Me pregunto en que momento de su carrera Martin Scorsese dejo de hacer un determinado tipo de películas secas, directas y contundentes, para hacer un cine mas espectacular, brillante, y por qué no decirlo, ostentoso. Tal vez el punto inflexión sea El cabo del miedo, o tal vez comenzó con Uno de los nuestros. No se, se admiten sugerencias. En cualquier caso, y salvos contadas excepciones, su cine, de una u otra manera, siempre es excelente. Toro salvaje, además de ser un claro ejemplo de ese cine que hizo Scorsese en sus primeros años, es también una de sus películas más prestigiosas y reconocidas.
Después de Taxi Driver, y tras dos películas de ambiente musical, Scorsese entró en la década de los ochenta con una de boxeo. De boxeo y muchas cosas más. Porque Toro salvaje se enfrenta a muchas de las miserias del ser humano, de forma directa y muy lúcida, y lo hace sin perder de vista en ningún momento el buen cine, el que emociona, sorprende y a veces deslumbra.
Jake LaMotta es un joven aspirante a boxeador. Su carácter bravo y arrogante, le llevará con la ayuda incondicional de su hermano a lo más alto en su carrera. Pero será también ese mismo carácter el que hará que tanto profesional como personalmente su vida se vaya al garete alejando de su lado a aquellas personas que más le han ayudado y aguantado. Y es que pese a ser despiadado dentro y fuera del ring, no dejaba de ser una persona llena de inseguridades y miedos.
Martin Scorsese, apoyado en el preciso y complejo guión de Paul Schrader, aporta toda su solidez narrativa a una historia que es un soberbio retrato de los personajes principales. Aquí Scorsese hace un derroche de algunas de sus mayores virtudes como director. Fuerza brutal en todos y cada uno de los combates de boxeo, que con la colaboración de la montadora Thema Schoonmaker acaban resultando memorables. Profundidad en algunas de las conversaciones que mantiene los dos hermanos. Sensibilidad y buen gusto en las preciosas escenas de seducción entre Jake LaMotta y la chica que acabrá siendo su mujer. Y mucha intensidad durante toda la película, como en todos los arrebatos de celos y desconfianza del protagonista contra su mujer y su hermano.
Toro Salvaje no sería la misma sin ese impecable blanco y negro, y sin la acertada selección musical que acompaña sus imágenes. Pero sobre todo no sería la misma sin la presencia de Robert DeNiro. El actor, en el mejor momento de su carrera, derrocha una energía arrolladora y transmite toda la complejidad del personaje. El vibrante trabajo de Joe Pesci y la fascinante presencia de Cathy Moriarty completan el trío protagonista.
Y para el recuerdo, entre muchas otras secuencias, el momento en que Jake LaMotta, encerrado en la cárcel, se da de cabezazos contra la pared.