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Voto de Ferdydurke:
2
6,8
3.007
Drama
Salma, Laila y Nur, tres mujeres palestinas que viven en un apartamento de Tel Aviv, intentan encontrar un equilibrio entre la tradición y la cultura moderna. Palestinas con pasaporte israelí, las tres han optado por vivir una vida de libertad en Tel Aviv, lejos de sus lugares de origen. Las tres buscan el amor, pero pronto se darán cuenta de que una relación escogida por ellas no es algo fácilmente alcanzable. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2016
38 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada una de las dos se fuma un estanco entero cada día. Parece promoción de compañía tabacalera. Aquí ni olerlo, allí te tragas el humo hasta en la ducha o en sueños. Si es un signo de liberación y rebeldía, en eso van sobradas. Si la película pretendía ser sutil, es evidente que a las primeras de cambio ha tirado la toalla y ha elegido el camino más ancho y grueso. Para que todos nos enteremos.
Se tiran un buen rato presentando a las chicas. Tres mujeres jóvenes palestinas que viven en un piso compartido en Tel Aviv (sí, a pesar de tanto muerto y tanta pena, los árabes y los judíos conviven, algunos, más o menos bien en muchos momentos. Sin olvidar quien está por debajo y por encima la mayoría de las veces. Se ve en la escena en la que le dicen que no hable en su idioma). Una abogada, Laila, una cocinera-camarera-disc jockey, Salma, y una estudiante de informática, Nur. Las dos primeras son "occidentales" a todas luces, de comportamiento libre y desinhibido. La otra lleva "pañuelo" (hiyab) y es mucho más "respetuosa" con la religión.
Son majas, buenas chicas, simpáticas, generosas, vitalistas, grandes compañeras y hermosas (cada una es atractiva y estupenda a su manera; la del pelazo y el tipazo, la del gesto más adusto pero de carácter fuerte y atrayente, y la virginal, pundonorosa y más reacia también guapetona con sus carnes morenas generosas). Parece una comedia dramática y costumbrista sobre amores, trabajos y penalidades con la religión al fondo y del conflicto famoso ni noticia. Bien. Hay alegría y amargura. Sin queja. Es fácil identificarse con ellas y desear que les vaya l mar de bien. Es lo normal. Superficial pero lógico. De bien nacidos.
Y cuando uno ya había bajado la guardia y estaba más confiado y entretenido, hasta algo esperanzado, zas, la primera en la frente y luego una tras otra. Que todo había sido preparación para una emboscada. Que esto no iba a ser cine ni narración ni nada, mitin más bien, sermón de la montaña, discurso, panfleto, que te tratan como si fueras menor de edad y a tragar con el mareo.
Los personajes quedan reducidos a cenizas, la trama es una mala broma, los sucedidos son grotescos y el mensaje es lo único que importa. Los medios utilizados son toscos, burdos y lamentables, la tesis, obvia, conservadora, tópica y facilona. El conjunto es penoso, cansino y torticero.
Como en una de esas películas antiguas que se llamaban de indios y vaqueros en las que te presentaban a los héroes yanquis con sus maravillosas familias y fabulosos valores hasta que llegaban los indios y comenzaba la guerra. O las bélicas en las que los aliados peleaban contra los malvados nazis después de que conociéramos a esos chicos americanos o ingleses tan majos en comparación con los diabólicos alemanes de azufre en los ojos.
Pues aquí igual. Las pobres chicas se enfrentan a fantoches grotescos, mezquinos y ridículos, da igual familia que novios. ¿Qué hecho yo para merecer esto?, se preguntan las benditas.
Como película muere a la mitad. Como reflexión ideológica se queda en lemas de parvulario apenas enunciados. Como resultado final, es una mezcla malograda de drama y denuncia que termina no siendo nada más que una serie de lugares comunes buenistas pero vacíos en formato molón y llenos de una inmensa banalidad como destino y bandera.
Sigo con "spoiler" en esta zona por falta de espacio. Por lo tanto, máximo peligro.
Como siempre, es mejor ir a lo más concreto. Vayamos con cada caso:
- La abogada. Es una chica inteligente, libre y valiente. Nadie la tose. Sale, entra, fuma, bebe, ríe, canta. Qué bien. Espanta a moscones pese a darles esperanzas, es lo que tiene. Ninguno le vale. Son poco para ella. Pero hete aquí que llega un panoli de impresión, de barba, chaquetita y camiseta que habla como en susurros y va de cool y viajado. El tipo da entre grima y risa. Pero claro, a ella le chifla y chufla y mientras que a los demás los echaba a bufidos (no daban la talla los pobres), a este lo besa de buenas a primeras y se enamora locamente (dice que es cineasta en ciernes y que ha estado en Nueva York, que eso siempre gusta y vende mucho, además de que le adorna un saber estar que la pobre no es de piedra y se derrite, lo normal en estos casos, con semejante prospecto masculino). Pasan los días y todo es felicidad y algarabía. Hasta que, no podía ser de otra manera, se descubre como un patético hipócrita, caradura e insensible que la quiere solo para echar polvos y nada más (alucinante sorpresa que no se podía ver venir ni siquiera imaginar). Y ella se harta, claro. Porque no le presenta a toda su familia y además le pide que no fume tanto. Es decir, ella estaba dispuesta a prepararle la comida, hacerse la tontita y fingirse un poco modosita si él apuntaba a seriedad y matrimonio, si era un potencial profesional de alto standing y muchos vuelos para sí poder soñar los dos juntos. Pero cuando se da cuenta de que es otro gañán aunque algo más remozado, nada, bronca y a la calle por falso, que yo tengo unos principios. Que yo quería un príncipe de última generación y ojos claros y no un pelma de entretiempo y mala cuna y uva.
Por lo tanto, avanzada y liberal, pero solo a medias y a ratos. Te pongo el café y te cocino pero hasta cierto punto, para camelarte, si nos casamos (o como lo llamemos) y eso, si me das la vida entera, amor, si es solo sexo, entonces no, que yo no soy de esas fulanas, soy una chica decente, tú qué te has creído, fresco.
Sigamos con la segunda. Después de mucho rodeo nos dicen que es lesbiana. ¿Para qué tanto secreto y tardanza? ¿Para qué misterio y oscuridad? Bueno, pues la chica se pasa la vida riéndose de sus posibles novios y practicando la farsa a todo trapo con sus padres, dándoles una esperanza de boda e hijos santos que todo apunta a que va a ser más bien que no.
Pero la alternativa jovencita no se plantea dos posibilidades inadvertidas y parece que incluso tal vez algo mejores que andar haciendo el tonto por ahí con los candidatos que le presentan.
Se tiran un buen rato presentando a las chicas. Tres mujeres jóvenes palestinas que viven en un piso compartido en Tel Aviv (sí, a pesar de tanto muerto y tanta pena, los árabes y los judíos conviven, algunos, más o menos bien en muchos momentos. Sin olvidar quien está por debajo y por encima la mayoría de las veces. Se ve en la escena en la que le dicen que no hable en su idioma). Una abogada, Laila, una cocinera-camarera-disc jockey, Salma, y una estudiante de informática, Nur. Las dos primeras son "occidentales" a todas luces, de comportamiento libre y desinhibido. La otra lleva "pañuelo" (hiyab) y es mucho más "respetuosa" con la religión.
Son majas, buenas chicas, simpáticas, generosas, vitalistas, grandes compañeras y hermosas (cada una es atractiva y estupenda a su manera; la del pelazo y el tipazo, la del gesto más adusto pero de carácter fuerte y atrayente, y la virginal, pundonorosa y más reacia también guapetona con sus carnes morenas generosas). Parece una comedia dramática y costumbrista sobre amores, trabajos y penalidades con la religión al fondo y del conflicto famoso ni noticia. Bien. Hay alegría y amargura. Sin queja. Es fácil identificarse con ellas y desear que les vaya l mar de bien. Es lo normal. Superficial pero lógico. De bien nacidos.
Y cuando uno ya había bajado la guardia y estaba más confiado y entretenido, hasta algo esperanzado, zas, la primera en la frente y luego una tras otra. Que todo había sido preparación para una emboscada. Que esto no iba a ser cine ni narración ni nada, mitin más bien, sermón de la montaña, discurso, panfleto, que te tratan como si fueras menor de edad y a tragar con el mareo.
Los personajes quedan reducidos a cenizas, la trama es una mala broma, los sucedidos son grotescos y el mensaje es lo único que importa. Los medios utilizados son toscos, burdos y lamentables, la tesis, obvia, conservadora, tópica y facilona. El conjunto es penoso, cansino y torticero.
Como en una de esas películas antiguas que se llamaban de indios y vaqueros en las que te presentaban a los héroes yanquis con sus maravillosas familias y fabulosos valores hasta que llegaban los indios y comenzaba la guerra. O las bélicas en las que los aliados peleaban contra los malvados nazis después de que conociéramos a esos chicos americanos o ingleses tan majos en comparación con los diabólicos alemanes de azufre en los ojos.
Pues aquí igual. Las pobres chicas se enfrentan a fantoches grotescos, mezquinos y ridículos, da igual familia que novios. ¿Qué hecho yo para merecer esto?, se preguntan las benditas.
Como película muere a la mitad. Como reflexión ideológica se queda en lemas de parvulario apenas enunciados. Como resultado final, es una mezcla malograda de drama y denuncia que termina no siendo nada más que una serie de lugares comunes buenistas pero vacíos en formato molón y llenos de una inmensa banalidad como destino y bandera.
Sigo con "spoiler" en esta zona por falta de espacio. Por lo tanto, máximo peligro.
Como siempre, es mejor ir a lo más concreto. Vayamos con cada caso:
- La abogada. Es una chica inteligente, libre y valiente. Nadie la tose. Sale, entra, fuma, bebe, ríe, canta. Qué bien. Espanta a moscones pese a darles esperanzas, es lo que tiene. Ninguno le vale. Son poco para ella. Pero hete aquí que llega un panoli de impresión, de barba, chaquetita y camiseta que habla como en susurros y va de cool y viajado. El tipo da entre grima y risa. Pero claro, a ella le chifla y chufla y mientras que a los demás los echaba a bufidos (no daban la talla los pobres), a este lo besa de buenas a primeras y se enamora locamente (dice que es cineasta en ciernes y que ha estado en Nueva York, que eso siempre gusta y vende mucho, además de que le adorna un saber estar que la pobre no es de piedra y se derrite, lo normal en estos casos, con semejante prospecto masculino). Pasan los días y todo es felicidad y algarabía. Hasta que, no podía ser de otra manera, se descubre como un patético hipócrita, caradura e insensible que la quiere solo para echar polvos y nada más (alucinante sorpresa que no se podía ver venir ni siquiera imaginar). Y ella se harta, claro. Porque no le presenta a toda su familia y además le pide que no fume tanto. Es decir, ella estaba dispuesta a prepararle la comida, hacerse la tontita y fingirse un poco modosita si él apuntaba a seriedad y matrimonio, si era un potencial profesional de alto standing y muchos vuelos para sí poder soñar los dos juntos. Pero cuando se da cuenta de que es otro gañán aunque algo más remozado, nada, bronca y a la calle por falso, que yo tengo unos principios. Que yo quería un príncipe de última generación y ojos claros y no un pelma de entretiempo y mala cuna y uva.
Por lo tanto, avanzada y liberal, pero solo a medias y a ratos. Te pongo el café y te cocino pero hasta cierto punto, para camelarte, si nos casamos (o como lo llamemos) y eso, si me das la vida entera, amor, si es solo sexo, entonces no, que yo no soy de esas fulanas, soy una chica decente, tú qué te has creído, fresco.
Sigamos con la segunda. Después de mucho rodeo nos dicen que es lesbiana. ¿Para qué tanto secreto y tardanza? ¿Para qué misterio y oscuridad? Bueno, pues la chica se pasa la vida riéndose de sus posibles novios y practicando la farsa a todo trapo con sus padres, dándoles una esperanza de boda e hijos santos que todo apunta a que va a ser más bien que no.
Pero la alternativa jovencita no se plantea dos posibilidades inadvertidas y parece que incluso tal vez algo mejores que andar haciendo el tonto por ahí con los candidatos que le presentan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Sea: o decirles a los padres la verdad o pasar de ellos y no montar el número con los pretendientes. Nada, ni lo uno ni lo otro. Con lo que al final lleva a la novia (gran idea, de pensadora importante) y se monta el lío, qué cosa más rara o curiosa. Y ella pasa de rebelde a soportar gritos y bofetadas como si nada para a continuación querer largarse a Alemania. Todo lógico, coherente y esmerado, muy razonable.
La creímos decidida, clara y temeraria y deviene en timorata, tontaina y pavisosa, bastante desnortada y atolondrada, además de lianta para nada.
La tercera. La santa. Miraba a sus compañeras como a bichos raros (igualmente ellas, recíproca situación) y estaba centrada en sus estudios y especialmente en su novio y futuro marido. Aceptaba la religión de vellón y todas las monsergas de su chico. Era feliz y estaba esperando. Pero el devoto se desvela como un ser repulsivo y miserable violador y ella se enfada y horroriza, lógicamente. Le preparan un trampa que ni en una película de los Hombres G o los añorados Parchís (Bud Spencer y Terence Hill hubieran preparado algo mucho más elaborado, qué duda cabe) y al final el patán renuncia al bodorrio y sale abochornado. El padre de la niña es muy querido y las lágrimas de liberación brotan con abundancia.
Es decir, si en lugar de ser un cobarde y un ruin personaje, este individuo se hubiese comportado con la mínima normalidad, entonces toda la pesca religiosa que arrostraba consigo nos parecería la mar de bien y la asumiríamos tan tranquilamnete. Por lo tanto, no se denuncia la opresión religiosa ni la situación de la sociedad, se señala a los que se exceden, el dardo no va al meollo, sino al individuo. Se acepta lo general, se cuestiona lo individual. De hecho, el padre queda bien parado y se supone que forma parte del mismo problema. Igual que en el caso de la abogada se atacaba solo al "cineasta" y no se iba más allá. Su familia y su entorno quedaban como fondo, mero decorado, exculpados. Y con la lesbiana parecido, ¿ahí a quién se culpa, a su madre tan simpática, a su padre, a... ? Ni se sabe ni les importa (es mejor pensar en vaguedades abstractas que luego contradice la película continuamente con lo que cuenta, con las acciones de sus personajes).
Vemos, por lo tanto, si nos fijamos solo un poco, un montón de superficialidades, indefiniciones e incoherencias. No se quiere ir al fondo de nada, se pretende pasar por encima de todo y quedar bien con todo dios. Se trata de hacer una película que guste y no moleste a nadie, que no explique nada y se regocije con tres o cuatro fantoches o escenas histéricas y de gran tremendismo melodramático. Producto típico de festival y aplauso en Occidente. La mezcla que más gusta en ciertos ámbitos: aparente denuncia con un fondo amaestrado, muy conservador y que nada compromete ni indaga en ninguna de las verdaderas raíces o problemas que supuestamente ataca. Cine fácil, entretenido, maniqueo, simplista, cobarde, escapista en verdad.
Religión: Sí pero no. Sí cuando es normal. No si es mala. Vamos, como en cualquier sitio. Cero. Nada se profundiza, espantajo.
Machismo: ¿La única madre que aparece es machista cuando quiere casar a su hija y no acepta su verdadera condición sexual, lo era Salma al prestarse a la comedia?, ¿Nur era machista cuando no chistaba con el fanático y luego no y después otra vez sí con su padre y no con el chico que le hace ojitos?, ¿Laila era machista cuando se hacía la hacendosa?, ¿todos, por lo tanto, son machistas y lo seguirían siendo si las circunstancias no hubieran sido tan adversas?, ¿aceptan el machismo cuando conviene y lo rechazan cuando no, eso es ideología, denuncia o qué coño es? ¿de dónde viene ese machismo, y la economía y la política por ejemplo?
Está bien hablar de los cambios sociales, de las injusticias y diferencias, de los tiempos nuevos y sus características, incluso es bueno meter el dedo en la llaga de las heridas sucias, pero para eso hay que ser honesto, hay que arriesgar e iluminar.
La creímos decidida, clara y temeraria y deviene en timorata, tontaina y pavisosa, bastante desnortada y atolondrada, además de lianta para nada.
La tercera. La santa. Miraba a sus compañeras como a bichos raros (igualmente ellas, recíproca situación) y estaba centrada en sus estudios y especialmente en su novio y futuro marido. Aceptaba la religión de vellón y todas las monsergas de su chico. Era feliz y estaba esperando. Pero el devoto se desvela como un ser repulsivo y miserable violador y ella se enfada y horroriza, lógicamente. Le preparan un trampa que ni en una película de los Hombres G o los añorados Parchís (Bud Spencer y Terence Hill hubieran preparado algo mucho más elaborado, qué duda cabe) y al final el patán renuncia al bodorrio y sale abochornado. El padre de la niña es muy querido y las lágrimas de liberación brotan con abundancia.
Es decir, si en lugar de ser un cobarde y un ruin personaje, este individuo se hubiese comportado con la mínima normalidad, entonces toda la pesca religiosa que arrostraba consigo nos parecería la mar de bien y la asumiríamos tan tranquilamnete. Por lo tanto, no se denuncia la opresión religiosa ni la situación de la sociedad, se señala a los que se exceden, el dardo no va al meollo, sino al individuo. Se acepta lo general, se cuestiona lo individual. De hecho, el padre queda bien parado y se supone que forma parte del mismo problema. Igual que en el caso de la abogada se atacaba solo al "cineasta" y no se iba más allá. Su familia y su entorno quedaban como fondo, mero decorado, exculpados. Y con la lesbiana parecido, ¿ahí a quién se culpa, a su madre tan simpática, a su padre, a... ? Ni se sabe ni les importa (es mejor pensar en vaguedades abstractas que luego contradice la película continuamente con lo que cuenta, con las acciones de sus personajes).
Vemos, por lo tanto, si nos fijamos solo un poco, un montón de superficialidades, indefiniciones e incoherencias. No se quiere ir al fondo de nada, se pretende pasar por encima de todo y quedar bien con todo dios. Se trata de hacer una película que guste y no moleste a nadie, que no explique nada y se regocije con tres o cuatro fantoches o escenas histéricas y de gran tremendismo melodramático. Producto típico de festival y aplauso en Occidente. La mezcla que más gusta en ciertos ámbitos: aparente denuncia con un fondo amaestrado, muy conservador y que nada compromete ni indaga en ninguna de las verdaderas raíces o problemas que supuestamente ataca. Cine fácil, entretenido, maniqueo, simplista, cobarde, escapista en verdad.
Religión: Sí pero no. Sí cuando es normal. No si es mala. Vamos, como en cualquier sitio. Cero. Nada se profundiza, espantajo.
Machismo: ¿La única madre que aparece es machista cuando quiere casar a su hija y no acepta su verdadera condición sexual, lo era Salma al prestarse a la comedia?, ¿Nur era machista cuando no chistaba con el fanático y luego no y después otra vez sí con su padre y no con el chico que le hace ojitos?, ¿Laila era machista cuando se hacía la hacendosa?, ¿todos, por lo tanto, son machistas y lo seguirían siendo si las circunstancias no hubieran sido tan adversas?, ¿aceptan el machismo cuando conviene y lo rechazan cuando no, eso es ideología, denuncia o qué coño es? ¿de dónde viene ese machismo, y la economía y la política por ejemplo?
Está bien hablar de los cambios sociales, de las injusticias y diferencias, de los tiempos nuevos y sus características, incluso es bueno meter el dedo en la llaga de las heridas sucias, pero para eso hay que ser honesto, hay que arriesgar e iluminar.