La película narra una historia real de despropósito judicial cuyo desenlace recuerdo perfectamente haber visto en los informativos de TV, en el año noventa, justo cuando retransmitían el desenlace de esta tremenda historia, cuando los injustamente presos salieron a la calle, momento que fue captado por las televisiones de todo el mundo, con gran algarabía y descarga de emociones de parte que quienes fueron excarcelados tras la revisión de su juicio, y de quienes los esperaban en el exterior. Estamos, por tanto, frente a tremendos hechos reales y no ficción, lo que hace este film más conmovedor.

La película se inicia en Irlanda, Belfast, años 70. Gerry (Day-Lewis) es un joven sin oficio ni beneficio, lo cual que disgusta mucho a su padre Giuseppe (Postlethwaite), un hombre trabajador y educado. En un percance de Gerry con los militares británicos, su padre lo manda a Inglaterra a ver si allí encuentra trabajo o hace algo productivo. Por cosas de azar, una vez allí es detenido y acusado de participar en un tremendo ataque terrorista con bomba que acabó con la vida de muchos inocentes. Con las mismas y sin pruebas y tras haber sido torturado junto con otro amigo, es condenado a cadena perpetua con "los cuatro de Guildford". También su padre, tía, hermana, etc. son encarcelados igualmente de forma gratuita, como supuestos colaboradores en el acto terrorista. Una vez en la cárcel, Gerry descubre la una gran fuerza interior de su padre, su entereza y su integridad, aspectos que él desconocía. Finalmente y transcurridos quince años, con la ayuda de una abogada entregada a la causa (Thompson), Gerry se propone demostrar su inocencia y limpiar el nombre de su padre, fallecido en la prisión, haciendo público el fraudulento y lamentable error legal, uno de los errores más significados de la historia reciente de Inglaterra.

Se trata de una película-denuncia, un drama carcelario con tintes de gran dramatismo, más si cabe por cuanto los hechos, como decía, son reales. Jim Sheridan dirige con maestría este film, apoyado en un excelente guión del propio Sheridan y Terry George, basado en la novela de Ferry Conlon, que no exagera lo que con toda probabilidad ocurrió. Una gran música, un gran fotografía de Peter Biziou y las excepcionales interpretaciones de Daniel Day-Lewis, Emma Thompson, Pete Postlehwaite, Jhon Linch o Beatie Edney conforman una cinta de una enorme fuerza, que se abre paso en la mente del espectador en pos de la verdad y la justicia.

Es una película que hace que la veas entera sin rechistar y que además sobrecoge enormemente. Y es que uno de los aspectos que más enardece nuestro ímpetu rebelde y nuestra agresividad es la “percepción de injusticias”. Esta película es un ejemplo claro de ello.