guión y en la producción. Al principio era evidente que los creadores no sabían muy bien cómo iba a funcionar y el show no contó con un gran presupuesto, descartando la espectacularidad gráfica y centrándose en contar una buena historia.

Acertaron de lleno, con un guión que apenas mostraba fisuras y con el cual cada personaje, cada conversación, cada plano y cada composición cumplía su función. Nada sobraba. Todo ello, unido a una trama política compleja y realista que se inspira en la historia medieval británica y en la guerra de las dos rosas, que enfrentó a dos casas.

Si no era suficiente con el respeto a la obra original y con un gran guión, también había giros inesperados. Pero bien construidos y cimentados, que hacían pensar que ningún bando estaba a salvo. Fue también lo que terminó de encandilar a crítica y público, no solamente la posibilidad de empatizar con los personajes y sentirse representado por sus experiencias y su evolución.

La paradoja es que esto también es lo que ha estropeado la serie, pues ha acabado siendo un recurso imprescindible y más importante que el sentido de los hechos que se narraban. Conseguir la sorpresa del espectador ha acabado rebasando como prioridad a la verosimilitud del relato. Se ha interpretado mal lo que funcionó en un inicio.

De las conspiraciones en los pasillos pasamos a las conversaciones multitudinarias. De los diálogos inteligentes a las conversaciones refritas. De la astucia de algunos personajes a la ingenuidad de los mismos. De los matices al blanco y el negro. De las sorpresas bien construidas a las sorpresas por conveniencia del guión. De las batallas humildes y certeras también pasamos a la espectacularidad y los efectos especiales. De la trama política adulta a las soluciones rápidas y fáciles. De las traiciones fuera de cámara a las traiciones escupidas a la cara. De dejar que hable la imagen a encomendar ese papel a conversaciones superfluas y sin sustancia.

Hubo escenas que no habíamos leído en los libros. Otras, viceversa. Incluso hubo modificaciones en las decisiones y los actos de ciertos personajes. Pero la serie marchaba bien, quizá porque estaba Martin en el proyecto o porque los showrunners sí adaptaron bien al principio. Lo cierto es que la serie entendía a sus personajes y respetaba la esencia de la obra original.

Ya en el final de la temporada 4 hubo errores de guión, tal vez por el distanciamiento de Martin de la ficción televisiva. Entonces Benioff y Weiss se quedaron solos ante el peligro. Pero fue solo un preludio de lo que vendría. Cuando tocaba adaptar el cuarto y el quinto libro para la temporada 5, los showrunners decidieron desechar muchas tramas y personajes de la obra original para encaminar la historia a su final.

Dorne, las Islas del Hierro, Mance Rayder, Barristan Selmy, los Tyrrel, Lady Corazón de Piedra (Catelyn Stark), el Pez Negro, la Hermandad sin Estandartes, el destino de Brienne, el viaje de Tyrion, el valonqar, la teoría de las 3 cabezas del dragón, el príncipe prometido… Todo desechado o radicalmente cambiado. La decadencia se había instalado con dos temporadas irregulares que aún mantenían la serie con cierta dignidad y reminiscencias de lo que fue. Pero aún quedaba lo peor.

Todo se agravó a partir de la temporada 7. Si ya en la sexta la trama avanzó atropellada, con suma rapidez, tal situación se acrecentó en los 13 capítulos finales. Ciertos personajes y tramas les sobraban para desarrollar el final que se habían marcado. Por ello vimos cómo borraban del mapa familias enteras, separándose del quinto libro de forma definitiva.

Resulta obvio que la conclusión merecía de más desarrollo y, por ende, de más capítulos. ‘Juego de Tronos’ ha pagado el precio de querer terminar rápido su historia. Una trama que ha tenido dos ritmos: uno calmado, en el que las tramas maduraban poco a poco; y otro precipitado, lastrado por el cansancio de los showrunners en el proyecto.

Llegados a este punto, cabe preguntarse si todo lo que nos contaron durante 8 temporadas ha sido para nada. ¿Ha merecido la pena realmente la serie? ¿Cómo es posible que hayan quedado tantas incógnitas tras el final? ¿Cuántas tramas hay en las últimas dos temporadas que no se adhieren a la verosimilitud? Donde había un cómo y un porqué nítidos acabó imperando lo inexplicable y la regla del “todo vale”. Claro, es que “es fantasía, ¿qué te esperabas?"

Menos mal que la serie ha vuelto a contar en esta última temporada con buenos directores como Miguel Sapochnik o David Nutter. Menos mal que Ramin Djawadi ha continuado componiendo una Banda Sonora extraordinaria. Menos mal que HBO ha invertido más que nunca en efectos especiales, sonoros y visuales. Menos mal que Lena Headey ha vuelto a interpretar fantásticamente a Cersei Lannister.

Menos mal, también, que actores tan inexpresivos como Kit Harington o Emilia Clarke han interpretado como nunca. Menos mal que la fotografía ha sido impecable. Menos mal que la decoración y el maquillaje han sido nuevamente fabulosos. Porque si no, nada tendríamos de esta temporada de calidad. Tampoco en las dos anteriores.

Los encargados de todos esos departamentos y de otros muchos pequeños detalles no tienen culpa de un guión desastroso. Únicamente a Benioff y Weiss les corresponde la culpa del mismo por su cansancio y sus ganas de terminar rápido y mal una obra que había logrado un gran reconocimiento.
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Benze
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Dragon Ball Super: Broly
Japón2018
6,6
5.099
Animación
6
12 de febrero de 2019
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La nueva película de Dragon Ball (y primera de Dragon Ball Super) ha llegado meses después de emitirse la última temporada de DBS, que encandiló a muchos a los que no les han gustado las sagas anteriores. Su reto era convencer a quienes no les ha terminado de gustar esta nueva serie de Dragon Ball (incluyendo la saga del Torneo de Poder) y de seguir atrapando a quienes sí ha gustado. Existen argumentos para demostrar que este objetivo se ha cumplido con creces.

En primer lugar, la canonización de un personaje recuperado de las viejas películas de DBZ: Broly. Estamos hablando de uno de los personajes que más gustaban al fandom, uno de los villanos preferidos de siempre. Si primero se hizo un guiño a quienes les gustaba con la transformación de Kale en DBS, ahora directamente han cogido a Broly y le han hecho oficial. No es el mismo Broly, todo sea dicho. Se pueden entender las quejas que lo señalan como un villano que inspira menos temor que el viejo Broly, pero al menos no tiene una razón absurda para odiar a Goku.

Además, también se ha llevado a la gran pantalla (y al canon de DB) la historia reescrita de los Saiyan y la destrucción del planeta Vegeta del manga Dragon Ball Minus. Es decir, no es sólo una película de Broly, sino también de la raza saiyan y los orígenes de Goku y Vegeta. Una historia reescrita y renovada con respecto a la icónica película ‘El último combate’, que sigue cautivando a muchos fans. En cierto sentido, en esta nueva cinta se echa en falta que se le otorgue mayor importancia a la muerte de Bardock y a su mítica marcha contra Freezer, la cual en esta película queda reducida a la irrelevancia.

Por si fuera poco, es una de las pocas películas canon de DB (junto a ‘Trunks, un futuro diferente’ y las dos películas anteriores a ‘DBS Broly’, que sirvieron como introducción a Super). Pero, al contrario que en ‘La batalla de los dioses’, en ésta nos encontramos ante un personaje familiar y con unas claras reminiscencias a DBZ. Una de las grandes quejas de las dos películas anteriores y de la serie Super era que se había perdido seriedad y epicidad. Por fortuna, con la saga del torneo de poder y esta película, se ha recuperado un poco esa vieja tradición dramático-épica de DB.

Estos argumentos sirven para defender que esta no es una película más de Dragon Ball. Es, probablemente, la película más importante que se ha hecho de DB en mucho tiempo, desde ‘El último combate’ (que ahora pierde, en parte, su canonización) y ‘Trunks, un futuro diferente’. ¿Una película para fans de toda la vida? Sin duda, y ahí está su fuerte. Aunque es verdad que porta algunos de los errores que ha tenido DBS (errores que hicieron que muchos fans se desmarcasen de esta nueva serie), como el humor absurdo, el blanqueamiento de los villanos o la pérdida de epicidad.

Pese a todo, contiene más aciertos que errores, como la adaptación del ya mencionado manga de Dragon Ball Minus. Es, por ello, una película tan esencial como las sagas canon de DB, DBZ y DBS. Y todo ello acompañado de una buena animación, que no será como la del estudio Ghibli, pero que ha sabido corregirse con respecto a las primeras sagas de Super y que ya vimos el buen resultado final que tuvo en la saga del torneo de poder. En el apartado sonoro sigue la estela de DBS, con una BSO y una canción principal reconocible.

Una película, en definitiva, con la que los fans pueden, por fin, sentirse satisfechos y estar contentos, y que permite a Dragon Ball empezar a alejarse de esa dinámica moderna que la estaba transformando para mal.
Benze
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