Pues sí, resulta que como esta comedia las hay a patadas.
Este tipo de fórmula se utiliza una y otra vez. No cambia y medio siglo después, las carteleras se inundan de comedias que, con ligeras variaciones temáticas, nos cuentan la misma historia.
Como en todos lo géneros no se crean. A ver si os pensáis que en las pelis de acción, ciencia ficción, terror etc...no se siguen echando mano de los mismos recursos que, un día, sentaron las bases del género. Esa es la razón por la cual, precisamente, los aficionados permanecen fieles a ellos.
Ahora bien, la diferencia estriba en cómo se cuenta esa historia, quién está detrás de ella, qué elementos utiliza, cuánto carácter imprime en ella y entonces podremos decidir si hemos visto una comedia del montón u otra cosa.
Los no aficionados es posible que la despachen con indiferencia, si no te va el rollo pues no te va. Te gusta el género o no. Ahí no caben medias tintas.
Y, para mí, es una de las grandes en su género. Comedia romántica de situación, agradable y simpática. Humor blanco para todos los públicos. Elegante, fresca, inteligente. Con un guion que se conduce sin fisuras y, lo que suele ser más difícil, sin altibajos. No busca la crítica mordaz pero no deja de incidir en un tema que, a menudo, se da en muchas parejas en la vida real. Las diferentes profesiones e inquietudes de los dos cónyuges, que se mueven en círculos sociales distintos, acarrean a menudo múltiples conflictos al matrimonio, cuyos intereses, al ser tan distintos, traen consigo considerables dosis de incomprensión e intolerancia para con la pareja.
Claro que esa es la trama que subyace de fondo. Aparentemente, el conflicto principal nace de la inseguridad con que una pareja de recién casados, en una boda relámpago, comienza su vida en común. Apenas han llegado a conocerse y han echado palante. Muy bien. Allá ellos. Pero ya veremos qué ocurre cuando el peso de la vida de cada uno de ellos se les eche encima. Porque el romance inicial e ignorante es muy bonito. Pero todos portamos algún tipo de equipaje.
Vincente Minnelli está detrás de la dirección y eso significa joya de muchos quilates. Un excelente dominio narrativo (considero un magnífico guiño que la historia comience bajo el punto de vista en off de diversos narradores, como si estuviéramos ante una cinta de cine negro). Una cuidadísima puesta en escena. Gran dominio de la estética y el color, (en eso era un maestro) y esa historia tan perfectamente ensamblada, que sumergen al espectador bajo un clima cálido, alegre, desbordante de simpatía y con un puntito afilado, que no hiere ni corta, pero que nos hace sonreír por lo atinado de su puntería.

Nunca consigo entender las críticas de los usuarios que la despachan porque no se ríen a carcajadas. De veras que no lo entiendo. Deberían comprender que este tipo de comedias no buscan la carcajada en ningún momento. No se trata de eso. No es comedia de gags, aunque contenga algún que otro momento suelto. Es comedia de situación. La hilaridad se encuentra a lo largo del desarrollo de la misma, en la propia historia. Y en eso es sobresaliente. Que algunos no consigan interesarse por la misma ya es otra cosa. No a todo el mundo le gusta el golf o el tenis y prefiere el baloncesto, pero quejarse del tamaño de la pelota, creo que no procede en este film.

Por último mencionar a los intérpretes que creo que están fantásticos. Empezando por Peck y Bacall, por supuesto. Cronista deportivo uno, diseñadora de modas la otra. Choque intergaláctico de dos cuerpos celestes en diferentes órbitas.
Claro que mi corazón se va a inclinar en esta ocasión por Mickey Shaughnessy, impagable amigo exboxeador de Peck que nos va a regalar grandes momentos, aunque tampoco viene mal mirar en la otra dirección. Bacall también dispone de amigos apreciables a los que no conviene despreciar por muy bien que bailen.