Las protagonistas, excepto una, con apariencia más conservadora, son universitarias con espíritu independiente que fuman tabaco y marihuana, esnifan coca, beben alcohol, se visten con ropa atrevida, hablan y leen prensa en hebreo, se dan la mano con los hombres y se besan en la calle. Evidentemente son musulmanas no practicantes, al igual que podrían haber sido judías o cristianas. No cuela. Desde el punto de vista de su religión serían malas musulmanas, aunque tampoco quedarían bien paradas desde el punto de vista conservador de otras religiones. La trama hay que mirarla como algo anecdótico, no reivindicativo feminista ni liberal. La mentalidad machista también está presente en el judaísmo ortodoxo, quizás no tan agresiva, pero sigue existiendo. El valor de la película no está tanto en plasmar el choque de culturas y generacional sino en la historia que se cuenta como un "reality show" creíble y bien rodado, como si la cámara no estuviera allí y fuéramos testigos ocasionales de lo que acontece. Todo ayudado por la buena identificación de las actrices con sus personajes. El film se deja ver.