Diferenciemos términos.
Si entendemos el cine como arte, que lo es, tenemos que adaptar a él los términos que usamos en el arte contemporáneo.
Coger una película y volver a hacerla exactamente igual y darle una lectura diferente es una genialidad.

¿Por estar hecha en Estados Unidos ya es menos independiente, menos buena y menos maravillosa?

Para muestra, un botón:
Duchamp, genio y figura, emigró a Estados Unidos y allí explotó.
Y por cierto, la afamada escultura del urinario llamada "La Fuente" y que admiramos en los museos creyéndonos especiales por captar su grandeza de dadaísmo europeo es, en realidad, una réplica.
La original se extravió.

Pensad en ello.