Decía Bécquer que “La imaginación es un caballo que se desboca”. Lo mismo puede decirse de los pensamientos que nos vienen a la cabeza de manera involuntaria, como puede apreciarse en esta película. Son tan rápidos e instintivos que dificilmente podríamos vivir en sociedad si nuestras mentes estuvieran abiertas a todos, porque muchos de nuestros pensamientos son inconfesables.

En un lejano planeta, donde el ser humano ha establecido colonias, los pensamientos pueden ser oidos, incluso visualizados, y es un fenómeno que solo se manifiesta en los hombres. Las mujeres, por otro lado, han desaparecido misteriosamente en la pequeña comunidad donde vive nuestro joven protagonista, Todd.

Cuando una chica procedente del espacio, llega al pueblo y es recibida con hostilidad, Todd intenta ayudarla. Es inevitable entonces sentir empatía por él, al no poder ocultar sus pensamientos más personales, incluida la atracción que siente hacia ella, sintiéndose torpe y avergonzado en todo momento.

Mas allá de este planteamiento tan prometedor, no encuentro luego un buen desarrollo de los personajes ni un hilo argumental atractivo. Respecto a lo primero, me parece discretísima la participación de Daisy Ridley, conocida por Star Wars. La culpa no es de ella, sino del papel que le ha tocado en suerte.

Esta huida contínua de la pareja protagonista, se revela como una aventura entretenida pero desaprovechada, que deja muchos detalles sin explicar y alguna incoherencia.