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Voto de Ferdydurke:
6
2021
7,3
1.807
Documental
'España, la primera globalización' pone el foco en defender y divulgar hechos ciertos de nuestra compleja y emocionante historia. El documental desmonta las mentiras de una operación de propaganda tan eficaz en el pasado, que ha conseguido que los propios descendientes de aquellos españoles de la península y de América la hayamos interiorizado. Ofrece nuevas lecturas sobre el período histórico iniciado en el reinado de los Reyes ... [+]
3 de febrero de 2023
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En realidad es más Imperiofobia, el libro de María Elvira Roca Barea ilustrado/comentado (también por ella misma), que lo que cita el título que en comparación queda mucho más reducido, parece una excusa o tapadera.
Y es una buena empresa o idea, sí, necesaria, aunque solo sea para compensar algo las toneladas de inquina de la otra parte, la de fuera y, casi peor, la de dentro de nuestro territorio, ya que claro, somos producto, nosotros, y las generaciones previas, desde 1898 en adelante ya de forma clamorosa, del fracaso, de una caída morrocotuda en la desgracia definitiva, somos los herederos de la perdida de todo un imperio, en ese sentido fin de historia o de raza, como los hijos arruinados de una familia que tres (o treinta) o cuatro (o cuarenta) generaciones más atrás eran los amos del mundo, los reyes del mambo y que, por el paso del tiempo, la piedra y el agua, y la mala cabeza y la mucha estupidez y el gran vicio y, evidente, la pujanza de otras naciones, ya no, y, obvio, de la debacle nadie se hace cargo, todos se llaman a andanas y dicen yo no he sido, no sé nada, de ahí que se traguen/acepten o apunten a leyendas negras, moradas o lo que haga falta, lo que sea, nadie quiere ser español (exagero, obvio, de los países pobres, sí, claro), ya se sabe, las ratas que abandonan el barco, nadie quiere ser responsable ni saber nada de ese monstruoso desastre, de la amputación o mutilación de la mitad y mucho más del cuerpo y también de lo otro.
Sin duda el dato o suceso más hermoso que aquí se comenta o explica es el del mestizaje, el de la negación de la idea de colonia, el hecho de que los españoles consideraran esas tierras, y con ellas a sus habitantes, allende los mares, como nuevas españas, provincias, ramas del mismo árbol, que mezclaran sus sangres, leyes, saberes y formas de vida con los conquistados o nativos a diferencia de lo que hicieron los otros imperios mucho más puritanos o integristas que nada, ni un indio dejaron con vida en el Norte, muy por ejemplo, ni tampoco con ellos se reprodujeron, vade retro, sangre impura, tremenda disparidad respecto al caso español. Un momento bello en ese aspecto es el que cuenta un profesor mexicano sobre un cacique nativo ataviado con los ropajes militares católicos conquistando suelo mexicano para la corona española, claro, porque como bien dice la frase que aquí se cita, la conquista la realizaron los indios y la independencia los españoles, esa paradoja tan brillante y certera que desmonta todas las supercherías reduccionistas y las demagogias simplistas en su alusión a la complejidad intrincada de los procesos históricos donde nunca es nada como parece y, sobre todo, cómo luego nos lo cuentan, sea, la versión oficial es siempre una suma de mentiras consensuadas que con la realidad de los hechos tienen una relación solo aproximada, de poco más o menos ya que se acaban imponiendo los intereses de cada momento, las fuerzas en juego que desde el presente escriben el pasado a modo para así tratar de en el futuro seguir mandando y reescribiendo la historia, la lucha es continua, el tiempo y su misterio circular o concéntrico, suma infinita o superpuesta de para niños cuentos, nanas, balas.
Por otro lado, es cierto que esto también es en cierta o mucha medida, según se vea o quiera, contrapropaganda, por supuesto, pero es que, valga la vulgaridad, para hacer una tortilla hay que romper huevos y, como dijo el argentino, ninguno son o somos ángeles, ahí le andamos.
Y es una buena empresa o idea, sí, necesaria, aunque solo sea para compensar algo las toneladas de inquina de la otra parte, la de fuera y, casi peor, la de dentro de nuestro territorio, ya que claro, somos producto, nosotros, y las generaciones previas, desde 1898 en adelante ya de forma clamorosa, del fracaso, de una caída morrocotuda en la desgracia definitiva, somos los herederos de la perdida de todo un imperio, en ese sentido fin de historia o de raza, como los hijos arruinados de una familia que tres (o treinta) o cuatro (o cuarenta) generaciones más atrás eran los amos del mundo, los reyes del mambo y que, por el paso del tiempo, la piedra y el agua, y la mala cabeza y la mucha estupidez y el gran vicio y, evidente, la pujanza de otras naciones, ya no, y, obvio, de la debacle nadie se hace cargo, todos se llaman a andanas y dicen yo no he sido, no sé nada, de ahí que se traguen/acepten o apunten a leyendas negras, moradas o lo que haga falta, lo que sea, nadie quiere ser español (exagero, obvio, de los países pobres, sí, claro), ya se sabe, las ratas que abandonan el barco, nadie quiere ser responsable ni saber nada de ese monstruoso desastre, de la amputación o mutilación de la mitad y mucho más del cuerpo y también de lo otro.
Sin duda el dato o suceso más hermoso que aquí se comenta o explica es el del mestizaje, el de la negación de la idea de colonia, el hecho de que los españoles consideraran esas tierras, y con ellas a sus habitantes, allende los mares, como nuevas españas, provincias, ramas del mismo árbol, que mezclaran sus sangres, leyes, saberes y formas de vida con los conquistados o nativos a diferencia de lo que hicieron los otros imperios mucho más puritanos o integristas que nada, ni un indio dejaron con vida en el Norte, muy por ejemplo, ni tampoco con ellos se reprodujeron, vade retro, sangre impura, tremenda disparidad respecto al caso español. Un momento bello en ese aspecto es el que cuenta un profesor mexicano sobre un cacique nativo ataviado con los ropajes militares católicos conquistando suelo mexicano para la corona española, claro, porque como bien dice la frase que aquí se cita, la conquista la realizaron los indios y la independencia los españoles, esa paradoja tan brillante y certera que desmonta todas las supercherías reduccionistas y las demagogias simplistas en su alusión a la complejidad intrincada de los procesos históricos donde nunca es nada como parece y, sobre todo, cómo luego nos lo cuentan, sea, la versión oficial es siempre una suma de mentiras consensuadas que con la realidad de los hechos tienen una relación solo aproximada, de poco más o menos ya que se acaban imponiendo los intereses de cada momento, las fuerzas en juego que desde el presente escriben el pasado a modo para así tratar de en el futuro seguir mandando y reescribiendo la historia, la lucha es continua, el tiempo y su misterio circular o concéntrico, suma infinita o superpuesta de para niños cuentos, nanas, balas.
Por otro lado, es cierto que esto también es en cierta o mucha medida, según se vea o quiera, contrapropaganda, por supuesto, pero es que, valga la vulgaridad, para hacer una tortilla hay que romper huevos y, como dijo el argentino, ninguno son o somos ángeles, ahí le andamos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No es casualidad que el poder mundial ahora sea, no todo, pero bueno, gringo protestante anglosajón y "lo católico" esté tan mal visto, constantemente atacado, y no solo como religión ni mucho menos, es lo de menos, como concepción del mundo, como tradición cultural y filosofía moral, por tierra, mar y aire, para intentar ser sustituido por todo tipo de sofismas, simplezas e ideologías de un chabacano (estéticamente), bajo (moralmente) y pobre (intelectualmente) que tiran de espaldas, nefandas y ridículas que todos los medios y gobiernos nuestros regurgitan y vomitan cada día a todas horas, toda esa inmensa basura que las redes sociales amplifican y si eso fuera posible, que sí, para eso están especialmente, recrudecen en su idiocia y cutrez, sí bwana, le dicen al amo americano desde que se levantan hasta que se acuestan nuestros gerifaltes y el inmenso ejército de tontos (in)útiles y paniaguados que les siguen por las sobras del banquete con el consentimiento pasivo, poco entusiasta, resignado o fatalista, por omisión, de una población rendida y ya sin fuerzas para nada, ahí me las den todas, país viejo, agotado, harto.
Ah, nos deben, además de tantas otras cosas, diez días.
El documental, en la forma, es convencional, gente que habla, los queridos expertos, y algún detalle cuco audiovisual, sin más.
Ah, nos deben, además de tantas otras cosas, diez días.
El documental, en la forma, es convencional, gente que habla, los queridos expertos, y algún detalle cuco audiovisual, sin más.