La policía busca por todos los medios posibles dar con el paradero de una banda de ladrones y asesinos que tiene atemorizado a todo el país.
Notable película de Andrew L. Stone, seca, directa y sin concesiones a la galería. Muy bien dirigida y mejor montada cuenta con el ritmo adecuado, una espléndida puesta en escena y unas interpretaciones convincentes. Le sobran, a mi parecer, las presentaciones cargadas de moralina del principio y el tono documental de toda la cinta.
George Legenza, el jefe de la banda (excelentemente interpretado por Steve Cochran), es, por encima de todo, un auténtico cobarde. Hay dos tipos de cobarde: el que asume que lo es y el que se cree un valiente. Legenza se cree duro, inteligente y valiente. Sí… es duro con las mujeres y los débiles, es inteligente porque es el menos tonto de la banda y es muy valiente con el arma en la mano. Se cree tan valiente que cuando uno de la banda le recrimina por matar a un guardia desarmado le suelta: “¡Cállate cobarde!” y seguro que para sus adentros ya está pensando en partirle las piernas a alguna anciana desvalida o en robarles caramelos a los niños. ¡Qué machote! ¡Qué valiente!