Clara película de propaganda destinada a hacer atractiva la marina de los EEUU, con el fin de que los ciudadanos americanos se preparasen para la guerra ( estamos en 1942) después del ataque a Pearl Harbor y entrasen en ella llenos de fe por la camaradería, fraternidad y valores patrióticos que transmite.
La historia es muy simple. Un recluta, caprichoso, individualista y mujeriego entra en el cuerpo de los marines por recomendación de su padre, un veterano de la primera Guerra Mundial. Chocará en seguida con su sargento (Randolph Scott), amigo de su padre, que se comprometerá por amistad y camaradería a convertirlo en un buen soldado. Tampoco faltará la historia romántica con la jefa de enfermeras del Cuerpo (Maureen O'Hara), que será el premio a la valentía y heroicidad del muchacho.
Desde el principio hasta el fin, esta historia se dedica a exaltar la nobleza, audacia y generosidad de los marines, convirtiendo la instrucción y preparación del ejército en una familia magnífica en el que todos son hermanos.
La película está bien realizada con el Technicolor de la época, pero hoy ya no tiene nada que ofrecer. Fue un instrumento, como tantas otras, para un fin concreto, por lo que ahora sólo se puede ver como curiosidad, nada más.